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'La noche de los libros' entrega las calles de Madrid a sus lectores con centenares de actos

  • Más de siete horas llenos de actos, de librerías abiertas, de venta de libros
  • Uno de los mejores críticos de España le daría el Cervantes a Molina, que "no se lo merece"
  • Joaquín Sabina recita sonetos a Luis García Montero ante un público entregado
  • La cantante y poetisa Patti Smith pregunta por el chiki-chiki

Por
La2N Paseo por Madrid el Día del Libro

Las campanadas de un reloj anuncian que el hechizo llega a su fin. Han sido más de siete horas de viaje a lo Max Estrella, picoteando aquí y allá por calles y librerías. A las doce y media de la noche en el bar Diablos Azules, algunos escritores -Benjamín Prado, Almudena Grandes, Luis García Montero- prolongan fuera de programa la velada.

La bacanal libresca empezó horas ha y desde entonces me he encontrado con autores de fama, pero sobre todo me he rozado con esos desocupados lectores a los que el 'manco de Lepanto' se refería en el prólogo del Quijote. Parece que ha pasado una eternidad desde que la magdalena empezó a caer a primera hora...

LIBRO I: En el que se usa la técnica del 'flash-back'

Como no podía ser de otra manera, el chupinazo tiene lugar en la Cuesta de Moyano. Son las cinco y la tarde se presenta envuelta en celofán.

Para comenzar el viaje, me acojo a la protección de todos los lazarillos que en el mundo han sido: Anquises, Virgilio, Dante, don Latino, Dedalus. Aunque en estos días de experiencias Nocilla, quizá lo suyo sea recurrir a Travis Bickle. O más allá: al mono Amedio o Chema, nuestro recién fallecido panadero.

La inauguración en Moyano es desangelada. Un estrado, una nube de periodistas, un discurso oficial que a pocos interesa y, eso sí, librerías y libreros, libros y compradores. Armando, que regenta una caseta, me dice que "no tendrían que ocuparse de la noche del libro sino del día del libro". Me aconseja Carta a una desconocida, de Zweig, y me escabullo hacia la calle Alcalá, donde Andrés Trapiello debate con uno de los mejores críticos literarios sobre el género del diario.

LIBRO II: En el que nos enteramos de lo que es un diario

José Luis García Martín y Andrés Trapiello no debaten, simplemente discuten. Muy amigablemente, eso sí.

Hay un público bastante generoso y sorprendentemente joven en su debate. García Martín dice que "a veces sabe más el lector que lee y anota una obra, que el escritor que a veces fantasea sobre lo que le gustaría haber escrito". Está diciendo que él sabe más de la obra de Trapiello que Trapiello mismo y se postula para editar sus ya quince tomos de diarios con anotaciones en Cátedra. Trapiello se defiende con buen talante.

Acaba la sesión. El escritor leonés me dice que daría el Premio Cervantes a Cervantes. García Martín dice que va a ser "malicioso" y que se lo daría al actual ministro de Cultura, "que no se lo merece, pero se lo han dado a muchos que no lo merecen", apostilla.

LIBRO III: En el que no se cuenta el encuentro con Álex de la Iglesia y...

...Julio Médem. Porque Álex de la Iglesia se ha borrado a última hora y el cineasta vasco no ha llegado, más de treinta minutos después de la hora prevista. El encuentro va a tener lugar en la librería de cine Ocho y Medio. Se reparten copas de vino para aligerar la espera, pero me digo que estoy de servicio.

Con la excusa de que falta el personaje, me dedico a las personas. María José y Ángel entran con el carrito de Gastón, su hijo, en el local. Transpiran la sonrisa. Ella me recomienda La conjura de los necios y él me dice que sería el Dean Moriarty de On the road, del beatnik Kerouac.

Entre una postal de Sofía Loren y otra del Robert de Niro de Toro salvaje, me encuentro con Marina y Carlos. Ella quiere ser la Jo de Mujercitas y él daría el Cervantes a Javier Cercas, aunque reconoce que apenas lee literatura en español.

