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El paso del tiempo vs. Lebron James

  • El nacido en Akron cumple 40 años en su 22ª temporada como profesional
  • Sólo ha bajado de 25 puntos por partido en su año como 'rookie' y en la presente campaña

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LeBron James cumple cuatro décadas y sigue ampliando el libro de la historia

No hace falta resurgir de las cenizas cuando las alas jamás se calcinaron. El ave fénix que, probablemente, jamás vea la NBA en el cuerpo de LeBron James continúa lejos de escenificar una aparición en este 30 de diciembre de 2024, fecha en la que cumple 40 años. Cuatro décadas de vida y más de la mitad, 22 años, con un rendimiento que hace mucho, ya en su primera temporada, dejó atrás la presión que yació sobre él desde su llegada al estrellato en su etapa en el instituto de St. Vincent-St. Mary, en su Akron natal, al noreste del estado de Ohio.

Esa presión se escenificó en la portada de ‘Sports Illustrated’ del mes de febrero de 2002, más de un año antes de que fuera seleccionado como número 1 en el ‘draft’ de 2003 por los Cleveland Cavaliers. Una elección que despertó la llama en una franquicia que, hasta su debut disputó la postemporada en un 40% de las campañas y, desde 2003, disputa una de cada dos.

En una de esas presencias más asiduas a las eliminatorias por el título llegó la primera presencia en unas finales. Mike Brown dirigía a los Cavs, desde el banquillo, con un LeBron de 22 años, padre, novato del año en su primera temporada y ya con tres presencias en el partido de las estrellas. No sólo empezaba a engrosar su palmarés personal sino que, también, lideraba a un equipo con nombres tan discretos como icónicos: Zydrunas Ilgauskas, Shannon Brown, Sasha Pavlovic o Drew Gooden.

El rival en esas finales fueron los San Antonio Spurs de Popovich, con Duncan, Ginóbili y Parker en busca del cuarto anillo de la franquicia. Lo consiguieron, ‘barriendo’ con un inapelable 4-0 a unos Cavs que evidenciaban la brecha entre su número 23, con 22 puntos por partido, y Drew Gooden -el siguiente en anotación-, tras un latifundio estadístico y con menos de trece puntos por encuentro.

Jugó tres temporadas más en ‘su’ franquicia, siempre liderando al equipo hacia la postemporada. Unos ‘playoff’ en los que los Cavs cayeron ante Boston, Orlando y, de nuevo, Boston, con una media anotadora en las últimas series de casi 31 puntos por partido.

Su último encuentro, por entonces, como ‘Cav’ fue con un triple doble de 27 puntos, 19 rebotes y 10 asistencias, insuficiente para forzar el séptimo partido y mantener abiertas las opciones de imponerse a los de Florida. Algo que habría deparado una final contra Los Ángeles Lakers. Sí. Un LeBron James contra Kobe Bryant, las dos máximas figuras de la liga en las dos primeras décadas del siglo.

“I’m gonna take my talents to South Beach”

“Llevaré mi talento a Sout Beach”, así anunció ‘el rey’ su desembarco en Miami para unirse a Dwyane Wade y Chrish Bosh en un ‘Big Three’ que, durante los cuatro cursos, siempre llegó a las Finales. Cayeron ante los Mavericks de Nowitzki en su primer año y, después, llegaron los dos primeros campeonatos para LeBron James en un ‘back-to-back’ antológico frente a Oklahoma City Thunder y San Antonio Spurs, en la venganza personal del de Ohio contra los tejanos de, Gregg Popovich que, hasta esta fecha, son las únicas finales que ha perdido en su carrera.

La última temporada en Florida también terminó, para James, en las finales pero, en esta ocasión, fueron los Spurs quienes mordieron el trofeo Larry O’Brien. La media anotadora del ‘6’ de Miami de algo más de 28 puntos por partido no fue suficiente para endulzar la despedida del hijo pródigo en su viaje de regreso a Cleveland donde, tras su marcha, no fueron pocos los seguidores de la franquicia que, entre otras envenenadas lindezas, quemaban camisetas de su prófugo ídolo en señal de ofensa.

¿Qué hay de nuevo, Cleveland?

Volvió con el objetivo de devolver al estado de Ohio, y más concretamente a Cleveland, un título. De nuevo, aunque esta vez mejor escoltado que en su primera etapa, con un estelar Kyrie Irving, llevó a los Cavaliers a las finales en cada uno de sus cuatro cursos. Las cuatro ante su némesis, los Warriors de Steve Kerr, Stephen Curry, Klay Thompson y Draymond Green.

En tres de ellas la moneda cayó del lado de los de la Bahía de San Francisco pero fue en 2016 cuando, en el séptimo partido de las finales, después de igualar una ventaja en la serie de 3 – 1 para Warriors, LeBron James voló para taponar e impedir la bandeja de Iguodala que pondría a los azules en ventaja. Ese tapón dio paso a un triple cinematográfico de Irving, con Curry sobre él, que selló el primer título para los Cavs y el tercero para un LeBron que seguía siendo decisivo.

De costa a costa

Con la derrota al año siguiente puso fin a su etapa en Cleveland para cruzar el país y, de costa a costa, recalar en Los Angeles Lakers. La segunda franquicia más laureada y, probablemente, la más glamurosa, se hacía con los servicios de un LeBron ya cerca de los 34 años. En su segundo año, tras la contratación de Anthony Davis, el de Akron se unió a Robert Horry y John Salley, además de su compañero Danny Green, como únicos jugadores en proclamarse campeones con tres equipos diferentes.

Y como en los dos anteriores –salvo en su temporada de ‘rookie’ y, de momento, en la presente-, sus números nunca han bajado de los 25 puntos de media por partido, acumulando hitos como el de liderar a la liga en asistencias con algo más de diez por partido, en el año de su último campeonato, con 35 años.

Tiempos oscuros para los de púrpura y oro, con sólo un anillo en las últimas catorce temporadas, al margen de plantillas plagadas de medianías y que llegó a vivir su racha más larga –seis temporadas- sin comparecer en la postemporada. Algo que también fue capaz de revertir la llegada de LeBron que, por el momento, ‘sólo’ se ha perdido dos en los seis cursos completos que ha disputado en Los Ángeles.

Mientras tanto, LeBron ya se ha convertido, además de en el máximo anotador de la historia de la liga, en el jugador con más minutos disputados, superando a Kareem Abdul-Jabbar, del mismo modo que hizo para pasar por encima de la leyenda en puntuación en 2023. Al menos, en cuanto a cifras. De situarlo en el corazón del aficionado a determinada altura se encargará el paso del tiempo.

Un camino incierto el que tiene por delante tanto el equipo –con balance positivo pero muy ajustado-, como la familia James, con Bronny, el primogénito, desarrollándose en el equipo angelino de la ‘G-League’, y cuya temporada con los Lakers trasciende poco más allá de la ansiada foto padre-hijo compartiendo equipo y parqué vista a principio de temporada. Mientras tanto, LeBron ha vivido un final de noviembre y un principio de diciembre atípicos, lejos del equipo “por razones personales” que no han trascendido y con porcentajes triplistas inexistentes, con cero aciertos en 19 intentos en cuatro partidos. Números que no ocultan la realidad, en un curso, el de su 40 cumpleaños, en el que promedia casi 23 tantos por partido, ocho rebotes y nueve asistencias. El ‘padre tiempo’ continúa vigente.