¡Oh!
Rudolf.
Ven aquí.
(MAÚLLA)
(MAÚLLA)
Rie, ya que no haces nada,
¿por qué no le llevas
estas fresas al tío Jasou?
-¿Fresas?
-Sí.
Nos las ha enviado la abuela,
acaban de llegar.
¡Qué bien!
Yo también quiero probarlas.
¡Hay muchas!
-Están sin lavar.
-No pasa nada.
Se las llevo ya, ¿vale?
Gracias, no olvides esto.
¡Bien!
¡Hasta luego!
(MAÚLLA)
(MAÚLLA)
Rudolf.
Sabes perfectamente
que no puedes venir conmigo.
Hasta luego.
(MAÚLLA)
¡Vaya!
¿A quién se le ha quedado
una carita larga?
Cómo te gustaría poder salir
a la calle con ella, ¿verdad?
Qué va, eso me da igual.
Por si no lo sabes,
puedo salir solo de casa
cuando me apetece.
¿Ah, sí?
Por supuesto,
conozco muy bien la zona.
Esto de aquí es un campo de flores
y aquí tenemos
un estanque súper grande
y este árbol es sin lugar a dudas
el cerezo más grande
y hermoso que hay
en todo el vecindario.
¿Todo eso es tu zona?
Pues no es muy grande que digamos.
No creo
que te dejen salir siendo tan vieja.
Bueno, sí, puede que en eso
tenga que darte la razón.
Pero nunca vuelvas a llamarme vieja.
No lo entiendo,
¿por qué Rie tiene que dejarme
en casa cuando sale?
¡Espera, es peligroso!
(MAÚLLA)
¡Eh, cuidado!
¡Tú, serás cara dura!
¡Fuera, dame eso!
¡Vuelve aquí!
Rie, ¿dónde estás?
(MAÚLLA))
¿Pero qué...?
Eso fue lo que me dijo...
¡Eh!
¡Eh! ¿Quién eres tú, chaval?
No me suena haberte visto
antes por aquí.
Y desde luego no pareces
un gato callejero.
¿Y qué si no lo soy?
Te aconsejo
que sueltes eso ahora mismo.
Hoy me siento amable,
así que me conformaré con el pez.
Puedes quedártelo si quieres.
No se puede negar que tienes agallas
para lo pequeño que eres,
¿acaso no te doy miedo?
Claro que me das miedo,
por eso te lo he dado.
Por mí puedes quedártelo.
Ya no lo quiero,
te lo he dado, así que es tuyo.
(Claxon)
¿Es que quieres suicidarte o qué?
A ver, ¿cuál es tu nombre?
Rudolf.
¿Y el tuyo?
¿Mi nombre?
¿Quieres saber mi nombre?
Pues tengo un montón.
¿"Tengo un montón"?
Que nombre más raro.
Gracias por el bocado.
Anda, ven conmigo.
Por cierto, ¿de dónde vienes?
Pues...
De la calle tres.
¿Y se puede saber dónde está eso?
La calle tres está en la calle tres.
Rie siempre la llama así.
¿Pero cuál?
¿De qué calle tres me hablas?
Ya veo que no tienes la menor idea
de cuántas calles tres hay en Japón.
¿Eres capaz de decirme al menos
cómo has llegado hasta aquí?
(MEGÁFONO) A todos los niños
que estáis jugando en la calle:
ya es hora de que regreséis
a vuestras casas.
Y así ha sido más o menos
cómo he llegado hasta aquí,
por una tontería.
Es preciso que encuentre
en seguida el camino de vuelta,
si no,
¿cómo voy a regresar a mi casa?
No creo que puedas.
¿Qué?
Que no podrás volver.
¿Por qué no?
Ese camión en el que has venido
ha viajado toda la noche.
Tu calle tres queda
muy lejos de aquí.
Tanto
que ni si quiera podemos verla.
Además, aquí prácticamente hay
una calle tres en cada barrio.
Lo que hay que saber es
a qué población y a qué prefectura
pertenece, pero tú no tienes
ni la menor idea.
Así que jamás podrás regresar.
¡Rie!
¡Cállate, así no hay quien duerma!
Lo siento mucho.
(LLORA)
(LLORA)
¡Eh!
¡Eh!
En marcha.
¿A dónde vamos?
Los gatos callejeros
no pueden quedarse mucho tiempo
en el mismo sitio.
(Maullidos)
(Maullidos)
(Maullidos)
¿Por qué venimos aquí?
Mirad, ha venido jefe.
¿Jefe?
Siempre viene los días que hay carne.
Parece mentira lo listo que es.
¡Anda, mira!
Hoy ha venido con un gatito negro.
Dicen
que los gatos negros dan mala suerte.
Esperad un momento.
Eso de los gatos negros
y la mala suerte es una leyenda,
solo los supersticiosos creen
en esas cosas
y es porque son incultos.
