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El G-20 se pone en guardia para controlar el 'boom' de las criptomonedas

  • Los 20 países más ricos pretenden aumentar el control de ese mercado global
  • Las monedas digitales mueven 330.000 millones de euros en todo el mundo
  • Por sus características, la supervisión de criptomonedas es muy complicada
  • La tecnología de base de estas monedas es la denominada blockchain
  • Las empresas ven en esa cadena de bloques un enorme potencial

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Monedas representando bitcoins junto a un móvil con datos bursátiles
El bitcoin y otras criptomonedas implican un cambio de paradigma en el mundo económico, según los analistas.

El despegue de las criptomonedas –identificadas muchas veces con la más conocida de ellas, el bitcoin- ha hecho saltar todas las alarmas de las autoridades financieras en los países más desarrollados, que a través del G-20 de esta semana pedirán a los organismos reguladores internacionales que aumenten su control sobre ese tipo de herramientas, que en la actualidad mueven ya un mercado mundial de casi 330.000 millones de euros.

Mientras tanto, el público en general no ha llegado a entender aún por completo qué son y cómo funcionan esas monedas digitales. Fuera de los entornos tecnológicos, las criptomonedas se relacionan con organizaciones criminales, robos millonarios en plataformas digitales de cambio y especulación con su valor en el mercado, con rentabilidades superiores al 1.300% el año pasado y caídas del 50% en pocas semanas.

Pero los conocedores del bitcoin y otras criptodivisas defienden su utilidad en un mundo cada vez más digitalizado y las consideran la invención más importante del siglo XXI, un cambio de paradigma que devuelve el poder al ciudadano al permitirle decidir cómo, cuándo y con quién quiere comerciar sin que haya interferencia ni control de nadie.

Algunos expertos, como el premio Nobel estadounidense Joseph Stiglitz, piden que se ilegalice el bitcoin y el multimillonario Warren Buffet asegura que este experimento “acabará muy mal”.

La cadena de bloques nacida con bitcoin, un tesoro empresarial

Pero, como explica Arvind Narayanan, investigador informático de la Universidad de Princeton, “no se puede vetar el bitcoin sin prohibir la tecnología en sí misma”. Y eso no parece interesar, ya que precisamente la tecnología que nació con el diseño de la controvertida moneda digital - bautizada como cadena de bloques o blockchain- se ha revelado como un tesoro para empresas y sector financiero.

Qué es el sistema de registro de cadena de bloques o 'blockchain' y cómo puede cambiar todo tipo de transacciones

Así lo reconocen también los 20 países más ricos del mundo, que subrayan el “potencial para mejorar la eficiencia y la inclusión del sistema financiero” que presenta la innovación de la cadena de bloques.

Como explica a RTVE.es Víctor García, profesor de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones de la Universitat Oberta de Catalunya, “con lo que está pasando, el próximo paso lógico es que veamos bancos tradicionales ofreciendo depósitos en estas monedas. El bitcoin nació en contra de los bancos, pero puede que acabe estando en ellos”.

De hecho, los bancos suizos Vontoble y Falcon Bank, el alemán Fidor Bank y el de Liechtenstein Bank Frick han accedido hace unas semanas a gestionar las inversiones en criptomonedas de sus clientes.“Hay riesgos, pero también oportunidades”, ha justificado el consejero delegado de la entidad de la entidad de Liechtenstein.

A juicio del experto en criptomonedas y director de la consultora BTC-Guardian, Carlos Steinblock, “parece que el capitalismo tradicional y el deseo de control se están haciendo un hueco en este ecosistema y las consecuencias son imprevisibles”.

De hecho, hay que recordar que otros puntos de inflexión en la historia de internet, como la descarga de música y películas que funcionaba de forma descentralizada en modelos como Napster, también empezaron de forma independiente, descentralizada y extralegal, y han acabado controladas y dando paso a servicios comerciales como Spotify y Apple Music.

“Las posibilidades de esta tecnología son ilimitadas, es un cambio de paradigma que impactará en cada empresa de cada rincón del mundo. Cualquier mercado centralizado que esté dominado por unos pocos intermediarios podría ser ocupado por la tecnología del blockchain, cualquier cosa que requiera comerciar puede convertirse en más democrático”, ha señalado Steve Nerayoff, consejero delegado de la empresa Global Blockchain Technologies.

Ethereum, un registro público multidimensional

El primer salto en el desarrollo de ese potencial lo representa Ethereum, una cadena de bloques que va mucho más allá que la del bitcoin, ya que permite registrar cualquier cosa y no solo transacciones monetarias.

