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La OTAN entreabre la puerta a Ucrania y Georgia

Reconoce su derecho a ser miembros, pero retrasa una decisión hasta diciembre

Macedonia abandona airada la cumbre por el veto griego a su entrada

Estados Unidos instalará el radar de su escudo antimisiles en la República Checa

La vuelta de Francia a la estructura militar afianza sus buenas relaciones con EE.UU.

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Segunda jornada de la cumbre de la OTAN

Georgia y Ucrania tienen derecho a ser miembros de la OTAN, pero tendrán que esperar hasta diciembre para que se inicie su Plan de Adhesión (MAP, en sus siglas en inglés).

Así han resuelto los 26 países que conforman la alianza el conflicto abierto entre su miembro de más peso, EE.UU. , partidario firme de la entrada de las dos repúblicas ex soviéticas, y su principal socio estratégico, Rusia, que se opone de manera radical.

"Hemos acordado que esos países se conviertan algún día en miembros de la OTAN", ha declarado solemnemente el secretario general de la alianza, Jaap de Hoop Scheffer.

Acuerdo de Francia y Alemania

Con esta decisión se respeta la postura estadounidense, que se negaba a que ningún conflicto heredado de la Guerra Fría frene la expansión al este de la OTAN, y se recoge también el escepticismo con el que Francia y Alemania habían recibido la adhesión de estos países.

De esta forma, ha vuelto a funcionar el eje franco-alemán pese a la frialdad de las relaciones entre sus máximos mandatarios, Nicolás Sarkozy y Ángela Merkel. Ambos han coincidido en señalar que la entrada de Georgia y Ucrania abriría un enfrentamiento innecesario con Rusia.

Esta sintonía se ha materializado también en un acuerdo para que la próxima cumbre anual de la OTAN, que conmemorará el 60 aniversario de la alianza, se celebre en Estrasburgo y Kehl, las dos ciudades de la frontera francoalemana ubicadas a las dos orillas del Rhin. 

Reacciones de Rusia, Ucrania y Georgia

La respuesta rusa no se ha hecho esperar. El jefe del comité de Exteriores de la Duma, Konstantin Kosachov, ha expresado su satisfacción por la postura de estos países europeos y ha subrayado que Rusia seguirá insistiendo en que estos dos países no cumplen los criterios para entrar en la OTAN. 

Las principales razones que alegan los diplomáticos rusos son que sólo el 30% de la población ucraniana apoya la adhesión y que Georgia no controla la integridad de su territorio, ya que dos regiones prorrusas, Abjasia y Osetia del Sur, han declarado unilateralmente su independencia.

En este sentido, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha enviado una carta a los líderes de ambas regiones reiterándoles el apoyo de Moscú y mostrando su preocupación por que una eventual entrada de Georgia en la OTAN suponga la ocupación militar de las mismas.

Por su parte, tanto el presidente de Ucrania, Viktor Yurshenko, como el ministro de Exteriores georgiano, David Bakradze, han asegurado que el documento aprobado por la OTAN "representa "un hito histórico".

Indignación macedonia

Si Georgia y Ucrania han visto su adhesión aplazada, la república de Macedonia ha visto vetada su entrada de manera radical por Grecia, pese a que su delegación diplomática contaba con su integración en la alianza, al igual que ha ocurrido con otros dos países de los Balcanes, Albania y Croacia.

La razón esgrimida por los griegos es que no podían aceptar la entrada de un país que se denomina igual que una región de su territorio. En su comunicado, la OTAN ha tratado de calmar el enfado macedonio comprometiéndose a recibir a su embajador cuando se alcance un acuerdo sobre su denominación.

La respuesta de Macedonia ha llegado por la vía de los hechos, ya que ha abandonado la cumbre de manera precipitada.

Protagonismo de Sarkozy

Más allá de los acuerdos sobre las solicitudes de adhesión, la cumbre de Bucarest ha traído también la vuelta a la estructura militar de la OTAN de uno de sus socios fundadores, Francia.

Rompiendo con una decisión tomada por el general De Gaulle en 1966, Nicolás Sarkozy se ha comprometido a integrar a sus tropas en la alianza en 2009.

Este anuncio ha sido recibido con satisfacción por el presidente norteamericano, George W, Bush, que ha intercambiado elogios con su homólogo galo, al que ha calificado como "el Elvis francés".