LIBRO IV: En el que Sabina lee sonetos

Debiera acudir a un debate sobre la prensa frente a los libros con los principales gurús del suplementado cultural. Esto es prensa y hablamos sobre libros. Pero el olfato 2.0 me dice que los lectores-espectadores que más nos interesan están en la FNAC, con Sabina y García Montero.

En efecto, Rubén y Alberto, estudiantes de Psicología, me dicen que le darían el Cervantes a Sabina sin dudarlo. Es un público entregado. "Esto parece el orgullo gay", dice el cantautor de voz cazallera, bien acompañado por un cubata, después de que él y el poeta andaluz se lancen piropos recíprocos y se dediquen poemas recitados. "Lee un poema, leo yo otro y firmamos los libros a estas señoritas", señala Sabina.

LIBRO V: En el que pasamos por la calle Cervantes

Me voy a Mayor, en busca de Javier Marías, sepultado tras una fila de lectores en la librería Méndez. Ni siquiera tengo un libro que me pueda firmar para llegar hasta él y que me diga a qué personaje literario envidia, así que sigo mi periplo, en busca de Juan Manuel de Prada, que el programa supone en la librería Códice, junto a Antón Martín.

No hay tal. La librería está muy cerrada. Me pongo en contacto con el escritor de Zamora y me dice que en ese momento está en El Corte Inglés de Serrano, a punto de dejarlo para irse al VIPS de la misma calle. Le deseo suerte.

Al menos, el paseo por la calle de Atocha y el barrio de las letras me reconcilia con la literatura. Con la iglesia de San Sebastián hemos dado. Por un momento me hago la ilusión de ser un galdosiano personaje de Misericordia.

Nuria y Manuel, jóvenes universitarios, buscan un espectáculo de títeres en la calle Amor de Dios. Y por este, acudo en su ayuda. Poco puedo hacer: o alguien se ha comido un número o la librería a la que se dirigen está en el andén 9 y 3/4.

LIBRO VI: En el que la poesía también existe

A estas alturas, ya me arrepiento de no haber tomado la copa de vino que se ofrecía en Ocho y Medio. Pero no sólo de pan vive el hombre, así que me meto en el Centre Cultural Blanquerna, que es como hacerlo en la Diagonal barcelonesa en plena calle de Alcalá.

Para aliviar los chascos recientes, me compro dos libros de Acantilado, entre ellos el Zweig que Armando me recomendaba. Fuera, una cola considerable espera para acceder a la conferencia con el siempre controvertido Michel Houellebecq. Para amenizar la espera,un grupo de latin-jazz toca en la calle, dentro del programa de 'La noche'.

Al norte de la Gran Vía, en la librería Antonio Machado, firma libros Elena Medel, joven poetisa de Córdoba. Hablamos, sí de literatura, pero especialmente de Eurovisión. Está enfadada por que no fuese 'La Casa Azul'. Dice por lo bajini que mandó diez mensajes para votar en su favor y apuesta que el chiki-chiki quedará entre los cinco últimos. Su gran sueño no es ganar el Cervantes, sino ser comentarista de la gala eurovisiva.

¿Qué busca en los libros? "Ser feliz durante un rato", concluye.

LIBRO VII: En el que Patti Smith pregunta por el chiki-chiki

Que Rodolfo Chikilicuatre aspira a icono pop del friquismo posmoderno español lo confirma que ese mito del 68, uno de los muchos 68, Patti Smith, dice tras una canción: "Yo estoy pensando en Lorca y mi hijo está hablando sobre chiki-chiki". Su hijo es el guitarrista que la acompaña en el escenario y que amaga el 'robocop' entre las risas del público. La cantante y poetisa aparenta no entender.

La noche, como la de Cenicienta, acaba con el momento culmen. Con un estilo intimista y maternal, Smith se mete al público en el bolsillo. Canta, lee poemas, se deshace en agradecimientos a la ciudad, a esa noche "que pertenece a los amantes de libros", menciona a Goya, el Gernika de Picasso... y lee un poema que nació en la capital.

Y la noche acaba, está acabando... Bajamos las escaleras de palacio, aferrándonos a todo lo que nos ha dejado, para que no se nos pierda. Más allá de los tropecientos actos culturales dignos de titular noticias, me quedo con ese polen intangible que la jornada ha dejado en el aire.