Fernando del Paso, un dandy sabio en la cuna de Cervantes
- El ganador del Cervantes afirma que la esperanza en México “se está gastando”
- Frialdad entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en Alcalá de Henares
“Nunca escribí para ganar premios, pero aquí estoy”. Y ahí estaba Fernando del Paso, en el Paranifo de la Universidad de Alcalá de Henares para recoger el Premio Cervantes. Con una salud delicada, como se encargó de recordar enumerando todas las operaciones a las que se ha sometido, pero lúcido, locuaz y socarrón. “Estoy contento, halagado, honrado y también cansado", ha dicho tras pronunciar su discurso.
Pocas veces hay expectación en el Cervantes sobre el vestuario del premiado, pero Fernando del Paso eclipsa hasta los desfiles reales. Para el baño de pompa universitaria, Del Paso rebajó su habitual extravagancia dandy. Sobre su chaqueta de raya diplomática, pelo largo y estudiada barba, sobresalían ojos que enfatizaban su discurso enmarcados tras las elegantes gafas de pasta azul. Y una corbata roja y gualda, que no fue fácil de encontrar.
“La busqué en cuanto supe del premio”, ha confesado en el Patio de los Filósofos de la Universidad alcalaína, tras recibir el medallón de manos de Felipe VI. “La encargamos por catálogo en EE.UU. porque no la encontrábamos”, apostilló su esposa Socorro Gordillo. Tras casi una semana ejerciendo de anfritiona, la reina Letizia se mostraba impresionada con la mujer del premiado: “Tiene una gran fortaleza: como pasa muchas veces, detrás de un hombre fuerte, creativo, hay una gran mujer”.
Conciencia de México
Del Paso cumplió con su papel de conciencia de México, abriendo casi su discurso con un ataque a la Ley Atenco, que calificó de “opresora”. Es el sexto Cervantes para México, el país con mayor número de hispanohablantes, lo que tenía su reflejo en Alcalá de Henares, donde la prensa mexicana casi igualaba en número a la española. Sus preguntas hacia Del Paso son las de quienes busca, la respuesta del sabio de la tribu para arreglar el curso de la historia.
Del Paso contestaba que, aunque siempre tiene esperanza, “la esperanza se está gastando” por la situación de corrupción generalizada de país. Y avanzó que le gustaría escribir “sobre el período de la conquista de América”, que le resulta muy interesante.
Frialdad política en el Patio de los Filósofos
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez también comparten el idioma de Cervantes, pero callan en idiomas muy distintos. La frialdad entre ambos en el aperitivo del Patio de los Filósofos fue notoria. Tras la foto de rigor junto al premiado, formaron parte de distintos corros junto a los reyes de España.
Cuando el presidente del Gobierno en funciones abandonaba la universidad, el líder socialista madrileño Ángel Gabilondo le detuvo, y Rajoy y Sánchez estrecharon la mano sin intercambiar palabra.
Sánchez esquivó las peticiones de periodistas (e invitados) para que valorara la situación política, aunque finalmente reconoció que la posibilidad de un pacto “está muy difícil”.
En el Patio del Rectorado, el director de la RAE, Darío Villanueva, celebró la “profunda originalidad” de Del Paso, recordando que “viniendo del boom latinoamericano, le ha dado a todos los palos”.
Villanueva aprovechó el doble aniversario (400 de la muerte de Cervantes y 40 del premio) para remarcar “la creciente versatilidad del idioma español” y desear que el Día del Libro sirva para “para introducir El Quijote, ya que en todas sus páginas se encuentra algo”.
Acompañado de cuatro generaciones de su familia, Del Paso terminó visitando la exposición que la Universidad alcalaína y soñando que alguien recoja el guante que deslizó en su discurso: que se represente en España su obra teatral La muerte se va a Granada, sobre el asesinato de Federico García Lorca.