Gerardo García Pérez, casado y con tres hijos, fue uno de los tres empleados de la cafetería Rolando que perdieron la vida en el atentado de la calle Correo de Madrid. Su compañero Emilio Candil García, de 23 años, también camarero de la cafetería, sufrió conmoción cerebral y heridas múltiples, pero salvó la vida. “En el momento de producirse la explosión recuerdo que estaba trabajando en la barra del bar. Me disponía a cobrar a un cliente. De pronto sentí una gran avalancha de escombros sobre nosotros e intenté salir para afuera corriendo. Oí gritos de socorro y me pareció como si perdiera el conocimiento. Al despertar vi a muchos que sangraban, igual que yo, en medio de los escombros. ¡Fue terrible! Yo no oí ninguna explosión, no oí ruidos”, contó después.