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Los dueños del fútbol

La multipropiedad en el fútbol: los hinchas se sienten abandonados

  • Los clubes han pasado de estar en manos locales a echarse a los brazos de la industria internacional
  • El modelo alemán con la ley 50+1 es la excepción en el fútbol europeo

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Hinchas del Borussia Dortmund en la final de la Champions League
Hinchas del Borussia Dortmund en la final de la Champions League AFP7 / Europa Press

Históricamente, el fútbol europeo estaba en manos de asociaciones de aficionados o empresarios locales, los clubes eran símbolos de identidad para sus comunidades. Pero con el enorme cambio experimentado en la propiedad de los clubes, se ha convertido en una máquina de hacer dinero en detrimento del poder y la influencia de los hinchas y de los tradicionales valores y el espíritu del fútbol europeo.  

El capital privado de fondos de inversión norteamericanos o los petrodólares apuestan por el deporte como entretenimiento (sportainment) y espectáculo para aumentar los ingresos de la industria en la que se ha convertido el fútbol. En su estrategia, los aficionados, el corazón y el alma de los clubes no ocupan un primer plano.

El fútbol "es un patrimonio social, cultural, a veces familiar, que explica nuestros barrios, nuestras ciudades, nuestra historia, el ecosistema que les ha dado forma. Creo que es algo a proteger y que nos interpela como sociedad. Y a los políticos también, a la hora de tomar decisiones para preservarlo de demasiadas manos ajenas que lo quieren convertir en un mero negocio", dice el periodista Alejandro Requeijo, autor de Invasión de campo.  

Muchos aficionados se dejaron obnubilar por los millones de euros que llegaban a sus clubes que les permitían fichar a las estrellas del momento por montos desorbitantes y no se cuestionaron quiénes eran los nuevos propietarios y cómo los valores de su fútbol podían perderse.

"Como europeos, esencialmente, hemos vendido nuestras almas. No sólo hemos vendido nuestras almas al mejor postor, sino que realmente no hemos hecho preguntas acerca de las personas que compran los clubes", sentencia el profesor de Deporte y Economía Geopolítica Simon Chadwick.

"Yo soy del Club Atlético de Madrid. Ahora mismo, la camiseta de mi equipo, que para mí es un manto sagrado, está ensuciada con la publicidad de Riad, la capital de un país como Arabia Saudí que no respeta los derechos humanos, que no respeta los derechos de las mujeres, que no respeta los derechos de los homosexuales. Creo que para ciertas cosas los clubes deberían consultar a sus aficiones y no me parece menor consultar cuál es la publicidad que se va a llevar en la camiseta, que tiene 100 años de historia, que representa mucho más que un artículo de venta en una tienda", critica Alejandro Requeijo.

En esta nueva era del fútbol todo se ve afectado: los estadios, ya polivalentes, pierden la sensación de casa, de hogar, para los hinchas, los inasequibles precios de las entradas, los horarios y días de los partidos, el color, el diseño o los escudos de las camisetas. Incluso se acaba siendo parte de una estrategia única para todos los equipos, si se pertenece a un grupo de multipropiedad.

"Antes tú podías llevar a tu hija, a tu hijo al fútbol, junto con el abuelo o la abuela. Era un plan familiar. Ahora me gustaría que la gente se preguntase cuánto cuesta hacer eso en uno de los grandes estadios. Y un día llegas y tu club ha cambiado los colores de la camiseta, se han llevado el estadio a otro lugar, han hecho un retoque en el escudo. Está en manos de empresarios extranjeros que, en cuanto puedan, se van a llevar a tu equipo a jugar partidos fuera, aunque sean amistosos. Llega un momento en el que piensas: 'Exactamente, ¿con qué me identifico de esto?' Cada vez, tienes menos asideros identitarios", asegura el hincha del Atlético de Madrid.

La profesora Katarina Pijetlovic, experta en Derecho Deportivo Europeo, se pregunta si se pueden dejar un bien de interés público y los valores culturales del fútbol europeo en manos de estas entidades privadas que solo buscan el éxito comercial y beneficios y no tienen interés en proteger los valores del fútbol europeo. Su respuesta es tajante: "Está claro que no". 

