Por David Ramos
Barcelona y Real Madrid llegan al clásico con las fuerzas más igualadas que nunca. No sólo por su clasificación, sino por las sensaciones que transmiten. Guardiola sigue mimando más la estética, pero al equipo presidido por Florentino Pérez, al contrario que el año pasado, no sólo le avalan los números. Mourinho le ha dado al Real Madrid ese plus de autoridad en el campo que le faltaba y que parecía exclusivo del 'Pep Team'. Resulta imposible elegir un favorito e improbable pensar en otro repaso culé que prolongue la historia reciente de los clásicos. Estamos ante dos equipos con diferentes formas pero, esta vez sí, con el mismo fondo. Primero y segundo con estilos muy definidos. Los dos más goleadores y los menos goleados. Ya clasificados como primeros de grupo en Champions. Expertos con el marcador a favor, casi imposibles de remontar. De ahí que al final, a igualdad real, el detalle lo fije la puntería. La de 'Ibra' el año pasado, la de Baptista en el último asalto merengue al Camp Nou y la que mantiene obsesionados a Villa en general, a Higuaín (que parece que se lo perderá) en particular con los partidos grandes o a Ronaldo en el feudo blaugrana. Es verdad que el Barça tiende a recrearse y falla más ocasiones claras, pero estadísticamente necesita menos remates (203) que el Madrid (233) para marcar (ambos llevan 33 tantos en Liga). El primero que acierte, el que se adelante, será el verdadero favorito.
Madrid y Barça atacan por banda a pierna cambiada. Cristiano, Di María, Villa, Pedro y sobre todo Messi, imparable en su jugada más repetida, son expertos en trazar diagonales hacia el interior para armar el disparo con su pierna buena o asociarse en paredes para recibir de cara a puerta. Son jugadores penetrantes, atacantes verticales que nada tienen que ver con el interior que intenta salir por fuera para poner el centro al área, por lo que su marca tarda muy poco en dejar de ser del lateral. Así, la llave defensiva estará en la basculación de los mediocentros defensivos y en el sacrificio de los extremos contrarios. El equipo que no haga superioridad sin balón favorecerá que cualquiera de los citados encare en carrera a los centrales en dos toques.
Es tan bajo que sólo se les nota contra rivales de entidad. Pocos, sí, pero tienen puntos débiles. A la hora de ser 'generosos' con el rival, ambos lo serán a su manera: el Madrid perdiendo la iniciativa y el Barcelona dejando espacios. Y en este intercambio de golpes, a priori, el Madrid es más peligroso. 'Mou' querrá quitar la pelota al Barça, pero si no lo consigue, está preprado para jugar en función del rival. Si atrás el equipo está seguro, la ausencia de balón no le va a restar ni un ápice de peligrosidad. Sin embargo, el Barça sólo sabe jugar de una manera. Sin la pelota sufre. La quiere siempre, con ella sube en bloque... y deja espacios. Es su estilo y es irrenunciable. Si le sale bien, como casi siempre, hay que levantarse y aplaudir, pero hay que tener en cuenta que en frente tiene al equipo que mejor contragolpea. Busquets será vital.
El mejor jugador del mundo siempre es clave, y más si es especialista en brillar en los días importantes. Messi ha sido el factor desequilibrante en tres de los últimos cuatro clásicos y está en un momento de forma espectacular. Nunca le ha marcado a un equipo de 'Mou', pero lleva trece goles en Liga y hace dos meses que no se va sin 'mojar' de un partido. Marcelo tiene una prueba de fuego para demostrar que ha aprendido a defender con Mourinho.
Ronaldo es el actual 'Pichichi' con 15 goles, dos más que Messi, pero necesitando el doble de remates (90) que el argentino (49). Arrancó la temporada algo gafado de cara a puerta, pero se ha reconciliado con su versión más letal. El problema es que la motivación extra le juega malas pasadas, como el año pasado en el Bernabéu, condenado por un gran Piqué. Nunca le ha marcado al Barça ni ha aparecido en una gran cita con la camiseta del Madrid. Si juega para el equipo, cuidado.