¿Incultos?
Si no lo entiendes es
porque también eres un inculto.
Tomad, disfrutad de la carne.
Me sorprende mucho
que Jefe haya hecho un amigo.
Podéis comer tranquilos.
Si no la quieres, me la comeré yo.
¡Esto está buenísimo,
nunca había probado nada igual!
¡Vaya, pero si es Gigante!
Espera, te traeré algo.
¿Gigante?
(MAÚLLA)
Ah, buenos días, Tigre.
Espera un momento.
¿Tigre?
Buenos días, Rayado.
¡Cuánto tiempo sin verte!
¿Rayado también?
Espera un momento, no entiendo nada.
¿Sobre qué?
Cada vez que vamos a un sitio
los humanos que vemos
te llaman de maneras diferentes.
Contéstame a esto,
¿acaso fuiste tú mismo
quién eligió
el nombre de Rudolf para ti?
No, fue el padre
de Rie quien me lo puso.
Por un antiguo príncipe europeo
o algo así.
Es guay, ¿no?
Ya, imagino que será
por el Archiduque Rudolf
de Habsburgo, ¿verdad?
¿Rudolf de Habsburgo?
Da igual, olvídalo.
La gente me llama como quiere
y a mí no me importa
lo más mínimo.
Unos Rayado,
otros Jefe, otros Gigante...
¡Vaya!
Por eso,
cuando nos conocimos ayer te dije
que tenía un montón de nombres,
porque era la pura verdad.
El problema es
que me entendiste mal.
Te dije:
"Pues tengo un montón".
Y tú pensaste
que ese era mi nombre verdadero.
Claro, ahora ya lo entiendo.
Dime una cosa,
¿es normal que un gato se lleve
tan bien con todos los humanos?
Es necesario.
Cualquier gato callejero
tiene que llevarse bien con ellos,
es la única forma
de comer decentemente.
Sí, es posible.
Pero para hacer eso
hay que conocerlos
y si has nacido en la calle...
¿O es que eras un gato doméstico?
Podría ser.
Ya nos veremos.
¿Qué le pasa?
¿Será por algo que he dicho?
Hola.
(GRITA)
¿Quién eres?
Tranquilo, Rudolf,
no pretendía asustarte.
¿Te extraña que sepa cómo te llamas?
Bueno, pues que no te extrañe tanto,
yo siempre me entero de todo,
especialmente en este barrio.
A propósito,
por si aún no te has enterado,
Solitario es una celebridad.
¿Solitario?
Sí, ese grandullón que has adoptado
como hermano mayor.
¿Quién? ¿"Tengo un montón"?
Vaya, ¿así es como tú lo llamas?
No está mal,
pero casi todos lo llaman Solitario.
Sí, como digo, yo lo sé todo
sobre este barrio,
así que creo
que debería presentarme.
Soy el gato más moderno,
molón y cañero de la ciudad.
Encantado.
¿Perdona?
¿No ha sido guay?
Espera.
¿Te parece mejor así?
No, no es por eso,
es que no has dicho...
Entiendo,
a lo mejor es que no conoces
la palabra molón, es como una mezcla
entre moderno y...
No has dicho tu nombre.
Buchi.
No vivo lejos, en una tienda que hay
en un par de calles más allá.
Un placer.
Igualmente.
Ya hace rato
que quería hablar contigo,
pero Solitario no se despegaba
de ti ni un momento.
¿Te da miedo?
¡Qué directo!
Oye,
no hagas preguntas absurdas, ¿vale?
Preguntar eso es casi lo mismo
que preguntar si hoy ha salido
el sol.
O sea, que le tienes miedo.
Solo hay un animal en la ciudad
que no le tenga miedo a Solitario,
se llama Diablo.
¿Diablo?
Alto.
Esta es su casa,
la de la familia Okaha.
Esta es sin duda alguna la zona
más peligrosa de todo el vecindario,
es decir, ándate con ojo.
¿Por qué es tan peligroso?
Pues porque a este perro
todo el mundo lo conoce como...
"El sabueso venido del infierno".
¿"El sabueso venido del infierno"?
Sí, tiene colmillos de acero,
garras afiladas como cuchillos,
cuando se enfrenta
a un enemigo lo destroza,
o al menos eso cuentan.
¿En serio?
Sí.
(GRUÑE)
(LADRA)
¡Yo me largo!
Espera.
¡Espérame!
(LADRA)
¡Diablo está loco,
ese perro es un psicópata!
¿Quieres venir a mi casa?
¡Tachán! Ya hemos llegado.
Es horrible.
¿A que sí?
Ahora entiendo que Diablo
no le tenga miedo
a "Tengo un montón".
Sí,
pero Solitario también es fuerte.
Incluso una vez se metió
en una pelea con otro perro.
Y eso que era un perro
mucho más grande que él.
Además, perseguía
a todos los gatos que veía,
daba mucho miedo.