Los retos de la supervisión del mercado del fútbol

Ante esta situación, en algunos países ya se están produciendo movimientos, incluso legislativos, para supervisar un mercado que tiene enormes implicaciones financieras y sociales y para devolver un mayor protagonismo a los aficionados.

"El fútbol europeo se rige ahora por una lógica de mercado, lo que significa que son los propietarios quienes lo dominan y, en particular, los propietarios de los grandes clubes europeos", afirma Raphaël Le Magoariec, analista de Geopolítica de los Estados del Golfo y Deporte en la Universidad François Rabelais. "Entre ellos, sigue habiendo clubes dominados por europeos que intentan proteger sus intereses frente a los nuevos inversores", concluye.

Cuando el grupo multipropiedad 777 Partners, con sede en Miami, compró, en 2022, uno de los clubes más antiguos de Francia, el Estrella Roja, sus aficionados se alarmaron y se pusieron en contacto con el diputado francés, Eric Coquerel, que preside la Comisión de Finanzas en la Asamblea Nacional. "Había cierta inquietud por parte de los aficionados porque chocaba un poco con los valores del club. Había dudas sobre el origen de sus fondos y sobre su objetivo, que sigue siendo sobre todo especulativo. Y hoy hay claros problemas financieros", afirma Coquerel.

"Cuando se poseen cinco, seis o siete clubes en diferentes estados, pueden producirse quiebras en cadena que penalicen a los distintos clubes y eviten la competencia en diferentes países", explica Raffaele Poli, del Instituto de Inteligencia Deportiva CIES. "777 Partners posee clubes en Bélgica, en Alemania, en Italia, en Estados Unidos, todos ellos tienen dificultades financieras y toman jugadores como activos en un club y los trasladan al otro en maniobras puramente contables y financieras que van en detrimento de cualquier lógica deportiva, pero también a menudo, por desgracia, en detrimento de la solidez y la sostenibilidad de los clubes".

El diputado francés Eric Coquerel ha presentado una ley para prohibir la propiedad multiclub en Francia, donde casi la mitad de los equipos de primera y segunda división está bajo este tipo de propiedad. "Creo que el ecosistema del fútbol se está descarrilando y tenemos que restablecer el orden y la mejor manera es regular. Tenemos que volver a una prohibición estricta de la propiedad multiclub, eso es lo primero. La segunda forma es devolver más poder a la entidad deportiva. En última instancia, el fútbol debería ser lo mismo que la excepción cultural en Francia. El Estado francés considera que la cultura es diferente de otros productos comerciales, una doctrina encaminada a proteger a sus artistas y sus productos en la legislación nacional y los tratados internacionales", asegura el diputado francés.

Para Andrew Page, miembro de Newcastle United Fans against Sportswashing (fans contra el blanqueamiento deportivo, "es necesario que haya alguna legislación gubernamental que cambie la forma en que se supervisa y gestiona esto, porque se está convirtiendo en algo insostenible gestionar un juego en el que un Estado nación elige a un equipo y otro Estado nación elige a otro, y en el que también se está sujeto a fuerzas más amplias".

El 19 de marzo de 2024, el gobierno del primer ministro británico, Rishi Sunak, presentaba ante el parlamento una legislación para reformar la Ley de Gobernanza del Fútbol en Inglaterra, devolviendo a los aficionados al centro del juego. Sunak dijo que "el fútbol es desde hace mucho tiempo una de nuestras mayores fuentes de orgullo nacional. Pero, durante demasiado tiempo, algunos clubes han sido víctimas de propietarios sin escrúpulos que se salen con la suya con una mala gestión financiera que, en el peor de los casos, puede conducir al colapso total".

El elemento más importante de la nueva ley será la creación de un Regulador Independiente del Fútbol que promoverá la sostenibilidad financiera y podrá multar a los clubes con hasta el 10% de su facturación en caso de incumplimiento e introducirá pruebas reforzadas para propietarios y directivos. Se espera que la nueva ley entre en vigor a principios del próximo año, una vez haya pasado todos los trámites parlamentarios. Carlos III, en su primer discurso como rey, en noviembre de 2023, anunció la creación de este nuevo regulador independiente para ”salvaguardar el futuro de los clubes de fútbol en beneficio de las comunidades y los aficionados”, como respuesta a las demandas de los aficionados.

