Ricardo González Colino, de 38 años, estaba soltero y era natural de la localidad zamorana de Cerezal de Sanabria. Desempeñaba funciones de radio patrulla en las unidades de seguridad ciudadana. Vivía en San Sebastián desde hacía 11 años.
La madrugada del 14 de septiembre de 1992, Ricardo fue asesinado mientras jugaba una partida de cartas con un grupo de amigos en un bar de la calle Eguía de San Sebastián. Un etarra le disparó un único tiro en la cabeza y murió en el acto.
Fue enterrado en su localidad natal. La misa tuvo que celebrarse en la plaza de Cerezal de Sanabria porque la Iglesia no tenía capacidad para acoger a tantas personas.