Enlaces accesibilidad

Terrorismo de ETA: del acoso policial de 2004 a la tregua de 2006

Cuando Zapatero llegó al poder, ETA se encontraba debilitada por la política de AznarEn 2005 arranca el diálogo entre el Gobierno y la banda terroristaEl 22 de marzo de 2006 ETA declara un "alto el fuego permanente"

Por

A la altura del año 2004, la banda terrorista ETA se encontraba en una situación complicada. El Gobierno de Aznar había seguido una dura política de acoso y derribo que llevó a la cárcel a más de 450 terroristas y colaboradores. Esta estrategia de endurecimiento había contado con el apoyo del Partido Socialista, que firmó con el PP y el Gobierno un Pacto de Estado contra el Terrorismo en 2000.

Promovido por José Luis Rodríguez Zapatero, aquel acuerdo se llamó Por las Libertades y contra el Terrorismo y permitió al ejecutivo popular organizar la lucha antiterrorista desde la base de la firmeza policial, el cumplimiento íntegro de las penas y la asfixia del llamado "entorno de los terroristas", es decir, todo su aparato de financiación y apoyo entre la sociedad civil. 

Además, el pacto daba toda la iniciativa en lucha antiterrorista al Gobierno y, con la intención de asistir a los términos firmados, los dos grandes partidos se comprometían a no hacer uso del terrorismo como arma en su confrontación política.

Con esas ideas como planteamiento central, el Partido Socialista apoyó la lucha antiterrorista del anterior ejecutivo y se llegó a principios de 2004 con una situación de arrinconamiento de ETA sin precedentes en la historia reciente. También su actividad "militar" se había reducido de forma notable: la última víctima mortal se remontaba al 30 de mayo de 2003.

En general, ETA redujo su actividad a mínimos históricos. Sus apariciones fueron casi nulas en la primera mitad del año y su habitual campaña de verano se quedó en una sucesión de bombas de escasa potencia. Con ese contexto tuvieron lugar las elecciones que dieron el gobierno a Rodríguez Zapatero.

Planteamiento electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, 2004

En el programa electoral del Partido Socialista para las elecciones de marzo de 2004 se podía leer: "Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado Por la Libertad y Contra el Terrorismo suscrito entre el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular y el Gobierno de la Nación y, en especial, a renunciar a la utilización política del terrorismo; nos comprometernos a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva.

Nos comprometemos a la observancia estricta de la Constitución y por tanto rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un precio político democrático por el fin de la violencia¿.

Las elecciones del 14 de marzo de 2004

Con ese planteamiento electoral, el Partido Socialista ganó las elecciones del 14 de marzo de 2004, posiblemente las más convulsas de nuestra historia democrática. Desde luego, el terrorismo estuvo muy presente  en aquella jornada electoral, aunque fue el terrorismo islámico, que el día 11 de marzo atentó de manera brutal en Madrid.

Para muchos, la forma en que el Gobierno en funciones del Partido Popular gestionó aquella crisis, su insistencia en atribuir los atentados a ETA y su renuencia a aceptar los hechos tal y como habían sucedido fueron argumentos poderosos para inclinar las elecciones. 

Se gesta la negociación

Con una España todavía en estado de "shock" por los atentados de marzo, José Luis Rodríguez Zapatero asumió la tarea de gobernar. Sin embargo, no fue del todo fiel a la promesa electoral de no negociar, porque a los pocos meses de llegar al poder, planteó la posibilidad de entablar conversaciones con ETA para buscar una solución negociada al conflicto vasco.

La posibilidad de iniciar un cambio de rumbo nació poco antes de las propias elecciones, cuando una negociación personal de Josep Lluis Carod Rovira había hecho que ETA declarase un alto el fuego ceñido sólo a Cataluña.

Como se supo después, el PSOE también había entablado conversaciones con ETA antes de llegar al poder. Se trataba de establecer las bases para iniciar el diálogo una vez formado el Gobierno. Además, ETA se dirigió en agosto de 2004 al Ejecutivo por carta. En su misiva, proponían "establecer vías de comunicación para resolver el conflicto".

