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Ave, Berlusconi

  • Empezó construyendo pisos y ahora es uno de los hombres más ricos de Italia
  • Es dueño de un emporio que incluye televisiones, periódicos y un equipo de fútbol
  • Cuida su imagen al milímetro: se ha hecho un lifting y dos implantes de pelo

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Berlusconi en el ojo del huracán

"Mi latín [es tan bueno que] me permitiría incluso comer con Julio César". Es la penúltima ocurrencia de Silvio Berlusconi, un multimillonario excéntrico y mago del márketing que, a sus 71 años, ha vuelto a la arena política para convertirse, por tercera vez, en el primer ministro de Italia.

El 'eterno retorno' de Berlusconi no deja a nadie indiferente. Sus partidarios más acérrimos defienden que es un hombre emprendedor que se ha hecho a sí mismo. Para sus detractores, es un "caimán" ambicioso que entiende el Estado como una empresa privada. 

De cantante de cruceros a multimillonario

Berlusconi nace y crece en el seno de una familia milanesa de clase media. Su padre, que trabajaba en un banco, despierta en él un temprano interés por el dinero que se manifiesta pronto: cuentan que ya en el colegio vendía apuntes a sus compañeros.

El joven Silvio, siempre despierto, trabaja en mil y un oficios, incluyendo el de animador de cruceros de lujo por el Mediterráneo. A los 25 años funda su primera empresa, una constructora. Corre el año 1961 y Berlusconi acaba de licenciarse en Derecho con una tesis doctoral sobre publicidad que le hace ganar un prestigioso reconocimiento académico: el premio Manzoni. Es el comienzo de una meteórica carrera que le catapultará a lo más alto de la  vida económica y política de Italia.

La forja de un imperio

El imperio mediático de Berlusconi empezó a forjarse en 1976, al calor de los jugosos beneficios que le reportan sus negocios imnobiliarios. 'Telemilano' es su bautismo de fuego. El éxito de este pequeño canal, que inicialmente sólo se emite en sus urbanizaciones, le empuja a embarcarse de lleno en la aventura audiovisual. Así, en los años ochenta, pone en marcha tres canales de televisión más: Canale 5Italia 1 y Rete 4.

En 1991, Berlusconi da un paso de gigante en su camino hacia el olimpo financiero y político: compra el grupo Mondadori, un coloso editorial que publica 16 diarios, entre ellos 'La Reppublica', además de tres semanarios de éxito y otras 35 cabeceras.

En total, la compañía matriz de Berlusconi, Fininvest, aglutina más de 150 empresas en sus cuatro divisiones: inmobiliaria, editorial, televisión y seguros y finanzas. En España, controla la cadena de televisión privada Telecinco a través de su filial Mediaset. También es propietario del AC Milán, uno de los clubes de fútbol más potentes del Calcio.

Estas poderosas razones han convertido a 'Il Cavaliere' en el tercer hombre más rico de Italia. Según cálculos de la revista 'Forbes', su fortuna asciende a más de 9.400 millones de euros.

Salto a la política

El "gusanillo" de la política le entró a principios de los noventa. En 1993, tras los escándalos que salpicaban la vida política italiana y el descalabro electoral de la Democracia Cristiana, empieza a coquetear con la posibilidad de presentarse a las elecciones. Pocos meses después lo hace oficial, como no podía ser de otra forma, en una de sus televisiones. Crea el partido 'Forza Italia' y se postula como candidato.

Su mensaje, mezcla de populismo, liberalismo económico y promesas de modernización, cala entre la gente. La coalición conservadora liderada por Berlusconi, el Polo de la Libertad, se hace con la mayoría absoluta. Pero las desavenencias con sus socios (la federalista Liga Norte y la neofascista Alianza Nacionalle fuerzan a dimitir sólo unos meses más tarde.

Sin embargo, 'Il Cavaliere' no se dará por vencido: como buen animal político, experto en el arte de la supervivencia, vuelve a presentarse a los siguentes comicios. Tras la 'dulce' derrota de 1996, repite en 2001 y, esta vez, arrasa.

En 2006, la coalición de izquierdas 'El Olivo', encabezada por Romano Prodi, le desaloja del poder. Berlusconi tarda más de tres semanas en reconocer su derrota.

A vueltas con la justicia

La carrera de Berlusconi siempre ha estado empañada por los escándalos financieros. Su historial judicial es tan largo como sonrojante: se le ha acusado de falsificar documentos, de defraudar al fisco, de cooperar con la mafia y hasta de sobornar a jueces. Además, ostenta el dudoso honor de ser el primer jefe de Gobierno italiano que ha comparecido ante los tribunales.

A pesar de aprobar leyes sospechosas de beneficiarle, como la que perdona la falsificación de balances en los libros contables de las empresas, se ha sentado más de una decena de veces en el banquillo. Pero Berlusconi siempre ha salido airoso: le han condenado a casi siete años de cárcel por corrupción de los que ha sido absuelto, a menudo porque los delitos que se le imputaban ya habían preescrito.

En España, también ha tenido cuentas pendientes con la justicia: el juez Baltasar Garzón le acusaba de un supuesto delito de falsedad documental y fraude fiscal en la gestión de Telecinco. Aunque, finalmente, ha tenido que dejar en suspenso estas imputaciones por su condición de primer ministro italiano.

Polifacético y lenguaraz

Si algo caracteriza a Silvio Berlusconi es su locuacidad y su personalísimo estilo a la hora de hacer política. De su etapa de 'galán de crucero' conserva su amor por la música, que demuestra a menudo en público. De hecho, ha publicado dos discos, el último en 2006.

Tampoco le gusta morderse la lengua. Sus 'meteduras de pata' en materia diplomática son antológicas, como cuando llamó "capo nazi" a un eurodiputado alemán, en 2003. En Finlandia todavía se acuerdan del día en que aseguró que había hecho de "playboy" con su primera ministra, Tarja Jalonen, para conseguir que Parma fuera la sede de la Agencia para la Alimentación.

Y es que 'Il Cavaliere' sabe cómo sacarse partido: ha pasado por el quirófano para hacerse algún retoque y se ha sometido a dos implantes de pelo, según dice, por "respeto a los demás". Por eso se defiende con uñas y dientes ante quienes le acusan de no dar la talla: "Soy más alto que Putin y Sarkozy y soy tan alto como Prodi. Mido 1,71 metros y no entiendo la manía de todos los dibujantes de viñetas que me pintan como enano y a los otros como normales". Dos años después de perder el poder, Berlusconi Tercero, como le llaman algunos, se ha tomado la revancha.