Alejandro Hernández Cuesta, de 43 años, nació en Jerte (Cáceres), estaba casado y tenía ocho hijos de entre los 17 meses y los 18 años. Había pertenecido a la Guardia de Franco y, desde hacía seis años, trabajaba como conserje en la Escuela de Formación Profesional del barrio de Anaka, en Irun. También era propietario de un establecimiento nocturno.
El 30 de noviembre de 1978, un hombre y una mujer entraron en el centro educativo justo en el momento en que salían los alumnos del turno de mañana. La pareja fue a las oficinas donde encontraron a dos profesores y un alumno, a quienes preguntaron por Alejandro Hernández. El alumno lo encontró y le dio el recado de que dos personas lo estaban buscando. Cuando Alejandro llegó al lugar, el desconocido sacó una pistola y le disparó siete tiros en el tórax y las piernas.
Los terroristas se dieron a la fuga en un vehículo en el que les estaba esperando otra persona. Al día siguiente, en declaraciones al Diario de Navarra, un hijo de la víctima señaló que nunca fueron conscientes de ninguna amenaza contra su padre. ETA militar se responsabilizó del asesinato llamando a distintos medios de comunicación.