Lo que esperas vs lo que consigues: ¿cumple España las previsiones de medallas en los Juegos Olímpicos de París?
- Las predicciones más optimistas daban a España más de 30 metales, que se han quedado en 18
- El baloncesto o el boxeo han compensado la desilusión de otras medallas que se veían seguras
España tenía grandes esperanzas de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024. Y aunque los pronósticos apuntaban a que España rompería su récord olímpico, el cómputo global se ha quedado a cuatro medallas de igualar las históricas 22 de los Juegos de Barcelona 1992.
Tales eran las expectativas a pocos días de encender el pebetero que ‘la bola de cristal’ de los diarios especializados L’Equipe y Sports Illustrated predecía que España ganaría 31 y 28 metales, respectivamente. Una porra menos ambiciosa -y finalmente acertada- hacían The Athletic (The New York Times) y Gracenote (Nielsen), ambos otorgaban a la delegación 18 preseas.
Alimentaban el optimismo algunos de los nombres más conocidos de la delegación española, muchos de ellos campeones mundiales, europeos o estrellas de otros Juegos Olímpicos. Este es el caso del doblete de Carlos Alcaraz y Rafa Nadal -conocidos como Nadalcaraz-, de las vigentes campeonas de la selección de fútbol o de Alberto Ginés, oro olímpico en escalada deportiva en Tokio 2020.
Muchos de esos nombres no han llegado a subir al podio. A cambio, esta edición de los Juegos también ha tenido su ración de sorpresas y los reveses se han compensado con algunas de las medallas más inesperadas de la historia olímpica de España.
España, lejos de las predicciones más optimistas
L’Equipe y Sports Illustrated coincidían en el oro que preveían en cinco deportes, de los cuales solo uno ha cumplido el pronóstico: el de Álvaro Martín y María Pérez en la nueva prueba de relevos mixtos. En sus quinielas, la selección femenina de fútbol se impondría como campeona mundial y olímpica, Carlos Alcaraz se agenciaría el oro tanto en individual como en dobles con Nadal y Jordi Xammar y Nora Brugman conquistaría el podio de la vela 470: nada más lejos de la realidad.
Brasil dejó a La Roja fuera de la final de fútbol femenino y Alemania le quitó el bronce; de las dos medallas previstas en este deporte quedó el oro de los de Santi Denia. En tenis, Alcaraz ganó la plata entre lágrimas, el sueño ‘Nadalcaraz’ terminó en cuartos de final y quienes sumaron la segunda medalla (de bronce) fueron Sara Sorribes y Cristina Bucsa. Y en vela, tras el inesperado oro de Botín y Trittel en 49er, Xammar y Brugman, campeones del mundo y de Europa, se quedaron a dos puntos de revalidar el bronce de Tokio 2020.
Solo Sports Illustrated predijo el oro de Jordan Díaz, pero nadie imaginó que el joven de 23 años firmaría el oro en su primer triple salto. Tampoco se esperaba que el baloncesto español sumara una medalla en 3x3 a costa de Alemania y que el boxeo ‘made in Spain’ lograra dos metales tras una sequía de más de 24 años.
L’Equipe daba por ganadora a la selección masculina de waterpolo y Sports Illustrated la situaba en el podio; a sus compañeras les reservaban el metal menos preciado. Fue al revés: los de David Martín quedaron sextos y las guerreras del agua se llevaron su primer oro.
En taekwondo, Sports Illustrated daba dos medallas a España y L’Equipe apostaba por el pleno. Nada fue como se esperaba: Adriana Cerezo, plata en Tokio 2020, fue eliminada en cuartos; Cecilia Castro cayó en octavos y quienes disputaron sin éxito el bronce fueron Adrián Vicente y Javier Pérez. Algo parecido ocurrió con el remo y el tiro, cuyos clasificados tampoco subieron al podio de París 2024.
Estados Unidos y China superan todas las predicciones
Con España los pronósticos no se ponían de acuerdo, pero en el caso de los países que suelen liderar el top 5 las quinielas eran más claras. Las cuatro tablillas daban a Estados Unidos más de 110 medallas y a China en torno a 85. En ambos casos, la realidad supera a la previsión: Estados Unidos ha conquistado 126 de los 1.039 metales repartidos y el gigante asiático, 91.
En el caso de Gran Bretaña, que en el cómputo total de medallas aparece en tercer lugar –sin tener en cuenta el número de oros–, las porras se quedaban solo a dos metales de las 65 conquistadas.
The Athletic era el único de los cuatro que no se acercaba a la realidad del desempeño de Japón, y también pronostica por lo bajo el resultado de Australia y Francia. Esto se debe a que el medio propiedad de The New York Times no se basa en otras competiciones, sino en la capacidad de cada país de producir un rendimiento atlético de élite; es decir, tiene en cuenta tanto la población y el PIB per cápita como el acceso igualitario y la inversión del estado.
París 2024 y la suerte que sonríe al anfitrión
Francia ha duplicado sus medallas respecto a 2020. Es más, en su historia olímpica, el máximo de medallas en unos juegos de verano era 43, pero este año, jugando en casa, ha elevado su récord hasta 64. Esta tendencia al alza, el llamado ‘efecto anfitrión’, se refiere al considerable aumento de medallas que experimenta el país que acoge los Juegos.
Ya lo vimos en los juegos de Barcelona 1992 cuando España pasó de cuatro metales a 22. Aunque el rendimiento de la delegación ha mejorado en las últimas ediciones, se trata de un récord que a día de hoy sigue sin batirse.
Lo mismo ocurrió con China en los juegos de Pekín 2008, que pasó de 64 a 101 metales. Japón también obtuvo su mejor rendimiento en los juegos de 2020 y lo mismo ocurrió antes con Brasil (Río 2016), Gran Bretaña (Londres 2012) o Australia (Sídney 2000).
Para Estados Unidos, ya de por sí perenne en la cima del medallero, el efecto es menos significativo. Su delegación logró su máximo en Los Ángeles 1984 con 175 metales; y en Atlanta 1996, aunque no elevó ese techo, consolidó un rendimiento que ya no bajaría de los 100 metales, con la excepción de las 93 de Sídney 2000.
¿Y qué hay detrás de este efecto? Los países anfitriones no tienen que pasar el corte en los deportes de equipo y en algunos individuales tienen la representación garantizada. Además, los gobiernos aumentan la inversión en los deportes de élite. Y desde 2016, los organizadores pueden presentar nuevos deportes –en los que suelen destacar–; por ejemplo, en Tokio 2020 se introdujo el kárate y Japón ganó más medallas que otros países.
La otra cara de la moneda es el efecto rebote que ocurre especialmente en los anfitriones con menos recursos. Estudios internacionales señalan que celebrar este megaevento también puede afectar negativamente al rendimiento en juegos posteriores debido a la enorme carga financiera que supone la organización. Es el caso de países como Grecia, que cuando celebró sus juegos en 2004 obtuvo 16 metales y en las siguientes citas olímpicas el máximo ha sido de ocho.
Está por ver si la próxima cita olímpica, la de Los Ángeles 2028, aumentará –aún más– el rendimiento atlético de los de Norteamérica, que aspiran a superar su máximo de 175 campeones y sumar más medallas a un registro olímpico con más de 2.600 metales.