Pero Solitario...
Le dio un puñetazo
justo entre los ojos.
Y luego le mordió una oreja.
¿Qué?
¿Y después?
Bueno, miró al perro
mientras lloriqueaba
y le dijo seriamente:
Si vuelvo a verte
alguna vez en este barrio
te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como una bola de billar.
¡Qué pasada!
Te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como a una bola de billar.
Eso es.
Te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como a una bola de billar.
Te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza como...
Lo siento, tengo que irme.
¿Qué?
¿La conoces?
Aún no, pero ahora mismo lo arreglo.
Pero quiero que me cuentes
más cosas sobre "Tengo un montón".
No ha querido hablar
de por qué se lleva tan bien
con los humanos.
¿Eso quieres saber?
¿Tú lo sabes?
Por supuesto que lo sé.
Solitario fue un gato doméstico
durante algún tiempo.
¡Eso es justo lo que pensaba!
Sí, ¡oh, no!
Hasta luego.
Vale.
(CANTA) "Si vuelvo a verte
alguna vez por aquí
te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como una bola de billar".
Llegas un poco tarde.
Sí, lo siento, pero escucha esto.
Si vuelvo a verte
alguna vez por aquí
te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como una bola de billar.
¿Qué haces?
¿Que qué hago?
No tienes ni la menor idea
de lo que significa ser
un gato callejero.
Solo he repetido
una frase que dijiste una vez.
Recuerda bien esto,
nunca lances una amenaza
si no la vas a cumplir.
Amenazar a alguien
no es ninguna broma.
Vale.
Recuerdo a ese perro.
Te aseguro que no se volvió
callejero por su propia voluntad.
Supongo
que te lo ha contado Buchi, ¿verdad?
Sí.
Buchi es idiota, además de inculto.
Oye, "Tengo un montón",
¿es cierto
que antes de ser callejero
vivías en una casa?
Vaya,
¿también te lo ha contado Buchi?
Sí.
Bueno, da igual.
Esa de ahí es la casa
donde vive Diablo, ¿verdad?
Sí.
Y yo vivía aquí,
en la casa de al lado.
Lo que ocurrió fue que mi dueño
tuvo que irse a Estados Unidos.
¿Estados Unidos?
Es un lugar que está
bastante más lejos de aquí
que tu casa.
Por desgracia,
no pudo llevarme con él.
Entiendo.
Sin embargo,
antes de marcharse para siempre,
mi dueño decidió
enseñarme algo muy especial,
algo que me resultó muy útil
a la hora de vivir por mi cuenta.
¿Puedo saber lo que te enseñó?
Me enseñó la escritura humana.
¿Escritura?
Mira, Tigre,
esto se lee "a".
Tigre era el nombre
que mi dueño me había puesto.
"I".
"U".
A pesar de mi falta de interés,
jamás se dio por vencido.
Me hizo estudiar día tras día,
casi sin descanso.
Aprendí tanto
que hasta podía leer un periódico.
Es impresionante,
¿pero para qué sirve leer?
Yo me preguntaba lo mismo,
pero ahora me alegro mucho.
Leer es muy útil, por ejemplo,
para saber si en el menú del colegio
hay carne o cualquier otra cosa.
¿En serio?
Ya lo creo.
En la cocina hay
un calendario colgado donde pone
lo que preparan cada día.
Así que solo tengo que leer el menú.
¡Hala!
Ahora ya lo sabes.
Espera, seguro que saber leer
tiene más ventajas.
Sí, puedo encontrar
toda clase de tesoros.
¿Tesoros?
Algo así, pero explicártelo
sería demasiado largo.
Te lo enseñaré otro día.
(GRUÑIDO)
Vaya, si es el pringado,
hacía mucho que no te veía.
Dime, ¿cómo llevas
lo de ir mendigando sobras
por ahí en compañía de un mocoso?
No debe de ser fácil vivir
en la calle, ¿verdad?
Me dais mucha pena,
si queréis podéis venir
a probar la comida
que me ha sobrado.
Vámonos.
Ese perro era Diablo, ¿verdad?
Sí.
Parece que no os lleváis bien.
Hace tiempo, cuando éramos vecinos,
nos llevábamos bastante bien.
Pero me convertí en gato callejero
y comenzó a odiarme
y a tratarme con desprecio.
Vaya, qué casualidad.
Está bien, está bien, lo reconozco,
no voy a negar que tal vez
me excediera proporcionándole
información innecesaria a Rudolf,
pero si lo hice fue únicamente
porque él estaba realmente
interesado en el tema.
Buchi.
Es la verdad.
Yo no hice más que...
Cierra el pico.
Al menos si quieres acompañarnos.
Venid.
¡Vaya!
¡Esperadme!
Bien, ahora te toca hacerlo a ti.
Voy.
Así que esto es un aula,
¡qué pasada!
Mira, todo esto son libros.
