Carlos Soria: "Mi principal proyecto es vivir el mayor tiempo posible"
- El alpinista detalla cómo se prepara para seguir practicando su pasión con 85 años
- "Siempre tengo ganas de vivir y, sobre todo, siempre ganas de hacer de deporte, a ser posible en las montañas"
En nuestro segundo capítulo de la entrevista a Carlos Soria, el alpinista nos explica cómo entrena, cuál es su alimentación y cómo ha desarrollado su evolución desde sus inicios hace 70 años. “La montaña me ha ayudado a vencer dificultades en la vida”, asegura.
Tus entrenamientos son diarios y muy disciplinados.
Disciplinados no, aprovechando los huecos como sea. Y si tengo que comer, en lugar de a las doce y media de la mañana que como, como los franceses, lo tengo que hacer a las tres, como el personal que come en este país, pues lo hago y lo cambio, pero sin volverme loco.
Muchos te ven a las siete de la mañana en el rocódromo de Las Rozas y dicen que te levantas a las cinco de la mañana.
Eso es verídico. Yo desayuno a las seis de la mañana y abrir el rocódromo a las siete de la mañana me parece fantástico porque llego en veinte minutos. Si salgo de aquí [de Moralzarzal] a las ocho menos veinte tardo una hora por los parones que hay y a mí me gusta aprovechar el tiempo y además hay menos gente.
Pero en casa antes ya haces ejercicios de fuerza.
Hago algún movimiento mientras estoy con el desayuno. A veces me subo en el rodillo de la bicicleta y me muevo diez minutos. Hago flexiones y poco más. El rocódromo me ha venido muy bien y he cogido musculatura.
¿Cuál es tu estado de forma actual?
Como dice la gente, para 85 años que tengo, que voy a cumplir 86, está bastante bien. Estoy en mi peso. Me he pesado esta mañana y pesaba 57, porque el músculo también pesa.
¿Cómo son tus desayunos?
Mi desayuno es un conglomerado de cosas que no te lo puedes imaginar. Cantidad de pequeñas cosas juntas: proteína, frutos secos, creatina, semillas de chía y semillas de lino, copos de avena, levadura de cerveza...
¿Cuánto tardas en hacer este desayuno?
Le suelo dejar hecho el día anterior por la tarde para que esté húmedo. Además, los frutos secos antes de molerlos, los he tenido a remojo y los he secado y luego los muelo y los añado a este desayuno.
La nutrición juega un papel fundamental en la preparación física de un deportista.
Sí, como mucha fruta, zumos que me hago, me alimento bien. Y me gusta lo que como porque si no, no lo haría. Te lo juro que no lo haría. Me encanta lo que como. Algunas ensaladas con muchísimos colores. Le pongo arándanos también, pero tienen todo tipo de cosas, entre ellos lechuga y tomate, como es lógico.
¿Tener proyectos es tu manera de vivir?
Sí, pero mi principal proyecto es vivir el mayor tiempo posible, no solamente subir montañas, sino vivir el mayor tiempo posible. Por eso hago unos desayunos raros, me cuido, duermo, hago horarios raros que no los hace nadie. Me apetece ver también lo que va a ocurrir en este mundo dentro de unos años. Me gustaría llegar a los noventa o noventa y cinco porque esto va a cambiar mucho y me gustaría ver lo que ocurre aquí. Tengo curiosidad por lo que le va a pasar a mis nietos y cómo van a vivir y qué cambios van a tener. Siempre tengo ganas de vivir y, sobre todo, siempre ganas de hacer algo de deporte y a ser posible en las montañas.
¿Quién te inculcó el amor por la montaña?
Cuando era encuadernador, a mi jefe, Jesús Negueroles, le gustaba la pesca y me llevó alguna vez a pescar con él, pero a mí me aburría lo de la pesca. Me hizo una caña de niño y yo soltaba la caña, me aburría, tiraba piedras a los peces y me iba río arriba a ver si encontraba de donde venía toda aquella agua. Y a los 14 años, con mi amigo Antonio Riaño, fuimos por primera vez a pasar unas vacaciones a La Pedriza quince días. Dije "este es mi mundo" y, a partir de ahí, no he dejado nunca de ir a las montañas.
Pero una cosa es ser montañista y otra cosa es el himalayismo.
