Lo que pasa en Doñana no se queda en Doñana: el declive de las lagunas impacta en las aves de toda Europa
- Una investigación del CSIC demuestra que el parque es un ecosistema "único" para decenas de especies
- La sobreexplotación de acuíferos por la agricultura y el turismo ya afecta a prácticamente todas las lagunas
Allá por los años 60, decenas de niños noruegos salieron a la calle a recoger dinero para salvar los gansos que pasaban el verano en su país y se refugiaban en invierno en Doñana. "Una corona, un ganso", era el nombre de aquella peculiar campaña, que ya ponía el acento en la importancia de este gran humedal de Andalucía para la fauna acuática de lugares tan lejanos como Escandinavia. No en vano, en Doñana pasaban los meses fríos el 70% de los gansos de todo el continente.
Décadas después, un equipo de científicos ha decidido comprobar hasta qué punto influye el estado del parque nacional en la biodiversidad de toda Europa. Aquellas campañas fueron "el germen" para llamar la atención de "la importancia que puede tener un solo lugar para la conservación de una especie completa a nivel de continente", explica a RTVE.es Miguel de Felipe, investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC y autor principal de este estudio.
“Es el único lugar capaz de dar alimento a cientos de miles de aves acuáticas cada año“
La investigación, elaborada a partir de casi 40 años de censos de aves en África y Europa, ha confirmado esta creencia. "Lo que comprobamos es que Doñana es tan grande y es el único lugar capaz de dar alimento a cientos de miles de aves acuáticas cada año, que cuando está mal estas aves se quedan sin otro lugar al que ir", señala De Felipe.
Esto provoca que en un "mal año" de Doñana, en el que haya poca agua, las aves mueren más o vuelven en peor condición física en primavera al norte del continente, provocando efectos negativos en su población. Algunas, como el alcotán, un tipo de rapaz, han dejado de nidificar aquí.
Doñana en peligro: un 60% de las lagunas se han secado "permanentemente"
El problema es que la situación del gran humedal del sur de nuestro país viene empeorando dramáticamente en los últimos años. De los cientos de lagunas que se inundan periódicamente en el parque y que son de vital importancia para las aves, un 60% están ya secas, han "desaparecido permanente", según los estudios elaborados por De Felipe y otros investigadores a partir de imágenes de satélite.
La última laguna permanente del enclave, la de Santa Olalla, se ha venido secando además tres años consecutivos. Detrás de este declive está, por un lado, el cambio climático, que ha reducido la aportación de las lluvias, y por otro, la sobreexplotación del acuífero de Doñana para la agricultura —en especial el cultivo intensivo de fresas y frutos rojos— y el turismo. La urbanización de Matalascañas está a menos de 700 metros de la laguna más próxima, ejemplifica este científico del CSIC.
Esto ha provocado que más del 80% de las lagunas estuvieran afectadas por las extracciones de los acuíferos, según cálculos elaborados con datos de 2018. "Nuestra impresión es que en la actualidad ese número podría estar alcanzando al 100% perfectamente", alerta De Felipe.
Un espacio “único”: ni la Albufera ni el Delta del Ebro se pueden comparar
La grave situación del parque impacta directamente en las poblaciones de patos en Alemania o Dinamarca porque Doñana es “única”. Si las aves no recalan aquí, para pasar el invierno, o bien para reponer fuerzas en su camino a África, no lo hacen en ningún otro humedal: ni la Albufera de Valencia, ni el Delta del Ebro, ni la Camarga francesa, según han concluido en su estudio.
Doñana es única por su tamaño —diez veces más grande que la Albufera— y por su ubicación y características. "Esta posición entre dos continentes también la hace única porque tiene características africanas y centroeuropeas, tanto de temperatura y de precipitación como con de paisajes y de la biodiversidad que alberga", señala este biólogo.
De hecho, los naturalistas ingleses que visitaban la zona a principios del siglo XX describieron Doñana como "un fragmento exótico de la de la soledad salvaje de África". El humedal ha sido también un refugio para especies que han estado al borde de la extinción, como el lince ibérico o el águila imperial, y aquí son comunes especies raras o inexistentes en el resto de Europa, como la cerceta pardilla, la especie de pato más amenazada de toda Europa.
