Esquí, la evolución constante del deporte rey de la nieve
Del esquí nórdico al acrobático, la disciplina más popular y practicada de los Juegos de Invierno ha cambiado adaptándose a los tiempos.
- Sigue los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022 en RTVE.es
El esquí es el deporte de la nieve por excelencia: el más popular, el más practicado y el que más miradas atrae en los Juegos Olímpicos de Invierno. En Pekín 2022, incorpora novedades como el big air en esquí acrobático, la enésima renovación de un clásico insustituible.
Como explica el Comité Olímpico Internacional (COI), esquí es una palabra noruega que proviene del nórdico antiguo skid, un trozo de madera cortado a la mitad. Ahora los esquíes se fabrican con otros materiales, pero la característica técnica que distingue al nórdico del alpino –las dos grandes familias de este deporte– es si van fijados o no a la bota.
Noruega, la cuna del esquí
Fue en Noruega donde la necesidad de desplazarse lejos por terrenos nevados hizo que surgiera el esquí de fondo, a finales del XIX. Hoy, es uno de los principales deportes de los juegos de invierno y, aunque ha ido evolucionando, una prueba se mantiene fija en las 24 ediciones: los 50 kilómetros en categoría masculina, la prueba de esquí de fondo por antonomasia.
Se disputan seis pruebas en cada categoría, las femeninas con distancias inferiores. Algunas se corren en estilo clásico -con los esquís en paralelo a lo largo de unos carriles marcados en la nieve, algo parecido a caminar-, otras en estilo libre -una técnica más parecida al patinaje sobre hielo- y otras mezclando ambos, concretamente en el esquiatlón y en el relevo 4 x 5 kilómetros.
La otra gran modalidad del esquí nórdico son los saltos de esquí, que también se disputan sin interrupción desde Chamonix 1924, entonces solo con un trampolín. Después se dividió en dos trampolines, uno más largo; y solo desde 2014 se incluyó la categoría femenina. Y aunque se mantiene la desigualdad de género, en Pekín 2022 habrá por primera vez una prueba mixta.
Y en tercer lugar está la combinada nórdica, que, como indica su nombre, combina las principales modalidades de esta familia: en concreto, se trata de una carrera de esquí y una prueba de saltos. Hay dos especialidades diferentes individuales más una por equipos, y todas todavía únicamente masculinas.
(Además, la familia del esquí nórdico incluye también al biatlón, una modalidad con unas características muy especiales).
El esquí alpino, más moderno y popular
La otra gran familia del esquí, la más popular seguramente, es el alpino, donde se trata de bajar lo más rápido posible por una pendiente y siempre de uno en uno. En este caso, la bota sí se fija completamente al patín.
Mientras que en las modalidades de esquí nórdico España apenas ha tenido a un puñado de competidores repartidos en cuatro ediciones distintas, en el esquí alpino ha estado presente en todas las ocasiones. Con todo, se trata de un deporte minoritario con menos de 2.700 practicantes de todas las edades con licencia el año pasado en la Federación Española de Deportes de Invierno.
El esquí alpino, además, ha dado a España la mitad de sus medallas olímpicas de invierno: el pionero Paquito Fernández Ochoa logró el oro en eslalon especial en Sapporo 1972, mientras que su hermana Blanca Fernández Ochoa también abrió huella al convertirse en la primera medallista olímpica española con el bronce en Albertville 1992, un hito del deporte femenino.
El esquí alpino debutó en el programa olímpico en 1936 con una sola competición combinada de descenso y eslalon. En posteriores juegos ambas modalidades se llevaron a cabo también de forma separada, se añadió el eslalon gigante y por último el supergigante. Así pues, contado con la combinada, son cinco pruebas alpinas. Se diferencian por la longitud del recorrido y el trazado del mismo según el tipo y la disposición de las puertas por las que tienen que pasar los esquiadores.
Los mejores esquiadores de la historia triunfaron en varias de estas especialidades. El podio masculino de la historia de los Juegos Olímpicos de Invierno lo integrarían el noruego Kjetil André Aamodt –el más laureado con ocho medallas entre 1992 y 2006, incluidos cuatro oros–, el estadounidense Bode Miller y el italiano Alberto Tomba, por ese orden. En lo más alto del Olimpo femenino está la croata Janica Kostelić –con seis preseas entre 1998–2006, cuatro de ellas doradas–, flanqueada por la sueca Anja Pärson y la suiza Vreni Schneider.
Finalmente, derivado del esquí alpino surgió otra modalidad que se convirtió en deporte olímpico de pleno derecho en 1992: el esquí acrobático o freestyle. Empezó con dos concursos, los saltos aéreos (aerial) y los baches (mogul), pero en poco tiempo se han sumado otras pruebas de acrobacias con tabla -el halfpipe o medio tubo; el slopestyle o esquí en ladera; y su especialidad del big air, que debutará en Pekín 2022-, así como el esquí campo a través (ski cross). Salvo esta última, que es una carrera cronometrada, en el resto los competidores son valoradas por un jurado.
Además, el COI agrupa bajo la familia del esquí una modalidad más, el snowboard propiamente dicho, que merece otro capítulo especial. [Ver cómo es el deporte del snowboard, en RTVE.es]