Los Juegos Paralímpicos, la competición que nació en la guerra
- En la primera competición, celebrada en 1948 en Inglaterra, no había atletas sino militares en silla de ruedas
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Los Juegos Paralímpicos esconden una infinidad de historias de superación. Sus protagonistas, los deportistas y deportistas de apoyo, dan cada año una lección al mundo demostrando que sus limitaciones no pueden frenar su talento. La cita más importante del deporte paralímpico internacional descubre al mundo las estrellas emergentes de diferentes disciplinas, pero hubo un tiempo en que esto no fue así. Hace 73 años, el cartel de los Juegos Paralímpicos no existía porque tenían un nombre diferente y sus protagonistas no eran deportistas de élite, sino heridos de guerra.
El doctor británico Ludwig Guttman creó la Unidad Espinal en el hospital de Stoke Mandeville (Inglaterra) para rehabilitar a los soldados y civiles heridos durante la Segunda Guerra Mundial. Guttman vio en el deporte una oportunidad para acelerar la recuperación de estos militares, que cada día se motivaban por salir a practicar tiro con arco o lanzamiento de jabalina. La rehabilitación y los grandes resultados dieron paso a la competición entre los pacientes y, su ilusión, dio a Guttman una gran idea.
El 29 de julio de 1948 organizó la primera competición para militares que habían servido a Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial y sufrido lesiones en la columna vertebral, quedando incapacitados en silla de ruedas. Gracias a Guttman, supieron cicatrizar sus heridas de guerra y transformar su limitación en talento. El doctor reclutó a los primeros para atletas de diferentes hospitales a nivel nacional: hasta dieciséis personas, 14 hombres y dos mujeres, participaron en los que fueron bautizados como Los Juegos Mundiales IWAS (International Wheelchair and Ampute Sports, que traducido al español engloba a los deportistas en silla de ruedas o con articulaciones amputadas) o Juegos Mundiales en Silla de Ruedas. Hubo sólo una competición, tiro con arco, pero dieciséis ganadores.
Roma, la meca paralímpica
El éxito del evento llevó a Guttman a repetirlo cada año. Todos se preparaban durante meses para dar todo de sí mismos en cada prueba. Cuatro años después de que nacieran los Juegos en Stoke Mandeville, Holanda quiso apuntarse. Los Países Bajos se sumaron a la competición, convirtiéndose en sus primeros rivales internacionales y despertando la curiosidad de otros países. Desde ese momento, Guttman acuñó la competición como las Olimpiadas de los discapacitados. "Son muy importantes desde el punto de vista físico y psicológico, pero lo más importante es el punto de vista social porque se está integrando a las personas paralíticas en la sociedad", explicaba Guttman a los periodistas por entonces.
Tras los Países Bajos, se amplió la lista de países participantes hasta que en 1960 decidieron abandonar Inglaterra para conquistar Roma. La ciudad eterna se convirtió en la meca paralímpica y acogió un total de 400 deportistas de 23 países diferentes, que competirían en ocho deportes. Al tiro con arco se sumaron el atletismo, baloncesto, esgrima, natación, tenis de mesa, snooker y dardos. Fue la primera vez que, además de los atletas en silla de ruedas, se inscribieron otras personas con diversas discapacidades. Aquí nacieron los Juegos Paralímpicos.
La incorporación de nuevos países y discapacidades hizo que los Juegos IWAS se independizaran de los recién estrenados Juegos Paralímpicos. Por un lado, se celebraban en Inglaterra los Juegos en Silla de Ruedas cada año -exclusivamente para aquellos deportistas con discapacidades en sus extremidades- y los Paralímpicos cada cuatro años, de la misma manera que sus iguales Olímpicos.
Otro sueño: paralelos a los Olímpicos
Después de Roma, los paralímpicos cumplieron otro sueño: compartir sede con los deportistas olímpicos en Tokio en 1964. Allí, la atleta paralímpica británica y medallista de oro, Caz Walton, se emocionaba al recordar a su creador Guttman. "Me cambió el mundo porque me dio mucha seguridad, sabía que podía ser igual que el resto del mundo. no sé que habría hecho sin él".
No siempre ha sido así, porque en numerosas ediciones los olímpicos y paralímpicos no han compartido instalaciones. Eso sí, después de la ciudad japonesa, llegaron otras como Tel-Aviv (Israel) en 1968, Heidelberg (Alemania) en 1972 o Toronto en 1976. Fue en 1988, en los Juegos de Seúl, cuando coincidieron en la misma sede con los Juegos Olímpicos veinticuatro años después. Desde entonces, se celebran en el mismo lugar. Este año, Tokio vuelve a ser anfitrión después de su única y última vez en 1964.