Las campeonas del mundo también quieren el oro olímpico: el último reto de un equipo que sigue rompiendo esquemas
La selección española femenina de fútbol, erigida en símbolo del avance imparable del deporte femenino, hace su debut olímpico en París 2024
Los Juegos Olímpicos son un escenario desconocido para la selección española femenina de fútbol, que debuta en 2024 con todos los ojos puestos sobre ellas. Llegan como favoritas después de ganar el Mundial de Australia 2023, el primero para España, y la Liga de Naciones este año. Y a su historial casi impecable sobre el césped se suma una verdadera revolución fuera del terreno de juego.
Las jugadoras de la Roja llegan a París tras un ciclo sin precedentes de triunfos colectivos y reconocimientos individuales, pero también de lucha y de demasiadas polémicas. Para bien y para mal, todo en lo que se han visto envueltas las futbolistas españolas las ha erigido ya en símbolo del avance imparable del deporte femenino y las impulsa para alcanzar otro sueño que parecía imposible tiempo atrás: el del oro olímpico.
Los hitos de un 2023 histórico
Hay un dato incidental que da fe del trepidante ascenso en importancia y representación que ha experimentado el fútbol femenino en España en los últimos años: el número de futbolistas federadas se ha triplicado desde 2009, superando las 100.000 en 2023.
La consagración del fútbol femenino español se confirmó, efectivamente, en un 2023 vertiginoso que empezó marcado por la incertidumbre de una selección rota y con un seleccionador en el que sus jugadoras parecían haber perdido la confianza. Pese a todo, y tras vencer en las eliminatorias a Suiza, Holanda y Suecia, España se clasificó para su primera final de la Copa Mundial Femenina, en la que venció a Inglaterra y se alzó con su primer título de campeona del mundo.
Con esa victoria histórica -nunca hasta entonces había pasado de los octavos de final- España se convertía en campeona del mundo en todas las categorías de fútbol femenino a la vez: sub-18, sub-20 y absoluta.
El Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023 encumbró al equipo al completo y también a algunas futbolistas en particular, como Salma Paralluelo -mejor jugadora joven- o Aitana Bonmatí, que recibió el Balón de Oro del torneo. Lamentablemente, los nombres que más titulares ocuparon tras la victoria no lo hicieron por motivos estrictamente deportivos.
El beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso tuvo repercusión internacional y adquirió mayor relevancia por la actitud del entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que primero le restó importancia y después ofreció unas dudosas disculpas. El suceso marcó un antes y un después -sintetizado en un hashtag, #SeAcabó, considerado el #MeToo del fútbol español- para una selección que llevaba años exigiendo cambios estructurales.
Una selección curtida en reivindicar
Ya en 2015, tras el Mundial de Canadá, las futbolistas de la selección se plantaron ante el trato recibido por el entonces seleccionador, Ignacio Quereda. Era la primera vez que España se clasificaba para un mundial, pero no superó la fase de grupos.
“Todavía recuerdo lo que un dirigente de la RFEF nos dijo después de que fuéramos eliminadas -contaba Vero Boquete, una de las jugadoras más destacadas de aquel equipo, en una entrevista radiofónica recogida por The Athletic-. Dijo: ‘¿Así es como nos pagáis por traeros aquí? Malgastando nuestro tiempo en lugar de que podamos estar con nuestras familias, mientras vosotras os entretenéis un rato’”.
La movilización de las jugadoras terminó con la salida de Quereda, que fue sustituido por Jorge Vilda. Pero como destacaba la futbolista gallega, el problema no era solo con una persona: “Hay un problema mucho mayor que es cultural, y es el sistema dentro de la RFEF”. Algunas de las jugadoras que se manifestaron entonces nunca volvieron a jugar con la selección, incluida la propia Boquete. Una situación similar a la que se viviría siete años después.
En julio de 2022, la selección cayó ante Inglaterra en cuartos de final de la Eurocopa. Las jugadoras, que antes del partido ya habían comunicado internamente su descontento, transmitieron después sus quejas a la Federación por lo que consideraban una mala gestión de un equipo del que todo el mundo esperaba más. Las capitanas, Irene Paredes, Patri Guijarro y Jenni Hermoso, hablaron entonces de un “malestar generalizado”. En septiembre, el fútbol femenino español explotó de nuevo cuando la Federación anunció que 15 jugadoras renunciaban voluntariamente a la selección mientras no cambiara una situación que afectaba a su estado emocional.
Tras siete años en el cargo, las jugadoras esperaban un salto adelante que no llegaba y sentían que era necesario un cambio drástico en la organización y el día a día de las concentraciones de la selección.
‘Las 15’ - Aitana Bonmatí, Andrea Pereira, Ainhoa Vicente Moraza, Amaiur Sarriegi, Claudia Pina, Laia Aleixandri, Lola Gallardo, Lucía García, Leila Ouahabi, Mariona Caldentey, Mapi León, Nerea Eizagirre, Ona Battle, Patri Guijarro y Sandra Paños- tuvieron el apoyo público de Alexia Putellas, entonces lesionada de gravedad, y las capitanas del equipo, Jenni Hermoso e Irene Paredes. Y el fútbol español -que desde esa temporada tenía, al fin, una liga profesional- siguió sin ellas. Pero el partido aún no había terminado.
Poco a poco, algunas fueron volviendo a la selección, entre ellas Jenni Hermoso. Como en 2015, la rebeldía salió cara: en el Mundial de 2024 solo había tres futbolistas de ‘las 15’.
El camino hasta París 2024
El 20 de agosto de 2023, España se proclamó campeona del mundo. Unos días después, 81 futbolistas españolas -incluidas las 23 ganadoras del torneo- renunciaron a formar parte de la selección mientras Rubiales siguiera en el cargo.
Lo que siguió fue una cascada de acontecimientos que comenzó con la dimisión de Rubiales, después de que la FIFA le inhabilitara durante 90 días por su comportamiento en la celebración del Mundial. Siguió con la destitución de Jorge Vilda, que fue sustituido por Montse Tomé, la actual seleccionadora, una decisión no exenta de polémica. Y compartió foco mediático con la huelga de las futbolistas españolas en su liga doméstica, que no comenzó la temporada hasta que se alcanzó un acuerdo para mejorar las condiciones salariales y laborales de las deportistas (una reclamación que apoyaba el 85% de los españoles, según el CIS).
Sin que la sensación de inestabilidad dentro de la Federación se haya diluido del todo -apenas un mes antes de los JJOO, el nuevo presidente, Pedro Rocha, fue inhabilitado por el Tribunal Administrativo del Deporte-, la selección consiguió alzarse como campeona de la Liga de Naciones de la UEFA. Seis meses después de ganar el Mundial, en una final a la que asistieron más de 32.000 espectadores, España derrotó a Francia y se aseguró el pase directo a los Juegos Olímpicos de París.
Un primer puesto que vuelve a destacar los méritos deportivos de este equipo y, al mismo tiempo, refuerza unos logros sociales que la han convertido en referente a nivel mundial. Con esa trayectoria, la mejor selección femenina de fútbol del momento llega a su primera cita olímpica acostumbrada a pelear, decidida a romper esquemas y preparada para ganar.