Ray Zapata, el sucesor de Gervasio Deferr
- El gimnasta Ray Zapata se convierte en subcampeón olímpico en la final de suelo de gimnasia artística
- ¿Qué sabes de Ray Zapata?
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Fue en los Juegos de Pekín de 2008, cuando España vibró con Gervasio Deferr. Su gimnasta estrella, dos veces campeón olímpico, soñaba con ganar una medalla en suelo, su especialidad. Daba igual el color, quería un metal olímpico. Se llevó la plata, haciendo historia en nuestro país. Han pasado trece años desde entonces y hemos visto cómo los Juegos de Londres 2012 y Río 2016 nos dejaban sin podio. Pero, a la tercera va la vencida y hoy, Deferr ha encontrado su sucesor: Ray Zapata. El gimnasta ha devuelto a España ese sabor a plata tras subirse en el segundo escalón del podio de la gimnasia artística.
Ray Zapata nació en República Dominicana hace 28 años. Con diez, desembarcó en otra isla junto con su familia. Los volcanes de Lanzarote lo vieron crecer y descubrir la gimnasia artística. Una exhibición fue suficiente para conquistarlo y esta disciplina se transformó rápidamente en el motor de su vida, reconduciendo a un niño travieso que no paraba quieto.
Tenía las condiciones físicas y la ilusión de un adolescente por comenzar un sueño nuevo. El Club Isla de Lanzarote supo verlo y lo fichó. Saltaba mucho y con fuerza, pero sin control. Fue entonces cuando Gervasio Deferrque tenía que pulirse. Lo rescató para llevarlo bajo su abrigo y entrenarlo en el CAR de San Cugat. Un cambio de ciudad y una nueva forma de vivir su deporte le dieron el impulso para querer aspirar a más: quería suceder a Deferr. Gracias a él, empezó a clavar y a saltar con elegancia.
La perla española
Barcelona le dio alas y tres años después, en 2013, de exprimir la Ciudad Condal y a su mentor, voló a Madrid para crecer y formar parte de la selección nacional. Entrenó de forma constante para perfeccionar su técnica y en 2014 llegó su oportunidad con el Mundial de Cottbus (Alemania), donde pudo, por fin, demostrar su talento. El pupilo de Deferr valía, pero no consiguió subirse al podio, quedando en octava posición en la final de suelo.
No tardó ni un año en escalar posiciones. Zapata se propone algo y lo consigue. Primero lo hizo en los Juegos Europeos de Bakú, convirtiéndose en campeón de suelo por primera vez. Unos meses después de ganar su primer oro, el Mundial de Glasgow en 2015 le entregó su primera medalla de bronce, colocándolo bajo la lupa del mundo.
Sus movimientos y triunfos lo llevaron a los Juegos de Río 2016. Era la esperanza de España, pero no tuvo suerte en su debut olímpico. Su nota no le permitió clasificarse ni llegar a la final. Quedó en undécima posición y cayó fulminado.
Entre sus últimos juegos y los Juegos de Tokyo 2020, la vida le ha cambiado por completo. En cinco años, Zapata ha conseguido mejorar su técnica y también conocer el peor lado de ser un deportista de élite: las lesiones y las recuperaciones. En 2017, se rompió el tendón de Aquiles y tuvo que renunciar a campeonatos para recuperarse. En cinco meses, estaba dando brincos. Todo fue más rápido de lo que pensaba y Zapata se puso a entrenar para seguir mejorando. Modificó sus ejercicios, practicando más hacia adelante para no hacerse daño, y mejoró su técnica.
Su madurez en la gimnasia artística le ha brindado títulos, como la medalla de oro por equipos y en suelo de los Juegos Mditeráneos de Tarragona. Pero, el título más bonito que lleva colgado es el de padre. Hace tan sólo dos meses, vio nacer a su primera hija, Olympia. Desde entonces, apunta en su perfil de Instagram, "siento una felicidad plena. Nunca antes había sentido esto que siento ahora, lo describo como: sensación de alegría constante en el corazón".
Una operación de calcificaciones de su tobillo izquierdo hizo peligrar su viaje a Tokio. Pero, finalmente, pudo emprender su marcha con el corazón dividido. "Ha sido duro para él separarse de ella, tiene sólo dos meses", contaba su mujer, Susana, esta mañana durante la previa de la competición olímpica. Zapata aterrizó en la ciudad japonesa con un único objetivo: subirse al podio olímpico. Al terminar la competición, ha ondeado un babero con el nombre que hoy, quizá, signifique incluso más para él: Olympia. Zapata ha cumplido su sueño, ha ganado la plata y se ha convertido en digno sucesor de Gervasio Deferr.