Claro, Rie solía leerlos,
los llamaba libros de texto
y revistas.
La verdad es que existen
muchísimas clases de libros.
Echa un vistazo.
¿De qué va este?
Es una guía ilustrada de animales.
¡Qué guay!
Este parece muy fuerte.
Claro, es un león.
Lo pone aquí.
¿Un león?
¡Miau!
Pero también pone muchas otras
cosas.
Es cierto, leer libros proporciona
un gran número de conocimientos.
De hecho, gracias a ellos se puede
recibir una buena educación.
Es la segunda especie más grande
de la familia de los felinos
después del tigre.
¿Lo veis? Bien.
Ahora usad un poco la imaginación.
Algunos machos pueden llegar
a pesar más de 250 kilos.
¡Qué grandes que son!
Así es.
Normalmente viven en Las Sabanas
que son una especie
de praderas inmensas.
Pero como veis,
en Las Sabanas viven también
muchos otros animales.
¡Menuda nariz!
¡Menudo cuello!
¿Y este?
Esto es un oso pardo.
Como os decía,
leyendo se puede aprender mucho,
es una buena manera
de empezar a conocer el mundo.
¡Vaya, es una auténtica monada!
Pues es un macho.
Si sabes leer es muy fácil evitar
esa clase de errores.
¡Qué desastre!
A mí me encantaría aprender,
¿crees que sería capaz?
Por supuesto, eso sí,
tendrás que esforzarte un montón.
Para que te hagas una idea,
los niños humanos pasan varios años
aprendiendo cientos de palabras.
Además, no solo leen,
también aprenden a escribir.
A mí, por desgracia,
aún me falta bastante.
¿Ya sabes leer
y aun así sigues estudiando?
Exacto,
aún hay cosas que quiero hacer.
Por favor,
¿te importaría enseñarme a leer?
No me importaría nada intentarlo.
Pero si me haces una promesa.
Que una vez hayamos empezado
no lo dejarás a medias.
Hecho.
Por favor, no me digas
que esto no es una hembra.
(Bullicio)
(Bullicio)
Primero así y luego así.
Así y así.
Fíjate, así.
¿Por qué no hay niños?
¿Ha pasado algo?
No, hoy empiezan las vacaciones,
mejor así, estaremos más tranquilos.
(MAÚLLA)
(MAÚLLA)
¿Hay alguien dentro?
Las vacaciones
de los profesores son distintas,
siempre suele haber alguno.
Pero si eres tú, Jefe.
¡Un oso!
Es un humano.
¿Qué?
¿Un oso humano?
Anda, pasa,
no te quedes en la puerta.
Veo que hoy has traído a un amigo.
Qué envidia me dais los gatos,
nosotros tenemos que trabajar
incluso durante las vacaciones.
¿Quieres ir por ahí?
(MAÚLLA)
¿A dónde vas?
Bueno, supongo
que querrás enseñarme algo, ¿verdad?
(MAÚLLA)
Ya voy, ya voy.
Espera un momento.
¡Es alucinante, qué pasada!
Aquí hay una barbaridad
de libros ilustrados.
Los hay sobre animales, plantas,
inventos, sobre cualquier cosa.
Ya ves,
sé que la biblioteca de la clase
te sorprendió mucho,
pero en el mundo hay tantas cosas
que nunca deja de impresionarte.
Si de verdad quieres aprender a leer
y a escribir tendrás que saber
algo más aparte de formas simples.
Claro,
también estudiaré las complejas.
Ahora mismo el partido está que arde
y no solo por el calor sofocante
que está acompañando
a los últimos enfrentamientos
del campeonato
de béisbol interescolar...
El profesor hoy tiene
los ojos pegados a la tele.
Sí, le gusta venir aquí a ver
los partidos con aire acondicionado.
¿Qué pasa?
Mira.
Ese es el sitio en el que vivía.
¿Cómo dices?
¡El teleférico!
Y eso es el castillo.
¡Estoy seguro,
estoy seguro de que es ahí!
Vale, cálmate.
¿Dónde está ese lugar?
Es un centro
de producción y comercio...
Es Gifu.
¿Gifu?
¿Dónde está Gifu?
Para empezar tienes
que ver dónde estamos nosotros.
Aquí, en Japón.
¿Dónde está Gifu, dónde?
Espera un poco.
En este momento estamos
en el barrio de Koiwa,
dentro del distrito de Edogawa
de la ciudad de Tokio, Japón.
Vaya, qué pequeño es.
Bueno,
es que el mundo es muy grande.
Vale, ¿y dónde está Gifu?
Está allí.
¿En serio?
¿Allí es donde vivo? ¡Qué bien!
Ahora podré volver a ver a Rie.
No es tan simple como piensas.
Aunque no te lo parezca,
estamos muy lejos de Gifu.
Eso no me importa,
quiero ir en seguida.