Por ejemplo, en Ghana, Honduras o Georgia, se está utilizando la cadena de bloques para registrar los títulos de propiedad de la tierra, y en Indonesia, se usa esa tecnología para rastrear la sostenibilidad del pescado capturado en sus aguas desde el barco a su distribución.

El bitcoin y las criptomonedas, ¿qué son y cómo funcionan?

En Ethereum y cadenas de bloques similares pueden registrarse también los llamados contratos inteligentes, unos programas informáticos que ejecutan de forma automática una acción determinada cuando se cumplen las condiciones fijadas para ello -por ejemplo, se puede programar que se haga un pago cuando llegue la entrega correspondiente-, y que no necesitan la aprobación posterior de las partes implicadas ni la mediación de terceros.

Esta dimensión puede emplearse, por ejemplo, en la gestión de recursos naturales (permitiría fijar una cuota de extracción de un mineral a una comunidad local sólo cuando los datos físicos del entorno afectado muestren que esa comunidad ha cumplido los objetivos de conservación medioambiental), o en actividades de cooperación, donde podría rastrearse el recorrido del dinero destinado a ayuda, ligarse a un objetivo específico, marcar una fecha de expiración o entregarse cuando se logren los objetivos definidos.

En todos los casos, el objetivo sería aumentar la transparencia y eliminar intermediarios, reduciendo así las posibilidades de corrupción.

“Antes había muchas manos y pocos ojos, ahora hay muchos ojos y menos manos”, resume a RTVE.es el profesor de Gestión Financiera en ICADE Luis Garvía.

Ese objetivo no parece asegurado para algunos expertos, como Carlos Steinblock: “En el entorno digital, el sistema es totalmente fiable, pero en el momento que tiene puerta de entrada y salida con el mundo analógico, físico, estamos hablando otra vez de puntos corruptibles. Por ejemplo, si utilizas blockchain para seguir la cadena logística del café, ¿quién te garantiza que no hay una pequeña mafia en el puerto que te rompe precintos de los contenedores y te cambia el café? Nadie te lo puede asegurar, eso no se asegura en la blockchain”.

Sistemas sin fronteras ni autoridades responsables

De momento, los intentos de regulación del mundo cripto tropiezan con un enorme problema: el carácter transnacional de esos sistemas, que distribuyen su registro de operaciones por miles de ordenadores de todo el mundo conectados en red, con lo que es muy complicado demostrar dónde está ese dinero y a nombre de quién, ya que todo se mueve bajo pseudónimos.

Como explica Antonio Gonzalo, cofundador de Ethereum Madrid, a RTVE.es, esta tecnología “si, por ejemplo, se quiere montar un Uber descentralizado, ningún gobierno lo podría parar ni tampoco podría controlarlo. Si un gobierno pidiera los datos de los clientes o los conductores, no se podrían entregar porque están descentralizados. Diría: ‘No los tengo, están en la nube’. Tampoco se podría parar la aplicación porque funciona sola, funciona porque la comunidad quiere que funcione. Así, se da poder a una comunidad de usuarios finales en lugar de a un ente gubernamental, una autoridad o un intermediario”.

La secretaria general saliente del Tesoro español, Emma Navarro, destacaba hace unas semanas que, “por su carácter transfronterizo y basado en internet, la regulación de estos criptoactivos requiere una acción coordinada a nivel internacional para que resulte eficaz. La base inversora normalmente trasciende a una jurisdicción y es preciso especificar la ley aplicable”.

Por eso también, el G20 y Japón -el país donde más presencia hay de criptomonedas- recomiendan comenzar la regulación por capítulos más fáciles de concretar, como la protección del consumidor o la lucha contra el blanqueo de capitales.

Los analistas recuerdan que el sistema de bitcoin –igual que los del resto de criptomonedas- tiene sus propias reglas criptográficas y de funcionamiento interno, que no se pueden modificar.

Como señala el profesor Garvía, “acabar con el bitcoin sería equivalente a que la industria discográfica hubiera acabado con el Emule: si hubiera podido, lo habría hecho, y si no lo han hecho es porque no han podido”.

Controlar los puntos de entrada y salida

Así, los expertos apuntan que sólo se pueden intentar controlar los flujos monetarios y los puertos de entrada y salida del sistema, es decir, aquellos mecanismos o entidades que sirven para cambiar esas monedas digitales por divisas tradicionales, como las plataformas digitales especializadas.

