Ricardo Tejero Magro, de 58 años, era natural de Barcelona. Estaba casado y tenía cinco hijos. Desarrolló toda su trayectoria profesional en el Banco Central, salvo en algunos intervalos que ocupó puestos directivos en la Unión Bancaria Hispano Marroquí y en el Banco de Crédito Industrial.
El 19 de febrero de 1985, dos terroristas del comando Madrid de ETA llegaron al domicilio de Tejero haciéndose pasar por policías. De esta forma redujeron al vigilante del garaje y al chófer del directivo bancario. Cuando Tejero salió del ascensor de su domicilio, en la calle de Ortega y Gasset de Madrid, para ir al trabajo, fue sorprendido por los dos etarras que le dispararon por la espalda provocándole la muerte en el acto.
ETA había mandado cartas a los miembros del sector bancario en las que reclamaba a cada consejero de los grandes bancos del país el pago de diez millones de pesetas. El Diario ABC recogió las palabras de Emilio Botín, consejero delegado del Banco Santander: “Si nos vuelven a enviar cartas reclamando el impuesto revolucionario, haremos lo que hemos hecho siempre, tirarlas a la papelera”.
Tejero fue inhumado en el panteón que la familia tenía en Jadraque (Guadalajara), a cuyo acto asistieron numerosas autoridades e importantes directivos de los sectores bancario y empresarial.
Fueron condenados los etarras Venancio Sebastián Horcajo, como cómplice del asesinato, a 18 años de prisión; Ignacio Arakama Mendia, alias Macario, a 26 años y 8 meses, como responsable del atentado; José Luis Urrusolo Sistiaga a 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor; y a María del Rosario Delgado Iriondo, cómplice del asesinato, a 16 años. Además, tuvieron que indemnizar económicamente a los herederos de Tejero.