El hermano en la sombra
El general Raúl Castro, de 76 años, es presidente de Cuba desde el pasado mes de febrero. La enfermedad de su hermano Fidel lo llevó al más alto puesto del régimen, tras haber sido primer vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, segundo secretario del Partido Comunista y ministro de las Fuerzas Armadas; siempre, a la larga sombra de su hermano mayor.
Los biógrafos del quinto y el octavo de los nueve hijos que tuvo con dos cubanas el gallego Ángel Castro, quien emigró sin un real y terminó hacendado, narran que Fidel y Raúl han tenido enconadas disputas, pero en público no delataron nunca la menor fisura. Raúl "dirige la mayor parte de los asuntos diarios del gobierno de Cuba, mientras que su hermano dedica más tiempo a los asuntos globales e ideológicos", escribió hace dos décadas el periodista y biógrafo estadounidense Tad Szulc. "Con su bigote recortado y su cara redonda, parece un tendero español satisfecho de sí mismo, pero es muy respetado por su firmeza y capacidad", agregó el norteamericano, que destacó sus cualidades como administrador.
Raúl siguió la estela de Fidel desde joven. Estuvieron ambos en prisión tras el fracasado asalto al cuartel Moncada en 1953. Luego fueron amnistiados y viajaron a México para entrenarse militarmente y alistar la incursión del yate "Granma". Casado con Vilma Espín -fallecida en 2007-, a quien conoció en la Sierra Maestra, tiene cuatro hijos.
El 31 de julio de 2006 asumió provisionalmente el mando, por un problema intestinal que tuvo a Fidel entre la vida y la muerte. El hermano mayor no lo dejó desamparado en ese momento en la cumbre del poder: lo arropó con seis "pesos pesados" del Partido y el Gobierno, algunos de los cuales fueron citados como alternativas a Raúl para una hipotética sucesión. Entre ellos figuraban Carlos Lage, secretario y vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros; Felipe Pérez Roque, canciller; Francisco Soberón, presidente del Banco de Cuba; José Ramón Balaguer, ministro de Salud, y Ramón Machado Ventura y Esteban Lazo Hernández, del buró político del partido.
Más breve en los discursos y más proclive a las reformas
Fidel Castro siguió siendo hasta febrero el timonel indiscutible del régimen. Aunque convaleciente, sin su visto bueno pocos asuntos vitales salían adelante y sus vetos eran aún inapelables, anotaban la mayoría de los "cubanólogos". Analistas y diplomáticos creen que por eso Raúl predicaba la necesidad de reformas estructurales, o reconocía un "exceso de prohibiciones", pero no hizo nada substancial al respecto durante su interinato.
En 2007 Raúl enumeró los aprietos económicos cubanos y subrayó la necesidad de ajustes, pero la escasez de alimentos, vivienda, transporte y otros artículos y servicios sigue siendo el calvario cotidiano de los cubanos. En algo sí hubo cambio: tiene escasas intervenciones públicas y pronuncia mensajes breves y concisos, a diferencia de los discursos frecuentes y torrenciales del hermano mayor hoy jubilado.
Antonio López, historiador de la casa-museo de los Castro en su pueblo natal de Birán, en la provincia oriental de Holguín, narra que Raúl se encargó en 1935 del bar La Paloma, del padre, y acabó con las pérdidas del local "fajándose" con los malos pagadores. Su principal logro ha sido convertir al ejército insurgente en las modernas Fuerzas Armadas Revolucionarias. También ayudó con sus militares a la supervivencia económica de Cuba durante el "periodo especial", eufemismo para el descalabro económico padecido tras el desplome del bloque soviético en 1989.
Pese a su fama de duro y ortodoxo, se le atribuyen a Raúl medidas aperturistas en momentos críticos: impulsó mercados campesinos libres para garantizar alimentos al pueblo, argumentando que "valen más los fríjoles que los cañones". Ya en abril de 2008, a los dos meses de convertirse oficialmente en el número uno del régimen comunista caribeño, impulsó el levantamiento de una serie de restricciones de muy diversa índole que pesaban sobre la mayoría de los cubanos: el derecho a comprar teléfonos móviles, a alojarse libremente en los hoteles de la isla, etc.