Párate a pensar
un momento en la ruta que tomamos
para ir desde el templo
hasta la escuela.
La distancia que hay
desde aquí hasta Gifu es
mucho más grande,
es como si tuviéramos que recorrer
el camino entre el templo
y la escuela cientos de veces.
En circunstancias normales
no hay ningún gato
que sea capaz de recorrer
distancias tan largas.
¡Me da igual!
¡Tiene que haber alguna manera!
¡Eh, espera!
¡Rudolf!
He aprendido
a leer palabras humanas,
seguro que encuentro
la forma de volver.
Al menos debo intentarlo.
Espera, ¿quieres irte a casa?
¡Sí!
¿Y cómo lo harás?
Si llegué hasta aquí
dentro de un camión
solo tengo que montarme en otro.
Buena idea.
Gifu, ahí está.
¡Qué suerte!
Buchi, ya nos veremos.
¡Qué despiste, casi me dejo esta!
Menos mal.
¡Qué frío!
¡Oh, no!
Cuidado, que voy.
¿Qué haces? ¿Qué quieres, gato?
¡Suéltame!
¡Rudolf!
¡Rudolf!
¡Pero bueno!
Gatos...
¡Pero mira que eres idiota!
¡Podrías haber muerto!
"Tengo un montón"...
Oye, tampoco hacía falta pegarle.
Solo un gato inculto cometería
la estupidez de intentar regresar
a casa sin tener un plan.
Rudolf, ven aquí.
Rie...
He sido un iluso.
Nunca podré volver a casa.
Descubrir que vivía en Gifu
no ha servido para nada.
Rudolf.
Existe un refrán que dice
que la esperanza es lo último
que se pierde.
Aunque no creo que seas capaz
de entenderlo ahora.
¿Que la esperanza es
lo último que se pierde?
¿Qué es esto?
Parece el cartel
de un centro comercial.
Pero aquí sí que pone Gifu, ¿verdad?
Sí.
Y aquí...
Autocar turístico,
Exacto, es
un autobús turístico que va a Gifu.
Pues claro que sí, querido amigo,
ya te lo dije cuando nos conocimos,
nadie sabe tanto como yo acerca
de este vecindario.
Entonces seguro que sabes
lo del autocar turístico.
¿Cómo no iba a saber eso?
¿Qué te pasa esta mañana, Buchi?
Es solo que está...
Perdidamente enamorado.
Vaya, entonces,
¿sabes dónde está ese autobús?
Podrías haberme dicho
que la conocías.
Bueno, en realidad Misha y yo
acabamos de hacernos amigos.
Así que te llamas Misha.
Sí, ¿me harías el favor
de contarle a Rudolf
lo que sepas de ese autobús?
¿Autobús?
¿Es que no estabas escuchando?
¡Es aquí!
Sí, ya te lo he dicho.
Autocar turístico a Gifu.
Viaje, el diez de noviembre.
Salida prevista
a las 6:30 de la mañana.
¡Es genial!
Puedes colarte cuando no mire nadie.
Está chupado.
¡Qué bien, es perfecto!
Ahora seguro
que podré llegar a Gifu.
No me equivoco, ¿verdad?
No.
Me alegro por ti.
¡Gracias!
Mañana es el gran día, ¿no?
Sí.
Y encima te vas
a primera hora de la mañana.
Te echaré de menos.
Ya sé, hoy haremos
una fiesta de despedida.
Vale, invitaremos a Misha.
¡Qué buena idea!
¿Qué te apetece comer?
Pues me apetece carne.
¿Te apetece carne?
No sé si podrá ser,
creo que precisamente carne
no tengo,
habrá que pensar en otra cosa.
Por cierto, hoy he pensado echarle
un vistazo a la terminal
de autobuses.
¿Quieres ir otra vez?
Sí.
Te aconsejo que tengas cuidado
con lo que haces antes de mañana.
Si por algún motivo pierdes
el autobús se acabó.
¿A dónde vas ahora?
Tengo que resolver un asunto.
Ya estoy aquí, he ido a...
¡Es terrible, es terrible!
¡Eh!
Rudolf, es terrible.
¿De qué me hablas, Buchi?
Es Solitario, está malherido.
¿Qué?
¿Qué ha pasado?
Se ha peleado con Diablo.
El pobre no puede moverse.
"Tengo un montón".
Rudolf.
¿Pero qué hacemos?
¿Qué podemos hacer?
Solo somos gatos,
no podemos hacer nada.
Buchi, quédate con él.
¿A dónde vas?
(MAÚLLA)
(MAÚLLA)
¿Qué ocurre?
¿Jefe?
Espera, espera.
¿Qué te pasa, Negrito?
Espera.
(MAÚLLA)
Con permiso.
¿Qué diablos le ha pasado a jefe?
Bien, aún está vivo.
Doctor.
(MAÚLLAN)
Dime, ¿sabes exactamente
qué es lo que ha pasado?