Alemania, la excepción a la regla 

No son pocos los que cada vez más anhelan que el modelo que rige en Alemania se aplique en sus ligas después de ver cómo los símbolos de sus clubes se convierten en mercancías al servicio de marcas e incluso gobiernos con los que no se pueden identificar. 

Alemania intenta salvaguardar a sus clubes con su regla 50+1, introducida en 1998, que promueve la participación e influencia de los aficionados en los procesos de toma de decisiones. Garantiza que al menos la mitad de un cluB más una acción sea propiedad de asociaciones de socios, con exenciones para los inversores que hayan tenido intereses en un club durante más de 20 años. Esta norma frena la inversión privada y mantiene la seguridad financiera de los clubes de la Bundesliga. Como consecuencia, los equipos alemanes están fuera del alcance de los bolsillos de inversores extranjeros o de los petrodólares. El modelo alemán es muy admirado por su enfoque único de la propiedad de los clubes y la gestión del fútbol.  

"Inversiones como las del Newcastle, comprado por los saudíes (Public Investment Fund), o el París Saint-Germain por los qataríes (Qatar Sports Investments), no podrían tener lugar en Alemania y, a largo plazo, esto podría afectar incluso a los mejores clubes alemanes en su competitividad a nivel europeo", afirma Raffaele Poli, que señala que sólo el 11% de los clubes alemanes muestran algún grado de propiedad extranjera.

Los resultados de esta última Champions League contradicen, sin embargo, a quienes afirman que el modelo alemán hace menos competitivos a sus clubes. De los cuatro semifinalistas, sólo uno, el PSG, está en manos extranjeras. Los otros tres, el Bayern Munich, el Dortmund y el Real Madrid, el reciente campeón, siguen funcionando como antaño, lejos de multipropiedades y de grandes inversiones de fuera.

"La liga alemana es la que tiene mayor apego a los equipos, los aficionados se identifican mucho con ellos, los precios de las entradas son los más bajos y la asistencia es la más alta. Tienen un buen sistema que potencia su fútbol. Ahora mismo, se puede decir que el fútbol alemán es el más sano de Europa y los clubes consiguen incluso tener su contabilidad en negro, lo que es muy raro", añade Poli.

"Creo que es importante que una mayoría de los clubes todavía siga dependiendo de sus hinchas, de sus socios. Es una deuda que tenemos con los fundadores de nuestros clubes, que alumbraron nuestros equipos no como una explotación de negocio, sino como una un elemento integrador que unía a un barrio, a una ciudad, a un gremio. Y me parece que entregar todo ese legado patrimonial a manos privadas supone una traición a lo que significan nuestros clubes. El modelo 50 + 1 es una combinación muy positiva entre lo privado y lo que es lo social, siempre y cuando se le dé prioridad o la mayoría a lo social. Las aficiones alemanas están dando año tras año una lección al resto de Europa sobre lo que significa vivir el fútbol y la defensa de la identidad propia que tiene el fútbol alemán, con estadios llenos, con estadios alegres. Es indudable que a los alemanes también les han ido con el cuento de que, a más dinero, mejores futbolistas y, sin embargo, les ha dado igual. No están dispuestos a renunciar a su idiosincrasia", explica con admiración Alejandro Requeijo.

"Si no hacemos nada, lo que vamos a tener es un tipo de fútbol que nos es completamente ajeno, no el basado en la comunidad, donde naces y creces con tu equipo, con alma y corazón, con ADN familiar, si no hacemos algo pronto, eso desaparecerá", advierte Simon Chadwick. El profesor de Deporte y Economía Geopolítica hace un llamamiento a la movilización de los aficionados porque, dice, "la mayoría habla mucho y actúa muy poco. Y lo que necesitamos es más acción. Supongo que el ejemplo de comunidad que trasciende los intereses partidistas es Alemania. Tenemos que encontrar la manera de darles poder a los aficionados, de darles la oportunidad de influir, de darles voz".

Porque, y si un día los empresarios, en lugar de hacer caja, pierden dinero o se cansan y se pasan a otro negocio ¿qué quedarán de las raíces robustas que conforman los aficionados de toda la vida?