María Luisa, de 60 años, era natural de la localidad vizcaína de Dima. Su marido estaba enfermo y sus dos hijos estaban en paro. Su trabajo como limpiadora de oficinas era la única fuente de ingresos de la familia.
El 19 de febrero de 1987, la Cruz Roja de Bilbao recibió una llamada telefónica anónima de un portavoz de ETA militar. El comunicante informaba de que habían colocado un artefacto explosivo en el concesionario Renault de Muelle de Marzana, que haría explosión a las once de la noche. María Luisa Sánchez Ortega trabajaba como limpiadora cerca de la zona. A las 22:40 horas había acabado su jornada laboral y regresaba a casa, cuando la explosión la alcanzó de lleno. A causa de las heridas, tuvieron que amputarle las piernas, pero finalmente murió al día siguiente en el hospital de Basurto.
La cúpula de ETA continuaba su campaña contra los intereses franceses en España en protesta por la colaboración del gobierno galo en la lucha antiterrorista.