Sí que lo sé.
Verás, yo pasaba cerca
de la casa de los Okaha
y de repente he visto a solitario
meterse en el patio de Diablo.
Diablo, tengo que pedirte algo.
Puedes pedirme lo que quieras,
ya veré si te lo doy, pordiosero.
Necesito un trozo de carne,
¿serías tan amable
de proporcionármelo?
¿Carne? ¿Para qué?
Hay alguien
a quien me gustaría regalárselo.
Esa carne era para mí.
Bueno, ya sabes que en esta casa
solo comemos carne
de la mejor calidad,
no como la bazofia
que tu antiguo propietario
solía ponerte a ti.
Pero está bien, te daré un poco.
A cambio a mí también me gustaría
que hicieras algo por mí,
baja y entretenme
un rato con tus payasadas.
Y entonces, Solitario le ha dicho:
Haré lo que me pidas.
Estaba dispuesto
a hacer lo que fuera
para conseguirte esa carne, Rudolf.
Bien, pues baja aquí de una vez.
¿Qué quieres que haga?
Déjame pensar.
Para empezar quiero
que hagas la croqueta por el suelo
y bailes para mí.
¡Ese maldito bulldog arrogante!
Pero Solitario ha hecho
lo que le pedía.
En el último instante
Solitario ha intentado esquivarlo,
pero ya era demasiado tarde.
Veo que aún estáis aquí.
No os preocupéis,
vuestro amigo se va a poner bien.
Pero me han dicho que tiene que hacer
reposo durante dos semanas.
Puede quedarse en mi casa.
Vosotros también podéis quedaros.
No, imposible.
"Tengo un montón".
Rudolf.
¿Estás mejor?
Sí.
Supongo que Buchi ya
te habrá contado
lo que me ha ocurrido.
Sí, dice que te atropellaron.
Eso es, tuve un pequeño despiste
y no me fijé en que venía un camión.
Rudolf.
He sido un estúpido,
no sabes cuánto lo siento.
Me hacía mucha ilusión acompañarte
a Gifu y conocer tu casa.
¿Crees que podrás apañártelas solo?
Sí.
"Tengo un montón",
muchas gracias.
¿Gracias por qué?
Te has portado
como un verdadero amigo
y has cuidado muy bien de mí.
En fin, para serte sincero
al principio no quería saber nada.
Es la hora,
acaba de llegar el autobús.
Venga, Rudolf, vete ya.
Se hace tarde
y yo necesito descansar.
Está bien, ya me marcho.
Gracias de nuevo
por lo que has hecho por mí.
Te lo agradezco.
Ya nos veremos.
Oye, Rudolf,
al autobús se va por allí.
¿Qué haces?
Buchi,
quiero que me hagas un favor,
dile a "Tengo un montón"
que me he colado en el autobús.
Rudolf, escucha.
Solitario ha sufrido heridas graves,
pero yo también estaba allí
y no tengo ni un arañazo,
estoy avergonzado.
Oye, no sé cómo esperas
que lo venzamos los dos solos...
Tranquilo, escúchame.
Eh, Diablo.
Hoy mi amigo
y yo venimos a por carne.
Hemos venido
a darte una buena lección.
Qué valientes,
¿y creéis que los dos solos
podréis vengar a Tigre?
Exacto, un cobarde
como tú jamás podrá vencernos.
No tienes valor
para atacar a un gato
si no es atrayéndolo con engaños.
Como ya debes suponer,
conozco este patio mejor que nadie.
¡Buchi!
¡Ayudadme, ayudadme!
Ayudadme, por favor, no sé nadar.
A ver, si te ayudamos,
¿dejarás en paz a los gatos?
Prométenoslo
y a cambio te salvaremos la vida.
Está bien, está bien, lo prometo.
Eh.
Si me entero
de que vuelves a meterte con un gato
te arrancaré las dos orejas
y te dejaré la cabeza
como una bola de billar.
Rudolf.
Buchi te habrá contado
lo que me ha ocurrido.
Sí, me ha dicho
que has perdido el autobús.
Sí.
Yo también he tenido un despiste.
(MAÚLLA)
¿Hoy vienes solo, Negrito?
(MAÚLLA)
Oh, Negrito, venga, pasa.
Anda, come, pequeño.
Eh, Rudolf.
(HABLA EN INGLÉS)
¿Misha?
Quizás te preguntes
por qué venimos juntos,
¿verdad?
Es normal que te extrañe un poco,
lo entiendo, ¿quieres saber por qué?
No, no quiero saberlo.
¿Qué?
Venga, pregúntamelo.
¿Cómo es
que habéis venido juntos, Buchi?
Es muy sencillo,
porque tenemos una cita.
No he preguntado nada.
Estoy impaciente
por presumir delante de Solitario.
¿Dónde está?
No me ha dicho a dónde ha ido.
Vaya.
Últimamente sale mucho.