Cuidar de Doñana, una "responsabilidad" con el mundo
Por ello, De Felipe recuerda que cuidar de este espacio natural, que por algo es Patrimonio Mundial de la UNESCO, es "una responsabilidad" con el resto del mundo y con la historia, ya que gran parte de Doñana se salvó gracias a las donaciones anónimas de ciudadanos europeos.
"En Alemania, en Países Bajos o en Dinamarca se está invirtiendo dinero anualmente para la conservación de aves acuáticas que puede estar cayendo en un saco roto porque en Doñana estamos descuidando nuestra obligación de cuidar este patrimonio", destaca.
En esta fotografía vemos el Parque de Doñana en el año 2010
y aquí en el 2020.
Así se ha secado el parque en los últimos 10 años.
Ahora sabemos que las marismas podrían secarse del todo
en un periodo de entre 42 y 189 años,
y eso a escala climática es muy poco tiempo.
"Esta laguna está totalmente seca
y esta también está totalmente seca.
Las precipitaciones, con el tiempo, disminuyen
y las temperaturas, todo lo contrario,
van creciendo con el tiempo.
A esto hay que añadir, lógicamente,
las estaciones ilegales que se hacen del acuífero".
Y esto podría hacer que Doñana desapareciera.
Es el pronóstico de investigadores de Sevilla y Perú
después de recopilar durante 11 años,
miles de datos y casi 800 fotografías satélite.
"Cuando un ecosistema, como las marismas de Doñana,
disminuyen las láminas de agua,
toda la fauna que hay alrededor de esta cantidad de agua,
también se ve afectada".
Se destruiría el ecosistema
y los vecinos de las poblaciones cercanas vivirían peor.
Al no haber agua estarían mucho más expuestos al calor.
"Lo que hace falta, no es solo que llueva un año,
sino que sea una lluvia más sostenida en el tiempo".
Y erradicar, dice, la extracción de agua ilegal
para regadíos si queremos mantener vivo
uno de los humedales más valiosos de Europa.
"Si esto desaparece, las especies lo pueden tener muy crudo"
Como conclusiones del estudio han hallado disminuciones en la población de gansos, fochas y patos frisos, mientras que han aumentado otras como el pato cuchara o el pato rabudo, aunque esta tendencia tiene una explicación: la grave situación de sequía en sus hábitats tradicionales en África.
"Es contraintuitivo. Uno podría pensar que estas especies están viniendo más porque estamos haciendo las cosas bien aquí. No, es que hay sitios que están aún peor", expone este científico. Es más: "Esto está poniendo de manifiesto que es el último sitio que queda, así que si esto desaparece, estas especies lo pueden tener muy crudo".
Otro hallazgo del estudio es el aumento en importancia de arrozales y piscifactorías como hábitat de algunas especies. En las últimas décadas, se decidió mantener inundados los campos de arroz en invierno para mantener la población de aves acuáticas, una medida de la que se han beneficiado, aunque "siguen prefiriendo las marismas naturales" y estas soluciones artificiales no son más que "su último refugio".
Revertir el declive, una cuestión de "voluntad"
Doñana es el "último trozo que se logró proteger" de la gran llanura de inundación del Guadalquivir, que llegó a abarcar 160.000 hectáreas. La expansión de la agricultura desde mediados del siglo XX fue secando buena parte de este territorio, pero las marismas protegidas siguen siendo un espacio único en Europa y en el mundo.
A pesar del peligro, De Felipe confía en que se puede revertir el declive de Doñana, una cuestión, asegura, "de voluntad", sobre todo a la hora de hablar de gestión del agua y control de los acuíferos. Plantea incluso la posibilidad de traer agua artificialmente, como ya se hace en Las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real.
Aun así, dentro de una grave situación, "sigue habiendo esperanza que todavía no hemos presenciado la extinción de ninguna especie". "El sistema está muy mal, está muy tocado, pero es un sistema que ha evolucionado acostumbrado a la incertidumbre", apunta.