Eso es precisamente lo que ya han hecho Japón y Corea del Sur, y lo que acaba de anunciar el supervisor bursátil estadounidense (la SEC, por sus siglas en inglés), que a partir de ahora obliga a esas plataformas de compraventa online de criptomonedas a registrarse y cumplir las normas contra el blanqueo de capitales.

Se trata de evitar la ocultación de la identidad detrás de pseudónimos, una de las características esenciales de la red de bitcoin, que ha facilitado su uso para actividades criminales, como un mercado negro online utilizado por narcotraficantes que se bautizó como Ruta de la Seda (Silk Road) y que fue desmantelado en 2013.

También se pretende limitar los efectos de quiebras como la de MT. Gox -el primer gran portal digital de gestión de bitcoins, que quebró en 2014- y de robos multimillonarios como el sufrido el pasado enero por una plataforma japonesa.

Frente a esos temores, desde el mundo cripto se advierte de que, en contra de la primera impresión, estos sistemas aumentan la transparencia y trazabilidad de las transacciones, ya que los registros de las transacciones son públicos.

“Todo lo que hagas va a estar ahí, va a estar en el libro mayor, no se va a tocar una coma. Cada transacción, cada clave que hayas usado va a quedar registrado para siempre, eso no es anonimato. Al final, si hilas bien, sabes que esa persona con esas IP, con esas máquinas, con esas claves, ha hecho esas operaciones. El anonimato del bitcoin del que se habla consiste mucho más en ‘participo y no pido permiso a nadie, y me puedo desconectar cuando quiero sin tener que dar cuentas’”, indica Carlos Steinblock a RTVE.es.

De hecho, ya se han desarrollado programas informáticos para rastrear las transacciones de bitcoin que están utilizando el FBI y la DEA estadounidenses o la Interpol para detectar actividades ilegales. Por eso, las organizaciones criminales se han mudado a criptomonedas más nuevas y menos utilizadas, como Monero o zCash, que van cambiando las claves de los usuarios y utilizan bitcoins de distintos monederos para una misma transacción.

La herramienta es neutral y depende del uso que se dé

Así, como insisten los expertos, la tecnología es neutral y el uso que se le dé dependerá de la persona o grupo que la emplee.

Es como un cuchillo: sirve para apuñalar gente, pero también para cortar jamón. En el caso del blockchain y el bitcoin, lo bueno y lo malo es que es completamente abierto, que no depende de nadie”, resume a RTVE.es Antonio Gonzalo, quien admite que “evidentemente, tienen muchos riesgos al no estar respaldados por nadie, al depender sólo de tu clave privada. Si pierdes esa clave o te la roban, pierdes todo tu dinero y no puedes reclamárselo a nadie”.

Este analista subraya que “los terroristas también utilizan dinero tradicional y nadie dice nada. Los billetes de 500 euros siguen circulando de un sitio a otro… Es bastante más anónimo un billete de 500 euros de curso legal que un bitcoin, que al fin y al cabo está trazado, sale de una casa de cambio y esa casa de cambio lo tiene registrado”.

“El dinero electrónico deja trazas porque no es como el dinero en efectivo, que puedes llevarlo en maletines y en sobres”, remarca Steinblock por su parte.

Alertas nacionales e internacionales

Mientras se intenta conseguir una regulación globalizada, se multiplican los avisos y alertas, como las de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y el Banco de España, que advierten de que hay señales de burbuja especulativa en el uso del bitcoin.

También los supervisores europeos- la Agencia Bancaria Europea y la Agencia Europea de los Mercados de Valores- avisan de que “las criptomonedas son altamente arriesgadas, generalmente no están respaldadas por ningún activo tangible y no están reguladas por la ley de la UE, por lo que no existe ninguna protección legal de los consumidores”.

Desde el Gobierno español, Emma Navarro resumía así los riesgos: “Se trata de productos muy volátiles y con poca liquidez, que han tenido un impulso especulativo, con el consiguiente riesgo de colapso. Su emisión está esencialmente desregulada, por lo que no están sometidos a supervisión y carecen de la protección habitual de los instrumentos financieros regulados. Además la escasa información sobre su naturaleza facilita el fraude y son ya varias las plataformas que han sufrido problemas operativos y ataques cibernéticos”.