Eso es lógico en cualquier alpinista. Empiezas por caminar por la montaña, acabas queriéndote subir a los cerros más altos de tu alrededor e intentas escalar en sitios difíciles. Fíjate, hace sesenta años que hice la primera ascensión de la cara norte del Torreón de los Galayos y poco después, hice la primera ascensión española a la cara oeste del Dru con mis compañeros Antonio Riaño y los hermanos Durán durante tres días durmiendo en la montaña. Al Dru he subido tres veces por tres vías distintas y el Pilar Bonatti con Pedro Nicolás en el día. Subir y bajar en el día. Esa evolución es la que se va produciendo y, cómo no, te llama la atención ir a Los Andes, ir a los Alpes... Quién le iba a decir aquel niño muerto de hambre que iba a tener la oportunidad de conocer buena parte del mundo. Haber estado en la isla de Papúa, en Indonesia, para hacer las siete cumbres más altas de los siete continentes, haber estado en la cumbre más alta de la Antártida... eso no me lo podía esperar, pero mi vida ha sido maravillosa como deportista, como enamorado de la naturaleza y, sobre todo, de las montañas. Dentro de la naturaleza, las montañas son algo fantástico. Me parece a mí que tiene mucho que ver con el resto de la vida.
¿Cuál crees que es el éxito de que hayas alcanzado metas tan altas?
El querer hacerlo simplemente, porque yo he tenido muchas dificultades. He sido un niño pobre. He tenido familia numerosa. Cuatro hijas seguidas de una familia fantástica. Quizá de lo que estoy más orgulloso es de la familia que hemos hecho entre Cristina y yo, con cuatro hijas que todavía, además de ser familia, somos amigos. Ahora hemos estado las Navidades juntos. Una de ellas no ha podido venir por trabajo, pero seguimos así. Vamos al rocódromo y hemos escalado muchísimo y escalamos todavía juntos. Pero fíjate, tengo una hija que casi tiene 60 años. Yo casi no me lo creo y una nieta que tiene 26.
¿Tu cuerpo es de otra pasta?
No, mi cuerpo yo creo que es de la misma pasta. Quizá mi cabeza, mi manera de pensar. A mí me parece que es lo lógico. Todo esto no me parece que sea nada extraño. Me parece que es lo ideal. He tenido una vida tranquila. Cristina ha sido siempre, como yo he dicho, una insensata prácticamente. Cuando me iba al Everest era la montaña más cara y me iba solo y además subí solo a la cumbre. No tenía ningún patrocinador y Cristina me veía allí y me decía: "¡Carlos, tú vete, que luego cuando vuelves lo arreglas!" ¿Tú crees que hay alguna mujer en el mundo que te pueda decir eso teniendo un taller con cuatro empleados, cuatro hijas y ella misma? ¿Crees que puede haber alguien que te lo diga? Pues, Cristina me lo decía y mis hijas estaban encantadas. Me fueron a recibir una vez todas vestidas de hacer la comunión.
Los expertos y los médicos dicen que tienes un cuerpo diferente porque otras personas no serían capaces de hacer lo que haces.
Sí, me dicen que soy extraterrestre [se ríe]. No soy extraterrestre, soy hijo de Antonia y de Marcial, aunque más de Antonia que de Marcial, porque he heredado más de mi madre que de mi padre. Lo que pasa es que me apetece lo que hago. Me gusta lo que hago y es mi manera de vivir. Y soy feliz dándome una vuelta a la dehesa si no puedo hacer otra cosa o subiendo este cerrillo también que tengo aquí al lado y no digamos yendo a darme una vuelta por la Pedriza, que es un sitio para entrenarme. Es fantástico.
¿Podrías vivir sin la montaña?
¿Sin la naturaleza? Pues también podría vivir. Yo me adaptaría a lo que fuera, como es lógico. Yo quiero vivir. Quiero ver lo que ocurre aquí.
¿Pero qué ha significado para ti?
Mucho. Todo. La montaña muchísimo. Me ha ayudado mucho en la vida, el vencer dificultades en la montaña te ayuda también a vencer otro tipo de dificultades que no tienen tanta importancia. En conservar la vida, por ejemplo.
¿Qué le recomendarías a las personas de tu edad que apenas hacen deporte?
La primera recomendación que les doy, cuando no son tan mayores, es que lleguen a la jubilación en las mejores condiciones posibles, físicas y, en ser posible, económicas. Que vayan pensando en ello porque queda mucha vida por delante. Ha habido gente que cuando se jubilaba se ponía tristísima y no sabía qué hacer. Hay gente que se desesperaba porque le habían quitado la vida. Es muy importante alimentarse bien, beber un poco de vino, si es que le gusta el vino, pero un poco de vino, no fumar, comer bien y hacer ejercicio. No hay más que eso. Con eso es suficiente. Y tener ganas de vivir y tener ilusión. Yo tengo amigos que han empezado a hacer una carrera cuando se han jubilado. Lo que no se puede decir es estos que dicen: "¡Yo es que ya tengo 70 años!" Por tener 70 años no pasa nada. Por tener 70 años, solo tienes que tener alegría porque has vivido muchas cosas.