Raffaella Carrà, un ombligo revolucionario, la furia del Vaticano y su referencia en 'Explota, explota'
- Apodada "el ombligo de Italia", la cantante fue la primera en enseñarlo en la televisión pública
- Se cumplen dos años de la muerte de Raffaella Carrà, la gran diva de la televisión de los 70
- RTVE Play estrena en su catálogo Explota, explota (2020), el músical con sus canciones más míticas
Se cumple un año de la muerte de una de las mujeres más libres, coloridas y enérgicas de la televisión. Con su ritmo imparable y sus imparables canciones pop, Raffaella Carrà se convirtió en un mito del espectáculo de los 70 que trascendió a su época, ocupando todos los espacios y conquistando a varias generaciones.
Para homenajear su figura, RTVE Play incorpora esta semana a su catálogo Explota, explota (2020), la película que rescata su universo musical en una historia luminosa que protagoniza Ingrid García-Jonsson, actriz a la que también podemos ver en el otro estreno del mes en RTVE Play, Salir del ropero (2019).
En la película, su protagonista, María, a la que da vida García-Jonsson, acaba convertida en la bailarina suplente de un famoso programa de televisión que le fascina, Las noches de Rosa. Su desparpajo y ritmo innato atraen las miradas de todos, también la del censor de TVE, el hombre que decide qué se puede y no se puede mostrar en pantalla.
Ese es precisamente el chispazo que enciende el conflicto de la película, la censura. La misma a la que Raffaella Carrà tuvo que hacer frente en la televisión, tanto en Italia como en España. “Explota, explota nace tras conocer la historia del censor oficial que tuvo en TVE que en los años 50 escribió un manual de lo que estaba bien y estaba mal, lo que se podía hacer y lo que no se podía hacer en televisión”, contaba el director de la película, Nacho Álvarez, en una entrevista con Días de Cine.
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Censura: del tobillo a los movimientos de cadera
En aquella biblia de la censura se plasmaron una serie de reglas absurdas de la ética y el decoro que, en especial, recaía sobre las mujeres que aparecían en pantalla, muchas de ellas bailarinas y cantantes como Raffaella. “Entre ellas había una norma que decía que se prohibían todos los bailes en los que no se despegará los pies del suelo porque pierden su capacidad gimnastica en favor de la erótica. Si no bailas despegando los pies del suelo, es como si estarías bailando en un cabaret”, añade. Para inspirase en aquella época, el directo, Nacho Álvarez se nutrió de los referentes televisivos y buceo el archivo de RTVE.
También se inspiró en la primera película española que este director uruguayo había visto en su vida, Muertos de risa (1999), de Álex de la Iglesia, una cinta que se desarrolla en la misma época y que cuenta cómo la televisión pública se prepara para un programa especial de Nochevieja.
Ballet Zoom, otro de los programas míticos de baile de aquella época también sirvió de guía para muchas de las coreografías que salen en la película y que creó Toni Espinosa, un trabajo muy exhaustivo para adecuar los bailes de la época. Explota explota habla de la censura en la España de Franco, y sigue a dos mujeres valientes que luchan por vestirse como ellas desean frente a las incisivas cámaras de televisión, al igual que hizo la Carrà.
Al personaje de Natalia Millán, que da vida a la vedette principal de un programa de variedades, le tapan el escote con unas flores enormes para que no se le vean unos centímetros de piel; Ingrid García-Jonsson, por su parte, protagoniza un "escandaloso" incidente que se salta las normas del recato y se gana la admiración y el recato de todo el país. En la vida real, su paralelismo histórico es esta actuación de Rocio Jurado en 1974 en el programa Cambie su Suerte, donde su escote generó conversación por doquier y marcó un antes y un después.
La revolución del ombligo de Raffaella y el Tuca, tuca
También se inspiraron en lo que le pasó a la propia Carrà en 1970, cuando su presencia aún era más habitual en la televisión italiana que en la nuestra. La parte de su cuerpo que puso todo patas arriba fue su ombligo. Ocurrió en el programa Ma Che Musica, Maestro, en el que la cantante decidió vestir un top que lo dejaba al descubierto, tal y como se lleva hoy día. Lo que no sabía, o quizá sí, es que aquel gesto tan inofensivo causaría toda una revolución, al convertirse en la primera mujer en enseñar el ombligo en la televisión pública RAI.
Aquel incidente le valió el sobrenombre de “el ombligo de Italia” y haría peligrar su imparable carrera en la televisión. Aquella misma noche, también en Canzonissima, presentó su nuevo tema, Tuca Tuca. Y lo que incomodó a algunos ejecutivos de la RAI no fue la canción en sí, sino su coreografía. Raffaella únicamente se limitó a toquetear, de una forma muy inocente e infantil, al bailarín Enzo Paolo Turchi. No obstante, los más conservadores de la época interpretaron aquellos castos movimientos como algo soez y extremadamente sexual.
Tanto que el Vaticano entró de lleno en el asunto y saco un comunicado que la tachaba de “demasiado provocadora”. No podía haber mejor marketing. La canción Tuca Tuca entró directamente al número cuatro de las listas de ventas de singles. Pero la Raffaella era mucha Raffaella y, a pesar de tener en su contra al mismísimo papa Pablo VI y parte de los altos directivos de la RAI, Raffaella no se vino abajo. Al igual que ocurre con el personaje al que interpreta Natalia Millán, “muchas veces me han quitado las ganas con sus censuras, sus floripondios (que colocaban en los escotes) y sus dudas, pero conmigo no pudieron”.