# ¿Puedes oírlo?

# Los animales te están llamando.

# Mil aventuras te están esperando # aquí.

# Ven con nosotros # al refugio de Audrey. #

(Timbre)

Oh.

Hola, Tommy.

¡Pero bueno! ¡Hay un montón de cajas!

¿Es que vais a mudaros?

¡Oh, el material para mi expedición!

Qué bien. Por fin ha llegado.

(INSPIRA) Qué olor tan delicioso.

(INSPIRA)

¡Pero mamá! ¡Esto es asqueroso!

Oh, los kinkajús no opinan lo mismo.

Producen feromonas con las que marcan el territorio.

Esta sustancia tan apestosa

ocultará mi olor cuando los esté estudiando en Guatemala.

A ver, ¿dónde están los prismáticos que pedí?

¿Esto es lo que está buscando?

Lo han traído a nuestra casa por error.

Ah, gracias.

Bueno, ¿no vas a presentarme a tu amiga, Audrey?

Oh, eh... Soy Maeva,

delegada de clase y presidenta del club de equitación.

Y presidenta de la mayoría de clubs escolares.

Encantada de conocerte, Maeva. Bienvenida al refugio.

¿Te apetece hacer una visita? ¿Eh?

Gracias, pero mis padres me han llevado por todo el mundo

para ver a los animales en su hábitat natural.

Bueno, pasear por nuestro refugio es como dar una vuelta al mundo.

Y seguro que Audrey y Tommy estarán encantados de enseñártelo.

¿Qué? Ah, vale, ¿por qué no?

El refugio no parece muy grande. No creo que la visita dure mucho.

Es que Tommy y yo ya habíamos hecho planes para esta mañana.

¿Verdad, Tommy?

¿Eh?

Ah, sí, sí.

Teníamos planes, un montón de planes.

¡Estupendo! Que os divirtáis, chicos.

Yo tengo una expedición que planificar.

Genial. ¡Venga, seguidme!

Empecemos con la dichosa visita.

Ya verás, Maeva, el refugio es increíble.

Hay un montón de animales diferentes.

¡Oh! Ese es Paco, el kakapo.

Es la única especie de loro que no puede volar.

Ah, ¿para qué le sirve ser un pájaro si no puede volar?

Es muy raro.

(SUSPIRA) No te desanimes por lo que ha dicho, Paco.

Eres raro, pero muy guay.

(GARRE)

(GARRE)

Esta es nuestra rinoceronta de Sumatra, Rina.

¿Es un rinoceronte sin cuernos?

Cuando estuve en Namibia con mis padres,

vimos rinocerontes con unos cuernos enormes.

Sí, cuando se haga mayor, le crecerán dos cuernos muy grandes.

Como a todos los rinocerontes.

¡Oh! Genial, pues si tú lo dices...

Pero, en serio, no veo qué tiene de extraordinario este refugio.

Es la primera vez que veo a alguien decepcionado

por los animales de tu refugio.

Bueno, porque Maeva todavía no ha visto nada.

(BOSTEZA)

Cancelemos la visita. ¿Qué sentido tiene?

Ninguno de los animales va a ser del agrado de Maeva.

Una gran idea, Tommy.

Si no le interesan los animales que viven en el refugio,

inventaremos uno para impresionarla.

¡Genial! Pero... espera, ¿cómo lo haremos?

Escucha.

(PEDO)

Deberíais alimentar mejor a vuestro gorila.

Es más pequeño que el que vi en Ruanda.

¡Maeva, para! No podemos entrar esta zona.

Es el territorio del Wadisdis.

¿El Wadisdis? ¿Qué es eso?

No me permiten hablar de él. Olvida lo que he dicho.

Eh, no es justo.

Ahora tenéis que contarme qué es.

Hace diez años, mi madre descubrió un animal superraro

en su viaje al corazón de la siniestra selva de Perú.

Era un animal tan misterioso

que los nativos lo llamaban el "Wadisdis".

Sí, significa "la sombra negra".

¡Hala! ¿Y por qué lo llaman de ese modo?

Es un animal único.

Ágil como un mono.

Y tan difícil de detectar como un camaleón.

Tiene tan buena vista que puede divisar a su presa

a kilómetros de distancia.

¡Quiero verlo!

Verás, a los Wadisdis no les gusta que los molesten.

