El laborismo sufre su peor derrota desde 1935 y Jeremy Corbyn queda sentenciado
- El aspirante laborista seguirá al frente del partido hasta que se elija a su sucesor, "a principios del año que viene"
- Los laboristas han perdido feudos consolidados desde hace décadas en el norte del país y en Gales
- Así te hemos contado minuto a minuto el recuento electoral británico | Especial: Elecciones en el Reino Unido
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La aplastante victoria de Boris Johnson en las elecciones de Reino Unido ha supuesto un castigo de las mismas proporciones para su principal rival, el laborista Jeremy Corbyn, quien no solo ha llevado a su partido a su peor derrota en ocho décadas, sino que ve como su liderazgo queda sentenciado, pese a que este viernes se ha resistido a dimitir y se ha limitado a anunciar que pilotará la transición de su partido hasta que se elija a su sucesor "a principios del año que viene".
El Partido Laborista ha obtenido 202 diputados de los 650 en la Cámara de los Comunes, 60 menos que en 2017, cuando la derrota de Corbyn frente a Theresa May se percibió como un triunfo al arrebatarle la mayoría absoluta de manera inesperada.
Ahora, Corbyn ni siquiera tiene un asidero similar al que agarrarse: ha perdido cualquier posibilidad de entorpecer en el Parlamento de Westminster el camino hacia el Brexit , que ya ha anunciado que aprobará su acuerdo con Bruselas y sacará al país de la Unión Europea el 31 de enero de 2020, cuando termine la actual prórroga de la salida.
La derrota laborista se explica en gran parte por la indefinición de su candidato en torno al Brexit, el asunto que finalmente ha decantado el voto de los británicos, pese a sus intentos por trasladar el debate hacia las preocupaciones sociales, como la precaria situación del Sistema Nacional de Salud.
Indefinición respecto al Brexit y un programa radical
Corbyn defendía renegociar con la Unión Europea el acuerdo de salida y someter ese nuevo pacto a un segundo referéndum sobre el Brexit, incluyendo entre las opciones la permanencia de Reino Unido en el bloque comunitario. Pero en ningún momento, durante la campaña, ha apoyado claramente la opción de quedarse o salir, lo que le ha alejado tanto de los partidarios de seguir en la UE como de los votantes laboristas que abogan por la salida.
Tampoco su programa económico, tan escorado hacia posiciones de izquierda que incluso contemplaba nacionalizaciones de empresas, ha convencido al electorado, que lo ha percibido como radical y alejado de la realidad. Aunque él no lo ha interpretado así, sino que ha achacado el "decepcionante" resultado electoral a la polarización social que ha provocado el Brexit.
"El Brexit ha polarizado y dividido el debate en este país y ha pasado por encima del debate político normal", ha argumentado en su comparecencia tras ganar su escaño en Islington, al norte de Londres, al tiempo que defendía que las políticas sociales que ha propuesto el Partido Laborista durante la campaña han sido "excepcionalmente populares".
En cualquier caso, el fruto de todo eso, junto a la capacidad de Johnson para aglutinar en torno al Partido Conservador a los partidarios del Brexit, ha sido el peor resultado frente a los 386 de Stanley Baldwin. Aunque, entonces, Attlee logró el 38 % de los votos nacionales, mientras que Corbyn se ha quedado en un magro 32,2 %.
En el cargo hasta "principios del año que viene"
Attlee, además, lograría ser elegido primer ministro diez años después, en 1945, y se ganó la reelección en 1950, hasta convertirse en el artífice del Estado del Bienestar británico. Corbyn, a sus 70 años, ya no tendrá esa oportunidad: él mismo ha anunciado que no volverá a ser el candidato laborista en unas elecciones generales, si bien seguirá al frente de la formación para aportar estabilidad durante la transición.
"Quiero dejar claro que no lideraré al partido en ningunas elecciones generales en el futuro", ha señalado en su comparecencia, aunque no ha presentado su dimisión al frente del laborismo: "Debatiré con nuestro partido cómo asegurar que ahora haya un proceso de reflexión sobre este resultado y sobre las políticas que el partido adoptará para seguir adelante. Y lideraré al partido durante ese período para garantizar que ese debate tiene lugar y que avanzamos hacia el futuro", ha añadido.
Una decisión que algunos compañeros de partido han cuestionado, reclamándole que dejara el cargo de inmediato: "He perdido, ya no soy diputada, esto es un desastre. Jeremy Corbyn debería dimitir ahora", se ha quejado Ruth Smeeth, según recoge Efe, tras perder su escaño en la circunscripción de Stoke-on-Trent North.
Consciente de que su posición es dificilmente sostenible, Corbyn ha puesto posteriormente plazo a su interinidad y ha anunciado en una entrevista recogida por Reuters que abandonará el mando de la formación "a principios del año que viene", una vez completado el proceso para elegir a su sucesor. "Obviamente, nuestra Ejecutiva National, el órgano dirigente del partido, decidirá qué proceso seguimos para la elección de mi sucesor. Estoy preparado, y soy electo, para dirigir al partido hasta que eso ocurra", ha recalcado.
Derrotas en feudos consolidados
Más allá de esa renuncia, Corbyn no ha asumido ninguna responsabilidad específica sobre los resultados, ciertamente devastadores para el Partido Laborista, que se ha dejado feudos consolidados durante décadas, especialmente en el norte del país y Gales. Como Blyth Valley, una zona minera en el noreste de Reino Unido que votaba laborista desde 1950, todo un triunfo para los conservadores.
O como Sedgefield, también en el norte, que era laborista precisamente desde aquella derrota de Clement Attlee en 1935 y que fue la circunscripción por la que fue elegido, hasta en seis ocasiones entre 1983 y 2005, Tony Blair, el político que devolvió al laborismo al poder tras el dominio de Margaret Thatcher.
También es dolorosa la pérdida de varias circunscripciones en el norte de Gales, otra zona minera, como Wrexham, que hasta ahora nunca había elegido a un conservador para que le representara en el Parlamento de Westminster.
Y el laborismo casi ha desaparecido de Escocia, en tiempos uno de sus terrenos más favorables: tan solo retiene el escaño de Edimburgo Sur, frente a los seis de los conservadores, los cuatro de los liberal-demócratas y, sobre todo, los 46 del Partido Nacionalista escocés, convertido en fuerza hegemónica. Esa es la herencia de Corbyn, que aboca al Partido Laborista a una profunda reconstrucción.