Ser revelación pasados los 70
- Fernando Colomo, Álex García, Miguel Herrán y Manuel Burque, candidatos revelación
- Irene Escolar, Iraia Elias, Yordanka Ariosa y Antonia Guzmán optan a actriz revelación
La categoría de mejor actor y actriz revelación nos depara este año alguna sorpresa divertida, como la nominación del cineasta Fernando Colomo por su papel en Isla bonita, cinta que él mismo dirige. También descubrimos para el cine a Antonia Guzmán, la entrañable abuela de Daniel Guzmán, que debuta con 93 años en A cambio de nada.
Actores revelación
Vamos a romper el tópico y hagamos pasar a los señores primero. Seguro que habéis compartido con él alguna sobremesa porque ha participado en series de mucha audiencia. Apuesto que en Hablar, de Joaquín Oristrell, os costó reconocerle, con falda y tacones. Es camaleónico este tinerfeño con perfil de galán e ideal para héroe romántico. Creo que fue en un Festival de Sitges donde saludé por primera vez a Álex García y quedé gratamente impresionada por la presencia y simpatía de este hombrón. Luego fuimos coincidiendo en Málaga donde presentó películas, tímidamente Seis puntos sobre Emma y más adelante Kamikaze, donde ya se hacía notar su fuerza arrolladora.
Paula Ortiz ha confiado en él dándole el papel de Leonardo en el drama lorquiano La novia. Es el tercero en discordia en esas Bodas de sangre que la directora zaragozana ha volcado en imágenes de cine. Él encarna al amor más salvaje que promete emociones intensas, el que llega a caballo, como dice Inma Cuesta. Y al galope va ya por el cine, a ver si le descubren de una vez. Solo hay que retener su nombre y no equivocar su apellido. No sé si ganará el Goya, pero parece predestinado a romper muchos corazones, en el cine desde luego.
Manuel Burque es todo lo contrario, por lo menos en Requisitos para ser una persona normal, donde le ofrece a la protagonista el amor dulce y tranquilo. ¿Hipster? Es el más moderno y molón. Más osito que el de Berlín. Lo eligió, para que fuera su Borja, Leticia Dolera que tiene un gusto particular.
A favor tiene entre otras cosas que engordó quince kilos para entrar en el personaje, esas cosas tan americanas, ya sabéis, que el cine español también debe valorar. Cómico y guionista, en el cine es un novato; está estrenando carrera cinematográfica. Ese señor pelirrojo que no encaja en los prototipos pero al final se lleva a la chica, quizá, si los otros se despistan, se llevará también el Goya.
La nominación a Miguel Herrán le compensará, seguramente, del sinsabor que debió ser ver cómo en el último Festival de Málaga premiaban a su compañero de reparto, Antonio Bachiller, pasando de él, su pareja de tenis. A esas edades duele mucho que se hagan diferencias. No en vano es el protagonista de A cambio de nada y, la estupenda ópera prima de Daniel Guzmán, se beneficia de su virginidad.
Este chaval de 19 años que entró en el curro, un poco despistado, sin sueños ni metas como el mismo remarca, y ahora se ha puesto a estudiar interpretación, mira al Goya con aire de colega, ¡qué bien lo pasaríamos juntos!
Lo de Fernando Colomo me parece escandaloso. Amigos de la academia, nos hemos puesto juguetones, caprichosos… ¿No le habían visto nunca actuar? El bueno de Colomo lleva muchos años apareciendo en películas suyas o de amigos y conocidos con ese personaje que ha creado entre Woody Allen y Nani Moretti, pasando ahora por Menorca.
No creo que lo amortice en absoluto el entrañable director, inventor de la comedia madrileña, que este año ha demostrado con Isla bonita no estar nada quemado. Sabe que cuenta con toda mi simpatía pero ya puestos, que hubieran nominado también a Raphael ¡qué caramba! A sus juveniles y mochileros 69 años, Fernando Colomo, debe pensar ¡a la vejez viruelas! Si gana el Goya, su discurso promete ser divertido.
