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Halterofilia

Lydia Valentín, una campeona olímpica en diferido

  • La haltera leonesa logró tres medallas olímpicas pero solo pudo subir al podio en una ocasión, en Río 2016
  • Los positivos por dopaje de hasta siete rivales, conocidos a posteriori, le otorgaron una plata y un oro

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Lydia Valentín recibe su oro de Londres 2012 en la sede del COE
En 2019 Lydia Valentín recibió su oro de Londres 2012 en la sede del COE.

Lydia Valentín (Ponferrada, León, 10 de febrero de 1985) se retira a los 38 años. La haltera española deja atrás un currículum envidiable: tres medallas olímpicas, una de cada color, dos campeonatos mundiales y un subcampeonato, más doce medallas europeas, entre ellas cuatro campeonatos.

Es la mejor haltera de nuestra historia y una de las mejores de todo el mundo, amén de una de nuestras mejores deportistas olímpicas. No obstante, Valentín conoce mejor que nadie el sabor amargo de las medallas.

Dicen quienes compiten en los Juegos Olímpicos que lo mejor de lograr una medalla es la ceremonia de entrega. Subir al podio delante de los ojos de todo el pabellón y de millones de personas a través de la televisión es revivir la gloria que sentían los atletas de la antigua Grecia, a los que se homenajeaba como a semidioses.

Esa gloria le fue arrebatada a Valentín hasta en dos ocasiones. En Pekín 2008 logró la plata y en Londres 2012 se proclamó campeona olímpica, pero tuvo que ser años después: campeona en diferido.

La leonesa siempre ha renegado del dopaje. "He salido muy perjudicada, incluso llorando de rabia", dijo en 2020 a Teledeporte. Valentín sentía que no competía en igualdad contra rivales que tenían "apoyos que en España no tienes porque aquí no (nos) guía esa suciedad".

Un año antes de esa entrevista recibió en la sede del COE la medalla de oro de Londres 2012. En la capital británica levantó 265 kg y se quedó solo a cuatro kilos del bronce. Años después todo el podio fue descalificado por dopaje, a saber: la rusa Svetlana Podobedova (oro), la también rusa Nataliya Zabolotnaya (plata) y la bielorrusa Iryna Kulesha (bronce).

No fue un camino fácil hasta el oro, a lo deportivo había que sumar la lucha contra el dopaje, que se inició en 2016 al conocerse la suspensión de Podobedova. El "Informe McLaren" destapó la corrupción deportiva que suponía el uso de sustancias prohibidas a nivel mundial y en todos los estamentos, llegando incluso a señalar a federaciones como la de halterofilia y a estados, como Rusia.

Esperando que se confirmara el oro de Londres 2012 ya había recibido, en 2018, la plata de Pekín 2008. En aquella competición quedó quinta con una levantada de 250 kg. El COI descalificó en esa ocasión a otras tres de sus cuatro rivales: los reanálisis sacaron a la luz los positivos de la china Lei Cao, la rusa Nadezda Evstyukhina y la bielorrusa Irina Kulesha. La medalla de oro corresponde a la kazaja Alla Vazhenina.

Solo una vez pudo pisar el podio, el bronce en Río 2016, aunque antes en los Mundiales y Europeos pudimos ver su famoso gesto de formar un corazón con sus manos en el escalón más alto.