Fernando Rodríguez Espínola, de 53 años, natural de Sevilla y soltero, llevaba 24 años trabajando como guarda forestal en Icona, los últimos quince en la zona de Oiartzun. Además colaboraba como corresponsal en El Diario Vasco y en La Voz de España.
El 12 de noviembre de 1979, a las 13 horas, Fernando estaba tomando un aperitivo en un bar de Oiartzun donde solía almorzar habitualmente, cuando tres terroristas le dispararon siete tiros, uno de ellos en la cabeza, que le provocaron la muerte en el acto.
Fernando fue enterrado en su ciudad natal, Sevilla. Alrededor de dos mil personas acompañaron al féretro en silencio hasta el cementerio. Al día siguiente del asesinato, ETA militar asumió la autoría enviando un comunicado a varios medios de comunicación de Bilbao, en el que acusaban a Fernando de ser confidente de la Guardia Civil.