Del pundonor de James Chiengjiek al abrazo de los plusmarquistas, el espíritu olímpico reina en Tokyo 2020
- El atleta del equipo olímpico de refugiados ha acabado la carrera de los 800 metros tras caerse al inicio
- Caeleb Dressel y Kristof Milak celebran juntos en la piscina el oro y la plata en los 100 metros mariposa
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Más allá de las medallas y los récords, el espíritu olímpico sigue aflorando inclso en los Juegos Olímpicos más extraños de la historia, sin pújblico en las competiciones y con los atletas aislados por la pandemia del coronavirus. Este sábado, sobre el tartán del Estadio Olímpico de Tokio, el atleta del equipo olímpico de refugiados James Chiengjiek se ha empeñado en acabar su eliminatoria de los 800 metros a pesar de una caída que le ha dejado sin psoibilidades de clasificarse, unas horas después de que dos de las estrellas de Tokyo 2020, los nadadores Caeleb Dressel y Kristof Milak, hayan celebrado juntos en el Centro Acuático su oro y su plata en 100 metros mariposa, olvidando su rivalidad al acabar la carrera.
El gesto de Chiengjiek, de 23 años, ha sido especialmente emotivo por el contexto que rodea su participación olímpica: originario de Sudán del Sur, huyó a Kenia con 13 años para evitar que las milicias rebeldes le reclutaran como soldado y allí se convirtió en corredor de mediofondo, acogido en un programa de Naciones Unidas.
En Río 2016 ya participó en los Juegos Olímpicos encuadrado en el Equipo de Refugiados Olímpicos, aunque terminó último en su serie de los 400 metros. Para Tokyo 2020, había saltado a la distancia superior, los 800 metros, pero al poco de comenzar su serie eliminatoria ha tropezado con el atleta español Saúl Ordoñez y, al caer, ha perdido cualquier posibilidad de clasificarse.
Pese a todo, Chiengjiek se ha levantado y ha acabado la carrera, con un tiempo final de 2:02.04, casi 17 segundos más que el ganador de la serie, el estadounidense Clayton Murphy. Era lo de menos, porque el verdadero triunfo de Chiengjiek es poder correr en los Juegos Olímpicos representando a los más de 82 millones de refugiados del mundo.
Abrazo en la piscina olímpica
El espíritu olímpico, con todo, no se encuentra solo en la derrota, como han demostrado en la piscina del Centro Acuático de Tokio dos rivales acérrimos, el estadounidense Caeleb Dressel y el húngaro Kristof Milak.
El primero es una de las estrellas de los juegos, ganador ya de tres medallas de oro -en 100 metros mariposa, con récord del mundo; en 100 metros libres, con récord olímpico; y en el relevo 4x100 masculino con el equipo de Estados Unidos- y aspirante a una cuarta en los 50 metros libres.
El segundo es campeón olímpico de 200 metros mariposa y, este sábado, se ha tenido que conformar con la medalla de plata en los 100 metros mariposa, pese a marcar una de las mejores marcas de la historia, con récord europeo. Pese a todo, ambos se han abrazado al final de la carrera, conscientes de que el éxito también se construye gracias a los rivales.
“Kristof lo hizo perfecto, creo que ambos nadamos exactamente la carrera que necesitábamos“
"Kristof lo hizo perfecto, creo que ambos nadamos exactamente la carrera que necesitábamos", reconocía Dressel tras su triunfo, según recogía Reuters. "Fue muy cerrado. Creo que fueron 20 centésimas o algo así. Kristof hizo una carrera maravillosa y yo batí un récord mundial para ganar la final olímpica. No creo que pase muy a menudo en los Juegos", concluía el plusmarquista estadounidense.