De la emoción al desencanto: así fue el primer gran día de la afición catarí
- Los seguidores locales cambiaron su pasión inicial por el abandono en el debut mundialista de Catar
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Bajo la congelada calidez de una gigantesca tienda tradicional nómada convertida en estadio moderno y ferozmente aclimatado, los cataríes han vivido con emoción, decepción y un bochornoso abandono su debut en un Mundial. Los nervios por el estreno mundialista de su selección y el orgullo del estreno del primer Mundial de la historia en tierra árabe apaciguaron solo en parte el negativo y poco sorprendente resultado final.
Había expectación por ver cómo la afición de un país con escasa tradición futbolística afrontaba el día más importante de su escueta historia deportiva. Y lo hizo en masa, en familia y con una importante deserción cuando el partido se puso cuesta arriba.
No solo los cataríes apoyaron a Catar en el debut. En muchos casos, la selección también estuvo arropada por algunos de los foráneos que suponen la mayor parte de la población del país. Era el caso de Ali, un pakistaní que acudió al partido ataviado con la camiseta y bufanda granate de la selección catarí: "Es un momento único para la historia de Catar y esto solo pasa una vez en la vida, va a ser un gran espectáculo", aseguró a RTVE.es.
No era el único caso entre los numerosos seguidores expatriados que se mezclaban con los seguidores cataríes, entre los que se vieron numerosos niños y, en menor medida, mujeres, vestidas con la tradicional abaya y niyab negros. Así mismo, los aficionados abarrotaron la 'Fan Zone' del Mundial y el zoco, una de las partes más tradicionales de la capital catarí, donde costó encontrar una pantalla para seguir el encuentro.
Cánticos cataríes con ritmo argentino
El estadio Al Bayt, un fastuoso homenaje a aquellos nómadas que poblaban el golfo arábigo, llenó sus 60.000 localidades para ver, previo paso por la ceremonia de inauguración, cómo el balón echaba a rodar en el insólito Mundial de Qatar 2022. Hasta allí llegaron riadas de aficionados locales, ataviados con sus tradicionales 'thoub', convirtiendo la entrada al estadio en una marea blanca que posteriormente se trasladó a una grada en la que convivió, y compartió algún que otro cántico con la amarilla y bulliciosa afición ecuatoriana.
Solo una columna roja situada detrás de su portero en la primera mitad del partido rompía la monocromía blanca de la afición catarí. Se trataba de un organizado grupo encargado de llevar la batuta de los cánticos. Cánticos con claros ritmos latinoamericanos adaptados al estilo de Catar. Sorprendió de inicio su constante apoyo, aunque las gradas registraron un pronunciado descenso durante una segunda mitad, en la que se vieron bastantes localidades vacías.
Apenas pudieron celebrar nada por lo visto sobre el terreno de juego. Tan solo la cancelación del primer gol de Ecuador por fuera de juego, en una decisión altamente ovacionada por el público local tras su paso por el VAR, y los tímidos acercamientos de su selección al área ecuatoriana. Fue un partido, sin embargo, para el recuerdo de la afición local. Y, por supuesto, para la visitante...