No fue un partido demasiado brillante de España, pero sí una prueba de superioridad que, por el bien colectivo, no debería surbirse a la cabeza de nadie. Porque
los 'olés' que consumaron la venganza históricaayer en Saint Denis eran contra Francia, y no a favor de España. Esta vez no merecíamos una ovación, sino un reconocimiento. Aún sin trenzar muchas jugadas al primer toque como nos tiene acostumbrados y quizá algo imprecisa en la entrega, 'la Roja' tuvo siempre el partido donde quiso, dando una gran sensación de superioridad ante un rival tan potente como es a priori Francia. Los de Del Bosque supieron sacar la otra cara de los campeones, la de la seriedad, la del saber estar, aguantar con la cabeza fría y dominar sin florituras. La selección supo leer el partido de principio a fin y demostró que no sólo es toque, sino también cabeza.
Como dijo Vicente del Bosque al final del encuentro, lo hicieron fácil (y Francia se lo puso más que fácil). Prueba de ello es que la primera y única gran ocasión de los 'blues' llegó en el 79' con un cabezazo al palo de Malouda