La película que obsesionó a Kirk Douglas y que no pudo ver jamás
- Meterse en la piel del pinto Vincent Van Gogh fue uno de los trabajos más difíciles para el actor
- Su obsesión por este papel, con el que creía que lograría el Oscar, afectó a su vida personal
- No te pierdas su papel en El loco del pelo rojo (1956), esta noche en Días de Cine Clásico
Repasando la filmografía de Kirk Douglas no hay duda de que al actor le gustaba asumir retos. Gladiador, cowboy crepuscular, oficial de guerra o vikingo. Los personajes que elegía siempre se movían en los extremos, pero ninguno de aquellos papeles fue tan difícil como el que le ofreció interpretar Vicente Minnelli en El loco del pelo rojo (1956).
En Lust for life -título original del filme y de la novela de Irving Stone en la que se basa- Douglas se mete en la piel de uno de los grandes genios del mundo del arte, el pintor Vicent Van Gogh. Un hombre torturado que estuvo toda su vida al borde de la locura y por el que Douglas sentía una enorme fascinación.
Cuando Minnelli recibió el visto bueno de la MGM para poder hacer El loco del pelo rojo -la única película que no hizo por encargo, sino a petición propia-, el cineasta tenía muy claro que Douglas tenía que ser quien diese vida a Vincent. Ambos ya habían trabajado juntos en Tres amores (1952) y Cautivos del mal (1953) y compartían una amistad especial. Además, según comentó el propio director, Douglas no solo tenía un más que parecido físico con el pintor, sino que también llevaba consigo un aura de imprevisibilidad, incluso de violencia, que requería el papel.
La transformación de Douglas Van Gogh
La complejidad y la trascendencia del personaje convertía el papel que iba a interpretar Douglas en carne de Oscar. El actor, que ya se había quedado a las puertas de la estatuilla en dos ocasiones, vio claro que esta era la oportunidad que estaba buscando para hacerse con ella en esta película, así que se volcó en hacer el Vincent más creíble de la gran pantalla. Para conocer más en profundidad la personalidad del pintor holandés, la primera tarea que se marcó el actor fue la de leerse los cinco volúmenes de cartas escritas por Vincent a su hermano Theo. Epístolas repletas de ideas contradictorias sobre la vida y la pintura de Van Gogh.
Sabiendo que en la última escena de la película, justo antes del suicidio de Vincent, se le mostraría pintando un paisaje de cuervos sobre un campo de maíz, Douglas se esforzó por dominar las manchas negras que se convertirían en cuervos. Para ello contrató a un artista francés para que lo entrenara a pintar con las gruesas pinceladas de Vincent. Afirmó haber pintado 800 de los pájaros negros antes de acertar con su técnica.
Mimetismo extremo
La devoción y la pasión con la que Douglas se entregó al personaje tuvo dos consecuencias diferentes. La primera, conseguir una de las interpretaciones más brillantes del actor. El actor hizo suyos el físico -que ya partía de un parecido extraordinario- y la angustia interior del artista. Pero, por otro lado, aquel mimetismo extremo fue demasiado lejos en algunas ocasiones. El propio actor reconoció que muchas veces le era imposible salir del papel.
“Sentí que me estaba perdiendo en el personaje. Al volver a casa del rodaje, mi mujer decía que seguía siendo Van Gogh. Aquello me trastornó y cuando acabé el rodaje no quise ver la película jamás”, contaba el actor en el programa Más estrellas que en el cielo (1983).
Eterno aspirante al Oscar
El rechazo a filme por parte del actor también tuvo mucho que ver con que finalmente, y a pesar de ser uno de los favoritos en las nominaciones a los Oscar, Douglas volvió a llevarse las manos vacías a casa. Aquel viaje espeluznante hacia el genio y la agonía personal del artista no fueron suficientes para la Academia. Lo que nadie le puede negar a Douglas es que hoy nadie se imagina el rostro de Van Gogh con otros rasgos que no sean los del actor de Espartaco.
Una suplantación de identidad en toda regla a la que ayudan mucho los luminosos exteriores filmados en Francia, Holanda y Bélgica, a menudo en los mismos lugares frecuentados por Vincent, y llenos de actores que se veían exactamente como las personas en los retratos de Van Gogh, y que hicieron que el filme se considerado hoy día como una de las películas biográficas mejor conseguidas de la historia del cine.
No te pierda esta noche a Kirk Douglas en El loco del pelo rojo (1956), de Vicente Minnelli. A las 22.00h en Días de Cine Clásico de La 2.