La KGB desarticula una red de espionaje norteamericana en Bielorrusia
- La célula estaba formada por diez bielorrusos que tenían contacto con el FBI
- Buscaban información contra el presidente del país, considerado por Bush un dictador
- La embajadora norteamericana tuvo que abandonar el país a mediados de marzo
La KGB sorprende a un grupo de espías norteamericanos en un piso franco con teléfonos móviles, cámaras, binoculares y equipos de vídeo. No se trata del típico episodio de una novela sobre la Guerra Fría de John Le Carré; ha ocurrido en 2008, en Minsk, la capital bielorrusa, y ha generado una tormenta diplomática entre ambos países.
La supuesta red de espionaje norteamericana debía recabar todos los datos necesarios para desestabilizar el gobierno de Bielorrusia, considerado por Washington la última dictadura europea.
Aunque el apartamento se encontraba a menos de un kilómetro y medio de la legación diplomática de EE.UU., las autoridades estadounidenses se han apresurado a negar la existencia de cualquier operación de espionaje.
Sin embargo, el Comité de Seguridad del Estado, heredero de la antigua KGB y que sigue conservando el mismo nombre, ha asegurado que la célula desarticulada, integrada por diez ciudadanos bielorrusos, operaba bajo la tapadera de la lucha contra el terrorismo. El contacto de estos ciudadanos con EE.UU. sería un oficial del FBI que figura en la embaja estadounidense como personal diplomático.
Medida preventiva
"Es inaceptable y no permitiremos que intenten dictarnos su ley dentro de nuestro territorio", ha subrayado tras la operación Yuri Zhadovin, jefe del KGB, citado por la agencia oficial Belta.
Con todo, la sangre no ha llegado al río. Los servicios secretos se han limitado a requisar el material encontrado en el apartamento, sin que ninguno de los sorprendidos haya sido detenido. "Lo más importante es prevenir el cumplimiento del delito. En el sistema de seguridad existe un concepto llamado prevención", ha puntualizado Zhadovin.
Desencuentro diplomático
Este episodio es el último de una larga lista de desencuentros entre ambos países, que llegó a su punto más álgido a mediados de mes, cuando Bielorrusia pidió a la embajadora norteamericana en Minsk, Karen Steward, que regresase a Washington para realizar consultas con sus superiores.
La Administración Bush considera al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, un dictador. Por su parte, el líder bielorruso, que venció los últimos comicios presidenciales hace dos años con más del 80% de los votos, acusa a los norteamericanos de perjudicar los intereses económicos bielorrusos.
Dominio absoluto
La situación en Bielorrusia contrasta profundamente con lo ocurrido en otras repúblicas caucásicas como Ucrania y Georgia, en las que movimientos populares antirrusos lograron derrocar a presidentes cercanos a Moscú.
El dominio de Lukashenko sobre la política bielorrusa ha sido absoluto desde la caída del muro. De personalidad autoritaria, logró reformar la Constitución para poder quedarse en el poder más de dos mandatos.
En las pasadas elecciones presidenciales, la oposición le acusó de manipular los comicios. Los observadores de la OSCE, la UE y EE.UU. coincidieron en el diagnóstico y no consideran legítimos esos resultados.
Por su parte, EE.UU. ha establecido sanciones contra el consorcio estatal bielorruso Belneftejim, lo que ha hecho enfurecer a Lukashenko, que ha amenazado con renunciar al dólar como moneda de cambio.