No pasa demasiado tiempo aquí.
Bueno, es posible que...
Verás, han derribado su antigua casa
y en su lugar están construyendo
un edificio nuevo, a lo mejor
va allí a mirar cómo van las obras.
¡Eh!
Diablo,
¿has visto a "Tengo un montón"?
No, no lo he visto.
Qué raro.
Así que "Tengo un montón"...
Es un buen nombre para él.
¿Ah, sí?
Si a un gato le ponen
un montón de nombres
significa que debe de tener
un montón de amigos
y de él no me extraña.
Yo en cambio no tengo amigos
y tampoco me extraña.
Le he estado dando muchas vueltas
desde que me hicisteis caer
al estanque.
Me he comportado
como un perro egoísta y miserable.
Tigre y yo nos llevábamos muy bien
cuando su dueño vivía aquí.
Pero cuando su dueño se marchó
y él se convirtió
en un gato callejero le dije
muchas cosas desagradables.
Debe de ser muy duro
que tu dueño se largue
y te deje tirado.
Bueno, de todos modos
lo que te daba para comer
tampoco es que fuera gran cosa.
Lo cierto es que sentía envidia
y estaba celoso de Tigre.
Él podía hacer
lo que le diera la gana.
Yo siempre estoy solo y encima
nunca salgo de este patio.
¿Y esto?
Son las sobras del desayuno,
me gustaría pedirle disculpas
a Tigre, y bueno...
Ya sabes, si pudiera ser...
¿Quieres volver a ser su amigo?
Pues supongo que sí.
¡Por fin has llegado,
"Tengo un montón"!
¿Te apetece comer?
Ese maldito Diablo...
Bien, ¿comemos o qué?
Sí.
Y después de comer nos iremos.
Oye, ¿a dónde vamos?
No quiero que te emociones, ¿vale?
La verdad es que no hay
muchos vehículos que vayan directos
a Gifu, pero al menos
he encontrado un transporte
que recorre una autopista
que pasa muy cerca de Gifu.
¿En serio? ¡Es genial!
¿Y dónde está ese vehículo?
Justo aquí.
¿En mi casa?
Lo lleva el hombre que trae
los objetos de porcelana
a la tienda de tu dueño.
Le oí decir:
"Hoy me he retrasado tanto
porque había muchas retenciones
en la autopista de Tomei.
Es cierto, ¿pero cómo es
que no se me ha ocurrido a mí?
Últimamente
solo tengo ojos para Misha.
Perdona, Rudolf.
Tranquilo, no importa.
Y esta vez yo,
"Tengo un montón" en persona,
me encargaré
de escoltarte hasta allí.
Voy a asegurarme
de que llegues sano y salvo a Gifu.
¿Qué te pasa, Rudolf?
Pensaba que prefiero ir solo a casa.
Quiero acompañarte, si no me aseguro
de que has llegado bien a Gifu
no me quedaré tranquilo.
Me pasa igual, si no me aseguro
de que regresas bien
seré yo
el que no se quede tranquilo.
Yo ya soy un gato adulto,
estaré bien.
Ahora yo también
me considero adulto.
Las cosas que me has enseñado
no han caído en saco roto,
me han hecho madurar.
La verdad es que ya hablas
casi como un adulto.
Atiende bien.
El camión
que transporta la porcelana
no te llevará directamente a Gifu.
Tendrás que ir cambiando de camión
si quieres llegar a tu ciudad.
Lo entiendo.
De acuerdo.
Para no equivocarte de camión
deberás leer las palabras
que aparecen
en las placas de matrícula.
Eso te dará la pista
sobre qué dirección
tomará cada camión antes o después,
estúdiate los nombres
de las ciudades
que se encuentran en esa dirección.
Además, tendrás que aprenderte
también las intersecciones
y salidas de la autopista.
Tranquilo, me lo aprenderé todo,
he estudiado mucho y sé
que puedo hacerlo.
Os he guardado unos cuantos bistecs.
¡Qué bueno! ¡Muchísimas gracias!
Muchísimas gracias.
¡Sabroso, qué sabroso!
Eh, yo también quiero probarlos.
¡Atención, empieza el espectáculo!
Rudolf.
Estoy pensando
en irme a los Estados Unidos.
¿A Estados Unidos?
Siempre he tenido la esperanza
de que mi dueño volvería a casa
algún día, estaba convencido.
Pero cuando la derribaron
y empezaron a construir
el nuevo edificio
comprendí que no va a volver.
Los aeropuertos son más complicados,
pero puedo intentar colarme
en un avión de carga.
Eso es muy difícil.
Bueno, chicos,
sed ambiciosos, ya sabes...
Es una antigua cita
de un autor muy célebre.
Nos anima a soñar
con conseguir grandes metas.
Sin embargo,
eres tú el que me ha inspirado.
Rudolf y ahora Solitario.
Diablo.