Primeros intentos de autorregulación

En ese contexto, y para intentar tranquilizar a autoridades y usuarios, las grandes plataformas de gestión de bitcoin intentan organizarse y autorregularse. Así, por ejemplo, siete de las mayores compañías del sector -incluida Coinbase, que cuenta con más de 10 millones de clientes en todo el mundo- han formado un organismo conjunto en Reino Unido (CryptoUK), y se han comprometido a elaborar el primer código de conducta, que confían sirva de base para una futura regulación general en ese país, que consideran “inminente”.

Aseguran que el código garantizará mayor diligencia a la hora de luchar contra actividades ilegales y que los clientes puedan recuperar sus fondos en casos de insolvencia, así como salvaguardas contra el hackeo de las cuentas de sus clientes.

Como destaca a RTVE.es Víctor García, profesor de la Universitat Oberta, la seguridad del sistema interno de bitcoin es infalible, pero “cuando hackean una plataforma de cambio es como cuando atracan un banco: no es que falle el sistema de funcionamiento del euro, lo que falla es la seguridad de ese banco”.

Otro de los riesgos es que si se pierden las claves que permiten operar con las criptomonedas, se pierde el acceso al monedero y ya no hay forma de recuperar ese dinero, nadie te puede ayudar.

“Para evitar todo este tipo de cosas, se está trabajando en unas jurisprudencias descentralizadas para resolver conflictos”, destaca Antonio Gonzalo, cofundador de Ethereum Madrid.

Según explica a RTVE.es, son normas marcadas de antemano en círculos privados “de forma que, cuando lanzan una aplicación, ya hay un consenso previo ante posibles problemas, ante posibles litigios o inconvenientes que pueden ocurrir dentro de la propia aplicación. Es opcional y definido por la gente que va a formar parte de esa aplicación que se va a crear”.

Su fuerte volatilidad, un atractivo para la especulación

En diciembre pasado, un bitcoin llegó a valer 20.000 dólares y, a mediados de febrero, su valor había caído por debajo de 7.000 dólares, oscilando ahora entre los 8.000 y los 10.000 dólares.

Debido a esa enorme volatilidad, empresas como Steam y Microsoft dejaron de aceptar pagos en bitcoins. Además, muchos han optado por utilizar el bitcoin como inversión, como un modo de almacenar riqueza.

“Se está usando como refugio de valor a largo plazo”, reconoce Steinblock, quien considera que “es contraproducente que esté tan caro el bitcoin porque se convierte en refugio de valor de inversores y la gente no lo utiliza para lo que en realidad fue diseñado, que es como medio de cambio”.

Sin embargo, para Luis Garvía, esa burbuja del bitcoin no existe. “Me niego a hablar de burbuja con el bitcoin, porque hay una cada dos días y las burbujas económicas no funcionan así. Como el bitcoin es muy líquido, asimila muy rápido la información que circula por internet. Como hay poca cantidad, con que se hagan dos operaciones, su cotización sube y baja muy rápido, y el resto responde al pánico. Más que burbuja es el poder que tiene esta tecnología para asimilar la información y moverse rápido”, indica a RTVE.es.

Como señala Joseph Lubin, fundador de Ethereum y consejero delegado de Consensys, la mayor empresa especializada en blockchain del mundo: “Hemos vivido muchas burbujas y veremos muchas más. Cada burbuja representa dos cosas: primero, la promesa de la tecnología, y segundo, el hecho de que los humanos interactúan con estos instrumentos intercambiables en un círculo de miedo y avaricia”.

El elevado consumo de energía, otro de sus riesgos

Al ritmo actual, cada hora se realizan de media unas 12.500 transacciones en bitcoin. El proceso de registro de esas operaciones –bautizado como minería- está diseñado como una carrera donde el primero que resuelve el puzzle criptográfico que permite procesar esa operación, gana una recompensa en bitcoins.

Con el aumento del precio de cada bitcoin, se han incrementado los incentivos de esa carrera, por lo que los competidores dedican enormes esfuerzos de hardwareysoftwareinformáticos para vencer. Eso ha disparado el consumo de energía de ese proceso, de modo que, en la actualidad, se calcula que el registro de una transacción en bitcoins consume tanta electricidad como un hogar medio estadounidense en toda una semana.

Según la revista digital Digiconomist.net, el consumo de energía en un año de Bitcoin y Ethereum (que suponen el 88% de la capitalización total del mercado de criptomonedas) ha alcanzado ya 47 tiravatios hora, más de lo que gasta en electricidad toda Dinamarca en un año.