Actrices revelación
Pasando a las señoras, Irene Escolar parece tener grandes posibilidades de ser reconocida en estos Goya. Como una reina, se ha adueñado por completo de Un otoño sin Berlín llenando de vida e imagen esta ópera prima de Lara Izaguirre, dramática historia donde interpreta a la protagonista que vuelve al pueblo y debe recomponer relaciones con su padre y con su chico.
De casta le viene al galgo y la jovencísima Irene, hija del productor José Luis Escolar y nieta de la excelentísima Irene Gutiérrez Caba, pasea una juvenil madurez de 27 años y una profesionalidad que tiene que ver con estos antecedentes familiares, un señorío que, en su caso, no ha pasado de largo. Fue premio Ojo Crítico de teatro en 2011, un medio donde se mueve como pez en el agua, y esta película le ha dado por fin un protagonista en cine después de apariciones demasiado fugaces en un buen número de películas. A la luminosa, Irene, creedme, no hay quien la pare.
Podría ser el relevo de Nerea Barros: Iraia Elias se expresa con la mirada, refrescando la pantalla. Abanderando el auge del nuevo cine vasco, esta treintañera guipuzcoana aguanta sobre los hombros el poema visual de padres e hijas de Asier Altuna, que eligió muy bien a su actriz.
Ella es en Amama una muchacha con inclinaciones artísticas que quiere volar y salir del nido, vivir su vida y para ello, representando a toda una generación que se desmarca de la tradición, planta cara a su padre aferrado a las viejas costumbres. El de Iraia es un rostro que se incorpora desde el País Vasco al cine español, que agradece siempre la renovación. Por si acaso, vamos a aprender su nombre.
Nacida para ser admirada, Yordanka Ariosa, con un cuerpazo y una labia que desarman, brilló en el último Festival de San Sebastián, de donde salió con la Concha de Plata a la mejor actriz bien abrazada. Con poderío de gran diva, agradeció, ahí, muy emocionada, la oportunidad que le había dado Agustí Villaronga, dándole entrada en El rey de la Habana.
Actriz de teatro, con buen estilo pero mínimo recorrido en cine, solo ha hecho una película anterior. Aprovechó el reto, trabajándose a fondo a esa Magda que se prostituye en cuchitriles, un personaje que la llevó a las Antípodas de lo que es y la obligó a soltar la lengua, una mujer con la que, como ella misma dice, sólo tiene en común ser negra y flaca. Su nominación cubre el olvido de su compañero de reparto Héctor Medina. A lo mejor el papel de travestido les hizo dudar y no supieron dónde ponerle pero merecía estar también en este baile de debutantes.
Y ¡qué decir de Antonia Guzmán! La adorable abuela de Daniel Guzmán al que hay que volver a nombrar como descubridor. Como hizo Almodóvar con su madre, el joven director y actor pidió una ayudita a su abuela para que participara en A cambio de nada. ¡Claro que sí Dani!, para eso está la familia. La escena de la señora en la furgoneta bien vale la nominación. La naturalidad que consigue no la logran muchos actores en toda una vida profesional.
Esta abulense procedente de un pueblo de 5.000 habitantes aporta candor nonagenario, a lo Chus Lampreave. ¡Qué graciosa estuvo al reaccionar comentando que se habían pasado un poco nominándola! El homenaje que le rendirán los Goya le sonará a gloria bendita. La entrada en la alfombra roja, del brazo de su nieto, no me la pienso perder.
Solo para acabar, reseñar algo que me escuece. Qué lástima que los académicos no hayan visto que Ana Gras, la machota, de la película de María Ripoll Ahora o nunca, o Miki Esparbé, en cualquiera de las muchas películas que ha estrenado este 2016 empezando por Perdiendo el norte, son auténticos actores revelación de este año desde mi punto de vista y sin desmerecer a los demás. Claro que lo suyo son comedias y posiblemente, como se suele decir, han pagado el pato.
Si fuera Goya, este año y en concreto en este apartado, no sabría con quien irme, la verdad.