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Una agonía televisada que conmovió al mundo

  • Juan Pablo II murió el sábado 2 de abril de 2005 después de dos días de agonía
  • Millones de fieles siguieron por televisión el empeoramiento de la salud del Pontífice

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Informe semanal - La muerte de Juan Pablo II

Es sábado por la noche. Miles de fieles abarrotan la plaza de San Pedro. Todos los ojos están fijos en las habitaciones privadas de Juan Pablo II: dos ventanas iluminadas tras las que agoniza el Papa. A las 21.37 otra luz contigua se enciende. Callan los rezos y la plaza se sumerge en un pesado silencio. Minutos después, monseñor Sandri hace oficial la noticia: Carol Wojtyla ha muerto después de 26 años de Pontificado.

Dos días antes, el Papa había recibido la extremaunción por segunda vez en su vida. La primera fue en 1981, cuando fue víctima de un atentado. Ahora, un cuarto de siglo después, una infección en las vías urinarias ha agravado peligrosamente su ya precaria salud. En menos de dos meses, Juan Pablo II ha perdido 15 kilos. El 23 de febrero, le hicieron una traqueotomía con el fin de paliar sus frecuentes crisis respiratorias. 

Crónica de una muerte anunciada

En todo el planeta, los fieles son testigos minuto a minuto de su empeoramiento. El miércoles, sólo tres días antes de morir, las televisiones de medio mundo difunden una imagen que enciende todas las alarmas: un Juan Pablo II asomado a la ventana que, pese a sus dramáticos intentos, no logra articular palabra. Los médicos le habían desaconsejado que lo hiciera, pero Wojtywa, el Papa más mediático de todos, quiere hacer pública su enfermedad como ejemplo de sacrificio, para que el mundo le vea "cargar con su cruz" hasta sus últimas consecuencias. Será su despedida.

Después de dos días de agonía, Juan Pablo II muere a los 84 años. Quienes estaban con él en aquellos momentos aseguran que sus últimas palabras fueron para los jóvenes. Cuentan que, al escuchar el eco de la multitud bajo su ventana, Woytila dijo entre balbuceos: "Os he buscado, ahora habéis venido. Gracias". En la plaza de San Pedro, las velas y las plegarias cerraban una etapa de 26 años en la historia de la Iglesia.