Gloria para un Griezmann que vale por tres estrellas para Francia
- La vigente campeona del mundo llega a la final para luchar por su tercer Mundial con un Griezmann sensacional
- Crónica, resumen y goles: Francia rompe el sueño de Marruecos y disputará su segunda final consecutiva
Francia, dos estrellas de campeona del mundo, se cita con Argentina, otras dos estrellas, para tratar de bordar la tercera en su camiseta en la final del Mundial de Qatar. Pero si los 'Bleus' han llegado hasta ahí se lo deben tanto al brillo de sus figuras, a menudo intermitente y a ratos menguante, como al trabajo encomiable de otros que se han arremangado como nunca.
Hablamos de Antoine Griezmann, hoy más defensa que delantero, y siempre presente en la construcción del juego. Si Francia consigue su tercera estrella, se lo deberá al jugador del Atlético de Madrid, que ha jugado por tres. Con su elaboración como mediapunta y sus centros medidos desde el córner, es el futbolista que más ocasiones ha creado en este Mundial (21), en un ránking en el que están varios compañeros de selección.
Participó de manera crucial en el primer gol, recibiendo con su desmarque un buen pase de Varane. Y luego se afanó en el trabajo defensivo: sumó nueve recuperaciones, diez despejes, interceptó dos balones, ganó siete de sus 12 duelos por el balón y dio cuatro pases clave. En el área también sacó cuatro balones, en rol casi de defensa central. Como no podía ser de otro modo, fue reconocido por la FIFA como el mejor jugador del partido.
El gol de Francia a los cinco minutos de semifinal ante la selección que mejor había guardado su portería forzó un cambio de roles inesperado: Marruecos, semifinalista a base de boque defensivo bajo y contras letales, tuvo que recomponerse y jugar al ataque, ante una Francia que había ostentado superioridad hasta este partido cediendo el protagonismo y, a ratos, encerrada en su área.
Y ahí tuvo que transfigurarse el que está siendo su jugador más destacado este torneo. Griezmann, asistente en la jugada que acabó remachando a gol Théo Hernández, se transfiguró en el quinto defensa de Francia, achicando balones justo donde no colaboraban sus socios en el ataque, Ousmane Dembélé y Kylian Mbappé. Ellos quedaron liberados para llevarse el lucimiento en el ataque, sobre todo el delantero del PSG, que con una jugada personal puso el balón en bandeja para que Muani, sustituto del extremo del Barça y que no había tocado bola, empujara a puerta vacía para el 2-0 -el tercer gol más rápido de un suplente en la historia del Mundial, a los 44 segundos-.
Otro que estuvo sensacional en defensa fue Ibrahima Konaté, aunque este sí lo lleva en los genes. Hoy titular por Upamecano, fue la novedad de la alineación titular junto a Fofana en el centro del campo por Rabiot. Y en lo que respecta al central del Liverpool, se ha ganado con su seguridad un puesto en la final gracias a su colocación y anticipación en algunas de las ocasiones más peligrosas de Marruecos, en especial sus cinco despejes en el corazón del área.
Premio para Francia, aplauso para Marruecos
Francia ha ganado su partido no por la vía de la fuerza, sino por la de la solvencia, y la de la gestión de los momentos del partido. Con la balanza a su favor desde el principio, cambió el espectáculo por la especulación, con lo que mantuvo su portería a cero y amplió la ventaja al final.
Maneras de ganar, y maneras de perder. Porque lo de Marruecos ha sido una despedida generosa y de las que se ganan la simpatía mundial, algo que ya tenían garantizado fuese cual fuese el resultado. Gloria para Francia, respeto para Marruecos.
Los espectadores han podido disfrutar del último acto de un equipo monumental, que ha demostrado que no solamente sabía defender, sino que tenía mimbres suficientes para jugar al ataque y recursos para sobreponerse a la adversidad. En 20 minutos se quedó sin sus dos centrales titulares -Aguerd no saltó al campo tras el calentamiento y Saiss tuvo que irse lesionado- y fue capaz de encerrar en su área a la vigente campeona del mundo en un inicio de la segunda parte fulgurante.
Marruecos no pudo manejar el guion del partido como había hecho hasta ahora, y sus argumentos desaparecieron. De la línea de cinco defensas a la de cuatro, de las líneas apretadas a la dispersión de líneas sobre el césped. Sorprendentemente, los balones disputados que se llevaban siempre ante sus rivales los ganaba ahora el músculo francés (100 duelos en el partido, solo 42 ganados).
Acostumbrados al bloque bajo, a la recuperación y la carrera, se vieron con una posesión inesperada (un 61% frente al 39% de Francia) y generando más pases (572 a 364, también con mayor elaboración en el último tercio del campo). Incluso estuvieron a la altura de los galos en remates a puerta (14 a 13), pero la calidad de Francia se plasmó en la eficacia ante la portería.
No pudieron culminar la gesta, pero queda para la historia un relato épico que también tiene su propio brillo en tiempos del fútbol opulento: la cenicienta con la que nadie contaba a punto de arrebatar la corona de los poderosos. Han hecho un campeonato impresionante y al combinado norteafricano le queda recorrido para terminar tercera y forjar una generación de oro, como la de Bélgica en 2018, que ellos mismos contribuyeron a finiquitar en este Mundial.