Y si nos ve en su territorio,

la situación podría ponerse muy peligrosa.

Estaré en silencio. Os lo prometo.

Iré yo primero para encontrarlo. Esperad aquí, enseguida vuelvo.

(RÍE) (RÍE)

¿Qué está haciendo?

Ya viene...

Eso espero. Si no, me voy a volver loco.

¡Eh! (GRITA)

¡Shhh! Seguidme.

(RÍE)

Ahí está.

¡Ah!¡Cómo mola!

Pero no parece tan peligroso.

Voy a acercarme más. ¡No!

Es una trampa que utiliza para atraer a sus presas.

Sí. Un paso más y estoy seguro de que se nos comería vivos.

Audrey, ¿dónde está Maeva?

¡Esto es un wómbat, no un Wadisdis!

Prometisteis que me lo enseñaríais,

¡así que hacedlo!

Vale, vale. La verdad es que el Wadisdis no existe.

Solo te estábamos gastando una pequeña broma.

¡Eso es una tontería!

Sabéis muy bien dónde está. Pero no queréis que lo vea.

Créeme, Maeva.

Si hubiese una criatura tan peligrosa en el refugio,

no la dejaríamos suelta.

¿Oís eso?

No oigo absolutamente nada. Exacto.

Todos los animales están en silencio. Qué raro.

(GRITA) ¿Qué pasa, Jack?

Dice que hay algo malo.

¿Qué puede darle tanto miedo a un gorila?

Pues es obvio que es un Wadisdis.

No, no lo es. Ya te lo hemos dicho.

Es imposible.

¿Ah, sí?

¿Y qué podría asustar a un gorila salvo un depredador?

Bueno, ah...

Voy a averiguar qué es lo que ha asustado tanto a Jack

y a demostrarte de una vez por todas que el Wadisdis no existe.

Hmm.

(OLISQUEA)

(OLISQUEA)

(OLISQUEA)

¡Por allí!

Es muy extraño, no reconozco este tipo de pelo.

Pero parece que nos acercamos.

Silencio, ahí está.

Estas huellas parecen humanas.

No seas tonta. Seguro que son del Wadisdis.

Tiene que haber una explicación lógica y vamos a encontrarla.

¡Venga!

(Chillidos)

¿Lo veis?

Solo era Babú recogiendo algo de fruta.

Misterio resuelto.

Fijaos, estas huellas no son de Babú.

Y además, ¿por qué iba darle miedo a Jack?

(Ruidos)

¿Qué ha sido eso?

(Gruñidos)

¡El Wadisdis!

¡Socorro!

¡No dejéis que me coma!

(Gruñidos)

¡Deja a Maeva en paz!

(Gruñidos)

¡Eh! ¿No son los prismáticos que tu madre ha recibido hoy?

Es cierto.

¿Mamá?

¿Señora Wilde? ¿Señora Wilde?

¡Oh! Gracias, cariño.

Creía que iba a asfixiarme por culpa de esa cremallera rota.

Nos acaba de dar un susto de muerte.

Sí. ¿Se puede saber por qué lleva ese disfraz?

Oh, no es un disfraz.

Es un traje de camuflaje para la selva.

Quería probarlo con los animales del refugio

para preparar mi expedición a Guatemala.

¡Puaj! Quizá los animales no puedan verte,

pero seguro que pueden olerte.

(INSPIRA) ¡Hmm!

Son las feromonas de kinkajú, para disimular mi olor.

Pero huelen tan fuerte que han asustado a todos los animales,

incluido Jack.

Y ¿qué pasa con las huellas?

Son de mi nuevo calzado, para caminar por la selva.

Lo siento si te he asustado.

Espero no haberte estropeado la visita.

¡Qué va!

Ha sido muy divertido, la verdad.

Me alegro mucho de que te haya gustado.

Vuelve cuando quieras.

Perdona por habernos inventado la historia del Wadisdis.

Jamás pensamos que se iba a complicar tanto.

¡Ja! Sabía muy bien que no existía.

Solo estaba fingiendo que me daba miedo

para no morirme de aburrimiento.

Ya, claro.

Bueno... ¡Cuidado!

(GRITA)

¡El Wadisdis!

Menos mal que ha dicho que no se lo creía.

(RÍE) (RÍE)