Quién es José María Enríquez Negreira, el exvicepresidente de los árbitros que supuestamente cobró del Barça
- El excolegiado catalán administra la sociedad Dasnil 95 que ya se vio salpicada en otro escándalo
Pitó durante 13 temporadas en Primera e hizo carrera en la federación con Villar y Sánchez Arminio
José María Enríquez Negreira, cuya sociedad supuestamente facturó al Barça 1,4 millones cuando era vicepresidente de los árbitros, ha desarrollado una amplia carrera ligada al fútbol primero como colegiado y luego como directivo y empresario.
Nacido en Barcelona en septiembre de 1945, llegó a las categorías superiores del arbitraje ya entrado en la treintena.
Su debut en Primera fue en la temporada 1979-80 y estuvo 13 temporadas en la división de honor. En total, según las estadísticas de bdfutbol.com, arbitró 132 partidos de Liga en los que mostró un total de 50 rojas.
En una época en la que el fútbol no estaba tan profesionalizado como ahora ni generaba tantos comentarios en los medios, Enríquez Negreira no protagonizó grandes polémicas como trencilla. Aunque inevitablemente se vio envuelto en alguna, como cuando el entonces presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil, expresó su preferencia por el colegiado catalán antes de la designación para un derbi contra el Real Madrid.
"Suele ser un habitual espectador de los partidos del Barcelona desde las últimas butacas del palco presidencial del Camp Nou", explicaba El País en una noticia del 6 de enero de 1990, cuando los focos mediáticos se pusieron sobre Enríquez Negreira por aquel comentario del provocador (y corrupto) Gil y Gil.
En la temporada 1987-88 fue reconocido como árbitro internacional, aunque solo pitó en la segunda y la tercera competición continental (la Recopa y la UEFA); y la 91-92 descendió a Segunda.
Tándem con Sánchez Arminio
Al término de esa temporada --la que concluyó con los Juegos de Barcelona-- colgó el silbato, pero enseguida inició otra carrera en los despachos federativos de la mano de Victoriano Sánchez Arminio, el árbitro cántabro con el que coincidió en los años 80 en Primera.
Sánchez Arminio fue designado en 1993 presidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), el principal órgano de los colegiados españoles, y en 1994 Enríquez Negreira entró como vicepresidente.
El tándem de Sánchez Arminio y Enríquez Negreira se mantuvo durante casi un cuarto de siglo, hasta el final de la temporada 2017-18, cuando la detención del sempiterno presidente de la RFEF Ángel María Villar provocó un cambio en la organización.
Después, en 2019, inició una colaboración con El Mundo Deportivo para analizar las jugadas polémicas de cada jornada de Liga.
La sociedad con su hijo
Pero los servicios de la polémica no han sido estos ni ninguno a título personal sino como socio de una mercantil, Dansil 95 SL.
Según ha publicado este miércoles la Cadena Ser de Catalunya, Enríquez Negreira fundó esa empresa en 1995 (el año que incluye en su razón social) y aunque inicialmente se iba a dedicar al comercio mayorista de alimentos, en el año 2000 cambió su objeto social a otros servicios, incluida la publicidad y la realización de vídeos deportivos.
En 2009 el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) da cuenta de la sustitución de Enríquez Negreira como administrador de la sociedad limitada por su hijo Javier Enríquez Romero, aunque la propiedad seguía en manos del padre, según la información da la radio, que ha desvelado que en 2021, la Agencia Tributaria le investigó por no haber tributado correctamente 1,4 millones de euros pagados por el FC Barcelona entre 2016 y 2018.
En esos tres ejercicios fiscales Enríquez Negreira era todavía el número 2 de los árbitros, en un aparente conflicto de intereses. A sus 77 años, todavía no ha trascendido ningún comentario del implicado a este escándalo, que tampoco es el primero que ha salpicado su actividad empresarial.
En 2006, el diario As informó de que el comité arbitral de la federación catalana, bajo la dirección de Francesc Casajuana Rifà, compró material a Dasnil 95 a costes muy por encima del precio del mercado, entre otras supuestas irregularidades.