Barça y Atleti escriben una oda al fútbol con un frenesí de goles
- La eliminatoria se determinará en la vuelta del Metropolitano tras el empate agónico de Sorloth
- Rojiblancos y azulgrana no dieron un solo respiro en un partido de ocho tantos
Una oda al fútbol y los goles es lo que escribieron el FC Barcelona y el Atlético de Madrid en la ida de las semifinales de Copa del Rey. Un partido loco, sin dueño y que se tendrá que resolver en la vuelta, después de que Sorloth pusiera el empate en el último minuto. Abróchense los cinturones porque el partido fue puro desenfreno.
Cinco minutos de locura rojiblanca hicieron enmudecer a un Estadio Lluís Companys que vio saltar físicamente a los jugadores del Barça, pero no futbolísticamente. La dupla Griezmann-Julián se encargó de bajar el suflé tras el espectacular recibimiento que los aficionados habían preparado a las afueras.
El argentino apareció por sorpresa en el segundo palo en un córner y le devolvió el favor al francés para que pusiera patas arriba el marcador. En los banquillos, Simeone seguía maravillado con el ambiente mientras picaba ‘La Araña’ y a Flick le entraron los calores con el gol de Griezmann.
Arrebato y delirio azulgrana
Si el Atleti hizo dos goles en solo cinco minutos, los azulgrana pusieron el empate en solo tres. El show no había hecho más que empezar. Pedri sacó el pundonor azulgrana apareciendo en segunda instancia para cazar un pase de Koundé y Cubarsí convirtió su primer gol con el Barça en un momento inigualable. Y todo, antes del minuto 25.
El espectáculo, como era inevitable, se apaciguó momentáneamente mientras los azulgrana le buscaban las cosquillas a los rojiblancos con paciencia. Un Atleti que no encontraba hueco para la velocidad de Griezmann o Julián por las bandas.
Y en la calma, un cabezazo inapelable. El de Íñigo Martínez, que apareció en el segundo palo donde Cubarsí encontró el empate para deshacerlo y llevar a los equipos a vestuarios con un imponente 3-2.
Aquí nadie baja los brazos
Ese fue el único descanso que tuvieron los jugadores. 15 minutos antes de volver a desatar los vendavales ofensivos en la segunda parte. El partido cansaba hasta a los que estaban viéndolo sentados en sus casas. El ritmo era feroz, con ocasiones para todos los lados y con relevos necesarios para mantener semejante compás.
En la banda seguía dibujando regates un Lamine Yamal que parecía no estar muy acertado hasta que se reencontró con su socio Lewandowski. El polaco cazó un centro precioso para continuar con su idilio goleador.
Pero aquí nadie pisaba el freno, nadie bajaba los brazos. Y menos el Atleti. El corazón lo puso Marcos Llorente con un chute desde fuera del área para reducir la renta y Sorloth volvió a pegarle un zarpazo a los azulgrana a última hora igual que sucedió en liga. Aquí terminó cansado hasta el espectador en un monumento al fútbol de goles, el espectáculo, en un torneo que encontará a su finalista en el Metropolitano.