La mayoría de los centros que participan en esa minería del bitcoin se localizan en China, donde los ordenadores están alimentados por centrales térmicas de carbón. Así, según los cálculos de la revista Nature, la huella de carbón anual de la minería conjunta de Bitcoin y Ethereum equivale a la que dejan 6,8 millones de habitantes europeos, unos 43,9 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Para remediar ese enorme problema, Carlos Steinblock recomienda recurrir a fuentes renovables para alimentar las máquinas. Más inmediata parece la solución buscada por Ethereum, que planea cambiar próximamente su proceso de registro de operaciones.

¿Es posible que alguien logre controlar la cadena de bloques?

Esa centralización de los mineros presenta otro riesgo: si alguien consiguiera controlar más de la mitad de los registros podría ganar siempre la verificación de bloques, lo que les daría el control de la cadena y podrían modificarla para, por ejemplo, poder utilizar los mismo bitcoins en todas las operaciones.

Sin embargo, según Antonio Gonzalo, ese control no se producirá nunca porque “está demostrado matemáticamente que los mineros no tienen intención de monopolizar la red. Si lo hicieran, como es una red abierta, los demás usuarios dejarían de utilizarla, con lo que irían en contra de sí mismos. No les compensa que se perciba que la red esté manipulada porque la gente no la utilizaría y la red perdería valor”.

“Es como el sistema monetario tradicional, donde hay grandes empresas que tienen millones de dólares, pero a ellas no les interesa ponerlos a circular a la vez porque crearían inflación y su dinero perdería valor”, explica el profesor de Gestión Financiera Luis Garvía.

Precisamente esa falta de control, esa publicidad y esa descentralización, que se presentan como valores esenciales del modelo original de la cadena de bloques del bitcoin, son las que desaparecen en las blockchain privadas, las que están desarrollando empresas o sectores económicos.

Las grandes empresas apuestan por cadenas de bloques privadas

El líder mundial del sector de distribución, la estadounidense Walmart, lo ha implantado en su cadena de aprovisionamiento de carne de cerdo en China, registrando en blockchaininformación como la granja de origen o la temperatura de almacenamiento.

Y una de las mayores empresas de transporte del mundo, la danesa Maersk, trabaja junto a IBM en la puesta en marcha de una cadena de bloques para su sector, que permita registrar todos sus contenedores, con todas sus características, y seguir sus movimientos por el mundo.

Para Carlos Steinblock, las empresas quieren utilizar esta tecnología “como una simple base de datos, con bloques donde voy metiendo la información de manera descentralizada. Pero, ¿qué sentido tiene descentralizar la informaciónpara una empresa?”.

Advierte también que ese “libro de contabilidad estaría disponible para todo el mundo, no sólo para los que participan en el sistema. Es decir, un inspector de Hacienda, un banquero o un criminal pueden ver todas las transacciones que se han hecho, son públicas”.

“A las grandes empresas y los bancos, les gusta el concepto de la blockchain por el tema de la seguridad y la eficiencia en los procesos, pero no les gusta la parte de la transparencia”, concluye el director de la consultora BTC-Guardian.

“El valor está en lo abierto, en lo público”

Por eso mismo, Antonio Gonzalo insiste en que las empresas que se enganchan a cadenas de bloques públicas “deben saber qué son; no deben subirse al carro porque suena muy bien, sino que deben ser conscientes de que están dando y cediendo parte de su control y de su poder a los usuarios” de esa red.

Y sin embargo, ése es al mismo tiempo su máximo valor para este integrante de la red de Ethereum: “Una blockchain privada es muy parecida a una base de datos. Todas las bondades de la cadena de bloques se pierden para limitarse a ser varios ordenadores unidos. Es como comparar internet con una intranet. El valor está en lo abierto, en lo público”.

Para el empresario Nicolas Berggruen, fundador también del instituto que lleva su nombre, “si internet es la tecnología esencial que hace posibles las redes sociales, la cadena de bloques es eso mismo para la posibilidad de una economía verdaderamente colaborativa”.

“Por ejemplo, cada robot de una flota de vehículos autónomos podría pertenecer en parte a cada miembro de la comunidad. Cada vez que alguien contratase uno de esos vehículos, el dinero no iría a parar sólo a una empresa privada, sino que podría repartirse entre todos”, señala este multimillonario filántropo, que profetiza: “El uso de la cadena de bloques para construir una estructura de la propiedad repartida y democrática podría hacer que cada uno tuviera interés y participación en nuestro futuro robotizado, en lugar de ahondar las desigualdades y los conflictos políticos”.