El Koppenberg vuelve a ser el infierno 'tumba ciclistas' más famoso del mundo casi 40 años después
- En 1985 ocurrió ya ocurrió un auténtica carnicería con el pelotón a pie, e incluso Eddy Merkcx en 1976 sucumbió a la rampa belga
- Este año, se ha producido una estampa similar, con Pedersen, Jorgenson y Van der Poel como únicos supervivientes
La colina adoquinada Koppenberg ha vuelto a ser 39 años después ese infierno temido por todo el pelotón internacional y alabado por todo aficionado a este deporte, y también, ese gran protagonista del Tour de Flandes.
El segundo gran monumento del ciclismo de la temporada tiene en esta pequeña colina de apenas 600 metros de longitud y un 22% de desnivel, una maravilla en sí misma. Por todo lo que la envuelve…
Ese enigmático paisaje belga, ese barro a ambos lados del pavimento, y esos adoquines, que, afectados por la humedad del clima, son puro hielo por donde resulta imposible, o casi imposible transitar.
Lo que se vio el pasado domingo en Flandes, ya es historia del ciclismo internacional. Una masacre, en la que todos los participantes de la edición de 2024 desistieron de escalar esta particular pared, y optaron por ir a pie. Todos, menos tres valientes, tres supervivientes. Los Mateos: Mads Pedersen, Matteo Jorgenson, y el flamante vencedor, un tal campeón del mundo, Mathieu van der Poel.
El neerlandés hizo valer también sus dotes en el ciclocross, y fue el mejor bailarín sobre la bicicleta, con una cadencia, y un empuje con el que vacilaba a esos resbalones con los que, a veces, la colina maldita tentaba con desestabilizarle.
Ese fue el gran golpe de Van der Poel, su puño sobre la mesa, su as bajo el maillot… Con el que consiguió escaparse e ir “rodado” a por su tercer Tour de Flandes consecutivo, no sin dejar pasar lo evidente tras la prueba al reconocer que “El Koppenberg era ridículamente duro”.
Lo fue incluso para el mismísimo Eddy Merckx, en 1976, en esa primera edición que se subía esta "montaña" y que terminó por hacerle bajar de las dos ruedas.
Una estampa, la de todo el resto de ciclistas abatidos ante la “particular dureza” de esta rampa, que ya ocurrió en 1985. Sólo 24 ciclistas consiguieron acabar la prueba, en la que el belga Eric Vanderaerden se erigió como ganador, y en la que la carnicería de cadáveres empujando sus bicicletas a pie era tal, que la imagen, 39 años después, vuelve a nuestra memoria, y nos recuerda, que cualquiera, antes o después puede caer entre las garras del Koppenberg, en forma de húmedos adoquines.
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