María Luisa Berzosa, tras los cambios a favor de la igualdad en la Iglesia Católica
- La integración de la mujer en los órganos del Vaticano ha crecido, según Berzosa
- El Concilio Vaticano II habla "maravillas" sobre las mujeres, pero "no se avanza", a su juicio
María Luisa Berzosa está en la vanguardia de la Iglesia católica. Entró en la Congregación de las Hijas de Jesús a los 21 años. Hoy tiene 78, quién lo diría, sobre todo tras unos pocos minutos de charla con ella. Piensa en femenino, pero piensa sobre todo con los pies en la tierra.
Como hija de maestros y licenciada en Filosofía y Letras el lenguaje es muy importante para ella y cuando habla de su trayectoria en la Iglesia desliza un "expertos y expertas" al referirse a una de las comisiones en las que participa. Toda una declaración de intenciones. El papa Francisco la nombró hace dos años consultora del Sínodo de los obispos, uno de los órganos más importantes del gobierno de la Iglesia.
Sin pelos en la lengua, propuso en uno de los encuentros sinodales aprobar una enmienda que dijera, textualmente, "pasemos de las palabras a los hechos". Porque desde el Concilio Vaticano II, asegura, se dicen maravillas de las mujeres, pero no se avanza. La enmienda se aprobó.
Estos últimos años el Vaticano sí está dando pasos en la integración de la mujer. No en cantidad, reconoce María Luisa, pero sí en calidad. Un camino sin retorno por el que hay que seguir transitando. Ser hombre, varón y célibe como condiciones para el sacerdocio es un corsé demasiado apretado en tiempos en los que se han perdido las vocaciones. ¿Por qué no buscamos soluciones imaginativas para dar entrada a las mujeres? Lo importante son las personas, recalca. "Sustantivo es la persona, lo otro son adjetivos".
María Luisa está acostumbrada a trabajar con jóvenes y adolescentes. Y eso le sirve para estar en el mundo real, fuera de los muros de un convento y de las columnas del Vaticano. De su experiencia en los foros de la Iglesia en los que muchas veces es la única mujer entre varones, se siente escuchada y respetada.
Desde septiembre reside en Roma, ya es la tercera vez, y trabaja codo con codo con Nathalie Becquar, la primera mujer en el Sínodo de los obispos que ha entrado en una secretaría con derecho a voto. Un sínodo "de los obispos", dice Maria Luisa, que tendrá que cambiar de nombre tarde o temprano.