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Litus Ballbé, olímpico en hockey hierba en Londres 2012: "Nunca pensé que acabaría siendo cura"

  • Ballbé dedicó casi toda una vida al hockey y ahora espera dedicar el resto a su labor sacerdotal
  • Encabeza también el departamento de Pastoral del Deporte de la Conferencia Episcopal Española

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Litus Ballbé: “Si Dios te ha encontrado en el hockey, Dios está en el hockey"

Deporte de élite y religión. Dos términos, dos conceptos, dos concepciones de vida aparentemente muy distintas entre sí, pero con un mismo nombre propio, el de Carlos Ballbé, o como le conoce todo el mundo, “el Padre Litus.”

Casi media vida (desde los 5 a los 28 años) dedicada a su deporte, a su pasión, al hockey hierba en el que fue jugador de la selección española y compitió en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. De esto, a dar un cambio radical en su vida para convertirse en cura, lo que realmente le llenaba el corazón y lo que resultó ser su sentido de vida.

La historia de Ballbé no es una historia común

“Siempre he sido creyente. Siempre he creído en Dios aunque nunca he sido muy coherente ni muy ejemplar, tanto dentro como fuera del campo”.

Litus era un joven como muchos otros: salía, entraba, estudiaba (poco, pero sacaba adelante sus estudios de periodismo) y también algo irresponsable: cuando era cadete, incluso, le expulsaron de la selección por mal comportamiento.

Y es que…

¿Quién hubiera pensado que ese joven “rebelde”, dejaría toda esa vida para dedicársela a Dios? La respuesta…A veces, las cosas en la vida cambian. No cambiaron de sopetón, de la noche a la mañana, sino que más bien se trató de un “poco a poco”.

Corría el año 2005, Ballbé estaba disputando el Mundial sub-21, un mundial en el que en un principio las cosas no marchaban bien para él ni para España, hasta que Carlos decidió buscar esa ayuda que necesitaba en Dios. Le hizo una promesa: “Si Él arreglaba ese Mundial, yo iría a Medjugorje” (pueblo de Bosnia-Hercegovina donde la Virgen realizó una aparición) se dijo a él mismo.

Y sucedió:

“Hicimos historia. Nunca antes una sub-21 había logrado una medalla y nosotros quedamos terceros”.

Después de aquello, Ballbé reconoce que no siguió mucho el camino de la fe, pero que dentro de él había algo que había cambiado. Ya no era el mismo, no se sentía igual. Se decía a sí mismo: “Litus, eres libre y puedes hacer lo que quieras, pero así no eres feliz.”

Hasta que ocurrió otro episodio que le marcó. Un pasito más hacia la confirmación total de su vocación por la religión.

Era 2007, Carlos tenía 22 y la selección española de hockey se interesó por él, por el defensa del Atlètic Terrassa, su club, para preparar los Juegos Olímpicos de 2008.

Sucedió entonces uno de los mayores imprevistos en la vida de Carlos. Una enfermedad le obligó a parar durante unas semanas, y esto le provocó que no pudiera reengancharse al equipo.

Se perdió los Juegos Olímpicos de Pekín, los que hubieran sido los primeros para él.

Sin embargo, por aquel entonces, Carlos se sintió vacío por dentro, sin motivación, sin felicidad.

La peregrinación definitiva a Medjugorje

Decidió hablar con un sacerdote, y éste, le propuso peregrinar a Medjugorje. Sería una nueva visita a ese lugar. Un lugar, que terminó por ser revelador para Ballbé.

Al principio, reconoció que no le apetecía mucho. Pero fue, y durante uno de los rezos (aunque admitía que no era mucho de rezar él) se dio cuenta de que no le llenaba lo que tenía pensado para su vida, y sintió la llamada de entregarse a Dios.

Fue otro momento clave en la vida de Carlos. Quizás el que más. Tenía dudas, pero quería disiparlas todas. Habló de nuevo con ese cura y Carlos le transmitió lo vivido, pero le avanzó que no quería entrar en un seminario.

Entonces, el cura le propuso entrar a una casa en Pamplona donde acuden quienes se están pensando iniciar la carrera hacia el sacerdocio, pero le pidió una cosa: que no dejara el hockey:

“Si Dios te ha encontrado en el hockey, Dios está en el hockey. No lo abandones” le dijo.

Carlos no lo abandonaría. Continuó jugando. En aquel momento en un equipo de San Sebastián. Después, le llamó su club de siempre, el Atlètic Terrassa, y le propusieron volver a Barcelona donde también podría acudir a un centro similar. Volvió y le permitieron compaginar ambas cosas, y reconocía: “El hockey ha salvado mi vocación, he visto a Dios en el hockey.”

Y llegaron las Olimpiadas de Londres 2012

El plan inicial era hacer cuatro años en su formación religiosa, y dejarlo los dos últimos cursos, pero en 2011 la selección española le dio la opción de ir convocado para los Juegos Olímpicos de Londres.

"No fue tanto sacarme una espina porque lo viví como una cosa que tenía que hacer clarísima en ese momento (2008) (...) Me lo tomé como: puedo cumplir ese sueño que tengo pendiente".

Ese año vivió fuera del seminario, cursando sus estudios de Teología a distancia, y reconoce que fue uno de los mejores años de su vida, porque pudo compaginar ambas cosas, y lo único que pidió fue poder ir a misa los sábados o los domingos, y lo pudo hacer.

"Me llevo la experiencia de los Juegos, por supuesto. El diploma que no fue una medalla, pero feliz, pero sobre todo lo que aprendí humanamente: que el deporte nos ayuda a crecer en la fe y también como personas".

Dejó el deporte de élite tras Londres

Colgó el stick por el hábito. Y cuando ya era una decisión en firme, era momento de comunicárselo a sus amigos. No fue algo que le costó, sino con lo que casi ni se atrevió. Se sentía incapaz de decírselo directamente en persona, así que les envió un correo electrónico porque tenía miedo a que lo rechazasen o a que no lo entendieran.

"Les sorprendió mucho. Muchos me dijeron: sabíamos que buscabas algo, porque te veíamos inquieto...Pero nos imaginábamos que acabarías haciendo algo de una ONG o así, pero nunca que acabarías siendo cura." Pero al final todos me dijeron: mira, no lo entendemos (...) te queremos como eres y lo importante es que seas feliz".

“Dios me ha encontrado en el hockey” “Se puede educar a las personas y si el chaval se lo pasa bien, disfruta y aprende, es mucho más fácil hablarle de Dios.”

Y desde ese momento, hasta el actual, ha pasado el tiempo:

“Y ahora fíjate, A punto de hacer ocho años como sacerdote”.

Encabeza desde hace unos años la sección de la Iglesia en el deporte

Y por su condición de exdeportista de élite, la Conferencia Episcopal decidió en su momento que encabezase el departamento de Pastoral del Deporte del organismo.

"La idea es cómo el deporte nos puede ayudar a acercarnos a Dios y a crecer también en virtudes y en valores".

Esta es la nueva vida de Carlos Ballbé: nuevas rutinas, nuevos deberes, nuevas obligaciones, y con el mismo corazón, totalmente pleno.