Con extremos que van tanto hacia dentro los espacios para los laterales se multiplican. Van a tener toda la banda para ellos en algunos lances si acompañan la jugada. Y aquí Alves es el rey. Sube constantemente porque no sabe jugar de otra forma, es tan previsible como eficaz y será, seguro, un dolor de cabeza para la tarea defensiva del Madrid. Abidal, Ramos y Marcelo sí pueden sorprender si se desdoblan.
Es el fichaje preferido del madridismo por algo. Si hay un jugador en el que se refleje el cambio del Real Madrid respecto a otras campañas, ese es Di María. Presiona sin parar y le da el equipo ese espíritu que Eto'o le daba al Barça. Es una flecha en las transiciones, tiene gol... Es la chispa que el Bernabéu llevaba mucho tiempo sin ver. Desequilibrante y sacrificado por igual. Será el más difícil de contrarrestar para Guardiola, tanto para defenderle como para sacar el balón.
José Mourinho no hará modificaciones tácticas pero intentará asfixiar a los 'bajitos' del Barça, la esencia del estilo de la España que ganó el Mundial en Sudáfrica, Por Xavi e Iniesta pasa toda la construcción del fútbol del Barça, el 'tiki-taka' para el que el técnico portugués armará una tela araña que achique espacios con la intención de robar rápido, dársela a 'los que saben' y salir como un tiro hacia la portería de Valdés. Pero esa presión es un arma de doble filo. La ventaja del Barcelona es que jugando a lo que sabe, con ese tipo de jugadores expertos en proteger, tocar a la primera e inventar pasillos, puede cargar al Real Madrid de tarjetas. Una amarilla rápida a cualquiera de los mediocentros y sobre todo a los centrales (Carvalho y Pepe son de los que entran con todo) puede condicionar mucho el partido.
El punto del que parte la línea defensiva es lo que marca las intenciones. Los dos equipos están jugando con la defensa muy adelantada, casi en el centro del campo. El Barcelona lo va a seguir haciendo, pero 'Mou', casi con toda seguridad, no va a correr tantos riesgos. Si lo hiciese sería un partido precioso, a tumba abierta, pero lo cierto es que en el Camp Nou no le interesa. Será interesante ver también cómo han ensayado el balón parado, el aspecto en el que el Barcelona más ha sufrido defensivamente este año (le ha costado 5 puntos). Al saque de faltas o córners le han marcado Hércules, Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao y Mallorca, un total de cuatro goles, la mitad de los que lleva encajados Valdés y el doble de los que le han hecho al Madrid (le marcaron Real Sociedad y Málaga) .
Los banquillos van a ser fundamentales por tres motivos: los entrenadores, el público y los suplentes. Mourinho y Guardiola protagonizarán un duelo de psicólogos con métodos antagónicos. Mientras Mourinho dispara, Guardiola repele. El choque, que cogió fama la temporada pasada con una banda como testigo, promete vivir un nuevo episodio. ¿Habrá cuchicheos al oído de nuevo? ¿Tendrá alguna sorpresa Mourinho? De sus gestos dependerá el número de decibelios que marque el respetable del Camp Nou, al que su presidente ya ha pedido que no se deje desconcentrar. Por primera vez en la historia de un clásico parece que los entrenadores son más protagonistas que los propios jugadores. Y la realidad es que se juegan más en lo extradeportivo, en cuanto a su guerra psicológica, prensa, etc., que en lo deportivo, donde nada va a ser decisivo. En el planteamiento, Guardiola no ofrece dudas, por lo que la única incógnita es la de 'Mou'. Iban a jugar los mismos once de siempre, pero la probable baja de Higuaín puede acabar en variación táctica, con Lass de refuerzo en el centro en detrimento de Benzema, el recambio natural. ¿Y cómo van jugar, valientes o replegados? Ni los propios titulares lo tienen claro. Más allá de los tres (o seis) puntos, el interés está comprobar si hay un modelo capaz de mandar en el fútbol actual con autoridad además del de Guardiola. Por otra parte, el banquillo será importante por los posibles revulsivos que lo ocupen. El Barça tiene una plantilla corta y carece de recambios que a día de hoy hayan desnivelado partidos, mientras que el Madrid sí cuenta con dos que han hecho méritos para que se les tenga en cuenta: Benzema, que parece despertar y fue clave en varias ocasiones saliendo desde el banco, y Pedro León, que resolvió en Milán.