Justo ahora
que nos habíamos hecho buenos amigos
y que ya no me sentía solo
cogéis y os marcháis los dos
a la vez.
Yo me quedo.
¡Buchi!
Prométeme
que no me dejarás solo nunca.
¡Déjame en paz!
¡Para!
Rudolf,
quiero que me prometas que llegarás
a casa cueste lo que cueste,
sé fuerte, aguanta y no te rindas.
Lo haré.
La esperanza es
lo último que se pierde, ¿verdad?
Y tú ten mucho cuidado cuando viajes
a Estados Unidos.
Lo mismo digo.
Cuídate mucho, Rudolf.
Rudolf.
¡Hasta siempre, cuidaos mucho!
Vamos allá.
(MAÚLLA)
Vaya, nunca había visto
un gato haciendo autostop.
Dime, gatito, ¿cómo te llamas?
(MAÚLLA)
Así que te llamas Bigotitos,
es muy vulgar para un gato.
Tengo que salir de la autopista
para hacer una entrega cerca de aquí.
¿Tú qué planes tienes, Bigotitos?
(MAÚLLA)
Venga.
Cuídate mucho.
(MAÚLLA)
¡Gifu!
Eso es, ¡vamos!
¡Por fin voy a volver a Gifu!
¡A casa con Rie!
Creo que tendré que llamar a la grúa.
La esperanza es
lo último que se pierde, recuérdalo.
(MAÚLLA)
Rudolf, cuánto tiempo sin verte.
Hola, vieja, ¿cómo estás?
¿Cómo que vieja?
Bueno, ¿qué más da?
Estoy bien, aunque tú pareces
haber cambiado bastante.
¿Has visto a Rie?
No.
Espera, tienes que saber
una cosa antes de entrar.
Eh, señor.
¿Quién es usted?
¿Que quién soy yo? ¿Quién eres tú?
Me llamo Rudolf.
Hace tiempo que vivo en esta casa.
¿Cómo?
¿Por qué lo preguntas?
¿Rudolf?
¿Y vives en esta casa?
Sí, vivo aquí
desde la pasada primavera.
Antes de venir yo había otro gato,
pero desapareció hace un año.
Por desgracia,
no volvieron a saber nada de él.
Así que decidieron adoptarme.
O sea, que había otro gato...
Sí.
Me llamaron Rudolf
porque él se llamaba igual.
En realidad seríamos hermanos,
tenemos la misma madre.
¿Que tenéis la misma madre?
Y tengo muchos hermanos aparte de él.
Rie se habría quedado con alguno más,
pero al final...
No le dejaron.
Le dijeron que solo podía quedarse
uno y por suerte me escogió a mí.
Siempre dice que tengo
los ojos iguales
que los del Rudolf anterior.
¿Qué le pasa? ¿Está triste?
¿Le dijeron que no podía
tener más de uno?
Rudolf.
¿Pero quién es usted, señor?
¿Quieres saber mi nombre?
Tengo un montón.
¿"Tengo un montón"?
Que nombre más raro.
Vaya, ¿a ti también te lo parece?
Estás aquí.
Eh, ¿qué estabas haciendo?
Espero que cuides muy bien de Rie.
¡Pero ella no es tu Rie!
Porque en realidad...
¡Ella es mi Rie!
"Tengo un montón"...
(GRITA)
¡Rudolf!
Buchi.
¿Cómo es que has vuelto?
Han pasado muchas cosas
y he decidido quedarme a vivir aquí.
¿De verdad?
Supongo que él se habrá marchado.
Rudolf.
Como sabes,
pensaba marcharme a Estados Unidos,
pero ocurrió algo inesperado.
Mi antiguo dueño ha vuelto a casa.
Hola, ¿son amigos tuyos?
Prueba esto, Tigre,
es una receta especial
adaptada para gatos
y hay suficiente para tus amigos.
He estado pensando un nombre para ti.
¿Te gusta Cuervo?
Al fin y al cabo eres negro.
Y yo siento debilidad
por los pájaros negros.
(MAÚLLA)
Vaya, parece que sí que te gusta,
me alegra mucho.
Ahora me llamo Cuervo.
Cuando se fue al extranjero empezó
a vender sukiyaki y al parecer
tuvo mucho éxito.
Así que encargó
que le construyeran la casa.
¡Diablo!
Entonces, "Tengo un montón",
¿ahora vuelves a ser
un gato doméstico?
En realidad es
como tener muchos nombres,
no importa
cómo me llamen porque yo soy yo.
Sea gato callejero
o doméstico siempre seré yo.
Tienes razón.
¿Sabes qué?
Ahora me siento capaz
de ir a cualquier parte.
No me importaría
recorrer el país entero.
Ahora sé que hay un gato
que intentaría convencerme
de que no lo hiciera.
¿No te referirás a mí?
Si por mí fuera,
viajaríamos por todo el mundo.
¿En serio?