Champions League 2013-2014
F. C. Barcelona 3-1 Manchester U.
Las claves de la final de la Champions, por DAVID RAMOS
El Barcelona hizo historia en Wembley ganando su cuarta Champions tras imponerse al Manchester en la final por un cortísimo 3-1. Corto porque el Barça, salvo los diez primeros minutos, pasó por encima de los ingleses con una exhibición de fútbol memorable. Dominio, profundidad, verticalidad, toque, recuperación, rigor táctico... Más que una final, parecía un partido de profesores contra alumnos, y no es demérito del Manchester (le ha pasado los de Ferguson, pero también al Real Madrid... y a todos). El mérito es de un equipo que probablemente ya es el mejor de todos los tiempos. Históricamente los habrá con más títulos (de momento), pero no por juego. Nadie en toda la historia del fútbol ha jugado nunca con esa autoridad tan brillante y regular con la maneja los partidos este Barcelona. Hace pequeños a los rivales, sin distinción, y lo hace SIEMPRE, que es lo más difícil. Segunda Champions de la era Guardiola y tercera de esta fantástica e inigualable generación de futbolistas. Pocas veces es tan justo dar la enhorabuena a un campeón cuyo espíritu se resume en un gesto, el que tuvo Puyol cediendo a Abidal el brazalete de capitán y el honor de recoger la copa. No es fácil renunciar a levantarla, y ahí está la base del éxito, en la unión de un vesturario solidario en el que mucho tiene que ver Pep Guardiola.
Como no podía ser de otra forma, el mejor futbolista del mundo apareció para ser el mejor jugador de la final. Fantástico. No existe un calificativo que haga justicia al 10 del Barcelona. Messi se asoció con todos al primer toque, bajó a recibir, tiró caños milimétricos y canalizó todo el caudal ofensivo del Barça. Siempre encarando y en carrera, con la pelota pegadita el pie y buscando a sus compañeros. Estuvo imparable en las diagonales y fue decisivo en los goles del equipo. Marcó el segundo con un zurdazo raso y algo centrado en el que Van der Sar, tapado por Vidic, pudo hacer más, y entró en la historia igualando al holandés Van Nistelrroy con doce tantos en una Champions League. El broche lo puso con una espectacular jugada en la línea de fondo que acabó con el golazo definitivo de David Villa.
Ha terminado la temporada pletórico y lo demostró apareciendo de nuevo en el momento justo. Aprovechó un gran pase de Xavi para abrir la lata con una definición perfecta al palo de corto de Van der Sar. Completó su actuación aportando un trabajo incansable en defensa y ofrenciendo opciones de pase constantes, tanto en los desmarques como en los apoyos, a la línea de medios. Fundamental en esta Champions del Barcelona.
El Barça mostró cabeza y temple para gestionar las dos situaciones complicadas con las que se encontró. Primero supo salir de los diez primeros minutos asfixiantes del Manchester, en los que perdió incluso la posesión, y luego descafeinó con toque hasta el descanso cualquier intento de venirse arriba de los ingleses tras el gol del empate de Rooney, un remate con la derecha inapelable e imposible para Víctor Valdés.
No ha sido una temporada brillante a nivel particular del asturiano y se le notaba ansioso, impreciso. Pero se entonó con el paso de los minutos. Rozó el gol en dos ocasiones, una desde fuera que lamió el poste y otra cruzada que paró Van der Sar, y regaló a Messi un pase al que el argentino, que había fabricado una contra de libro, no llegó por poco. Pero lo mejor llegó en el 68', una rosca espectacular de Villa a la escuadra que cerraba la final.
Las palabras de Ferguson lo resumen: "Es el mejor equipo que he visto nunca". Al Barcelona le costó mandar diez minutos, los primeros, en los que los ingleses salieron a morder, pero a partir de ahí vino el monólogo de siempre. La diferencia es que esto era una final de Champions, pero nada cambia para los de Guardiola. Da igual que sea una final, da igual si el contrario sale arriba y da igual si vas ganando, te empatan o te vuelves a adelantar. La filosofía es siempre la misma: mandar con la pelota y atacar siempre. El Barça hizo minúsculo al Manchester en cuanto tomó el mando del centro del campo. Xavi cogió su batuta y empezó a dirigir el concierto. El balón, de un lado a otro y siempre pasando por sus pies o por los de Iniesta, y siempre ganado metros. Ellos, con la cabeza arriba, apoyándose en corto, avanzando en paredes y esperando desmarques. Fútbol en estado puro, superioridad aplastante.
El 3-1 fue un resultado muy corto para lo visto en el campo. El Barcelona es la base de la selección campeona de Europa y del Mundo y por tanto reúne sus mismas virtudes y algún que otro defecto, entre ellos la definición. Pedro tuvo una que envió fuera por poco, Villa las dos citadas, Alves otro mano a mano que sacó Van der Sar con los pies y Messi otras tres, una en la que no llegó a rematar un pase de Villa, otra que atajó el meta holandés y una última de tacón sacada por la defensa en boca de gol.
El húngaro Kassai no tuvo influencia alguna sobre el resultado gracias a la solvencia del Barcelona, pero cometió varios errores importantes que pudieron pesar mucho en la final. Dejó sin pitar dos penaltis, uno en cada área por manos de Evra y Villa, debió anular el gol de Rooney por fuera de juego de Giggs, que estaba ligeramente adelantado antes de darle la asistencia, y tardó mucho en sacar amarillas a los jugadores del Manchester, sobretodo al ecuatoriano Valencia, con el que estuvo especialmente permisivo.
Quien mejor trabajó este aspecto táctico fue quien dominó cada fase del partido. En un principio fue mejor el Manchester por la intensidad que imprimió a la presión. Los mayores problemas vinieron por la banda de Alves con el trabajo incansable de Park Ji-Sung y la anticipación de Evra. También Rooney y Chicharito pusieron en apuros la salida del balón culé, asediando a la defensa hasta el punto de provocar que Piqué casi se metiese el balón en su portería en una precipitada cesión a Valdés. Lo malo para el Manchester es que ese nivel físico era insostenible. Cuando el Barça empezó a tocar más cómodo, empezó a recuperar también más rápido. Desde el minuto diez hasta el final, en la recuperación mandaron Busquets, Mascherano y Piqué sumando 25 recuperaciones de balón entre los tres.
El artífice de todo esto merece una mención especial. Con esta victoria, Guardiola firma unos números de récord. De hecho, el destino ha querido que fuese él quien finalmente levantase 'la décima' esta temporada, la suya particular. Con esta copa suma ya diez títulos en tres temporadas como entrenador del Barcelona. Además, es el entrenador más joven en ganar dos Champions, honor que le quita desde hoy a Mourinho. Pero todo eso, los datos, son lo menos importante. El mérito de Guardiola es haber configurado un equipo capaz de hacer el fútbol más brillante que se haya visto. Un equipo en el que nadie da la nota, en el que todos se arropan y que lleva la humildad y el trabajo colectivo por bandera. Tiene a muchos de los mejores, eso está claro, pero también hay que gestionar el vestuario (Eto'o o 'Ibra' son decisiones difíciles). Guardiola es un líder nato y el creador de un equipo de época, porque este Barça es de leyenda.