Pero el proceso de acercamiento cobró carta de naturaleza el 14 de noviembre de 2004, cuando Batasuna propuso en San Sebastián la apertura de un proceso negociador y una consulta popular sobre la independencia del País Vasco. La iniciativa no fue muy bien acogida por los partidos nacionales, pero quedó claro que algo se movía en el entramado etarra que hacía pensar en una nueva etapa. A partir de ahí se multiplicaron los signos que hablaban de contactos preliminares entre el Gobierno y portavoces de la banda terrorista. 

2005, arranca el diálogo

Por fin, tras una violenta "traca final" de atentados con bombas, la madrugada del 16 de enero de 2005, ETA hacía público un comunicado en el que ratificaba la oferta de negociación hecha por Batasuna en noviembre.  Ese paso resultó decisivo para que el Gobierno de Zapatero se animase a iniciar un proceso de negociación en firme. Así, el día 17 de mayo, el Congreso de los Diputados otorgaba una autorización especial al presidente para entablar conversaciones con ETA. Sólo se opuso, y con gran virulencia, el Partido Popular.

Apenas unos días después, el 21 de junio, representantes del Gobierno y de ETA se reunían en Suiza y daban inicio a una tortuosa secuencia de conversaciones que se prolongaron durante 2005 y 2006. Como mediador actuaría en adelante el Centro de Diálogo Henry Dunant, una institución especializada en este tipo de acciones que tiene sede en Ginebra, Suiza. 

Al parecer, en los primeros contactos se estableció que, en un plazo no superior a seis meses, ETA declararía una tregua y se harían oficiales las negociaciones. El tiempo hasta entonces serviría para que el Gobierno pudiera verificar que las actividades terroristas de la banda y también la llamada "kale borroka" habían cesado. Para empezar, en julio de 2005, ETA decretó un alto el fuego contra cargos electos.

Los encuentros tuvieron continuación en Oslo, Noruega, y más tarde, en Ginebra. En esta ciudad, el último día de 2005, ETA se comprometió a declarar una tregua antes de seis semanas.

2006, La tregua 

Aunque se hizo esperar un mes más de lo prometido, por fin, el 22 de marzo de 2006, ETA declaró un "alto el fuego permanente", que fue acogido con entusiasmo y prudencia. Era la tercera gran tregua de la historia de la banda y, por primera vez, se declaraba después de un largo periodo sin matar, casi tres años. Ese día, en el Congreso de los Diputados, Zapatero dijo: "Estamos convocados y estamos obligados a emprender este difícil y largo proceso de paz".

Sin embargo, los meses siguientes fueron complicados. El Partido Popular nunca apoyó el proceso y sectores conservadores de la sociedad, alimentados, sobre todo, por algunos medios de comunicación, iniciaron una feroz campaña contra la política antiterrorista del Gobierno y contra la negociación. En esta campaña destacó la Asociación de Víctimas del Terrorismo, que el día 11 de junio reunió en Madrid a cientos de miles de personas para protestar y pedir la verdad sobre el 11-M y sobre el diálogo con ETA.

Mientras tanto, Zapatero dio por verificado el alto el fuego de ETA y el 29 de junio declaró abierto oficialmente el diálogo con ETA ante el Congreso. Después se sabría que aquella declaración no gustó a la banda, ya que, en su opinión, el presidente del Gobierno evitó el asunto de Navarra, uno de los puntos fuertes de ETA en la negociación.

Tras el verano de 2006, ETA introdujo un matiz en el diálogo: pidió al Gobierno que se formase una Mesa de Partidos para debatir el futuro del País Vasco. Además exigió la legalización de Batasuna. El clima de las conversaciones empezó a deteriorarse y, además, durante las negociaciones la Justicia y las fuerzas de seguridad del Estado siguieron actuando contra la banda,  deteniendo etarras y prorrogando la ilegalización de Batasuna. El Gobierno decidió continuar con las negociaciones, pero, durante el otoño, se multiplicaron los signos negativos y pronto quedó claro que el proceso estaba en vía muerta.