Los usuarios están habituados a descargar aplicaciones sin leer las condiciones de uso. Con tal de tener la aplicación en el teléfono móvil, el usuario acepta cualquier cosa, ya que no quiere perder el tiempo leyendo textos largos y complicados de entender.
En el momento que descargamos una aplicación, le estamos dando permiso para que accedan a nuestras imágenes, a nuestro micrófono, a nuestra agenda de contactos. El usuario tiene que ser consecuente con lo que está descargando y tener claro si los permisos que requiere la aplicación son los adecuados.
Por ello, antes de descargar cualquier tipo de aplicación, hay que tener en cuenta que solo se deberían descargar aplicaciones de 'stores' de confianza y seguras. Muchas aplicaciones están exigiendo permisos que realmente no necesitan. Después de descargarla, hay que revisar esos permisos y asegurarnos que los que están activados son necesarios para el correcto funcionamiento de la app.
Otro de los consejos es actualizar las aplicaciones cada vez que haya una actualización.