Francisco Medina Albala, de 33 años y natural de la localidad granadina de Almuñécar, llevaba varios años viviendo en San Sebastián y trabajaba como albañil en unas viviendas que se estaban construyendo para la Guardia Civil en el barrio donostiarra de Intxaurrondo cuando fue asesinado el 22 de junio de 1979.
Esa mañana, Francisco fue tiroteado desde un coche mientras conducía su ciclomotor. Murió en el acto. Los terroristas se dieron a la fuga en un vehículo robado que la Policía encontró cerca del lugar del asesinato. ETA informó al diario Egin del paradero del dueño del coche, atado a un árbol y con la cara tapada con una capucha en el Alto de Zuloaga.
ETA militar se hizo responsable del crimen al día siguiente del atentado. Los compañeros de Francisco condenaron con vehemencia el asesinato.