Diez años de Aznalcóllar: Cómo sobrevivir a un desastre ecológico
La rotura de una balsa de residuos provocó un vertido que llegó a las puertas de Doñana
Seis millones de metros cúbicos de lodo tóxico arrasaron más de 4.600 hectáreas
Los ecologistas denuncian que, diez años después, la historia podría repetirse
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Han pasado diez años desde el mayor desastre ecológico ocurrido nunca en España: el vertido tóxico de las minas de Aznalcóllar, en Sevilla.
El 25 de abril de 2008 la rotura de una presa liberó más de seis millones de metros cúbicos de residuos altamente contaminantes. Una ola de muerte y destrucción que arrasó 4.634 hectáreas de terreno y amenazó un espacio natural Patrimonio de la Humanidad: el parque de Doñana.
Un equipo de Televisión Española ha vuelto a la 'zona cero' del desastre y ha comprobado que, aunque la recuperación ha sido asombrosa, la sombra de la contaminación aún planea sobre Aznalcóllar.
"Podía haberse evitado"
"Aquellos hechos fueron denunciados. Sin embargo, nos archivaron todas las denuncias. Tres años después, la catástrofe ocurrió". Así de contundente se muestra Juan Romero, de Ecologistas en Acción, cuando le preguntan por las causas de la catástrofe de Aznalcóllar.
En una entrevista que emite este viernes el Telediario dentro de la sección ¿Te acuerdas?, acusa directamente al sistema judicial: "Aquí, quien contamina cobra", dice refiriéndose a Boliden, la empresa sueca que explotaba la mina de Aznalcóllar en el momento del desastre.
La multinacional, a pesar de ser la responsable de la seguridad de la balsa de residuos que provocó el vertido, nunca pagó por ello. Es más, cobró 500 millones de euros en subvenciones de la Junta de Andalucía para que no cerrara y mantuviera los puestos de trabajo.
Según Romero, una década después de aquella catástrofe medioambiental, no hemos aprendido la lección. Lo peor, advierte, es que la historia podría repetirse: "Estamos reabriendo minas en las mismas condiciones que la mina de Aznalcóllar. Todavía hay escorrentías, filtraciones de la mina que van a parar al río Guadalquivir", denuncia.
En toda España, aún quedan un centenar de balsas como la de Boliden: vertederos al aire libre que almacenan residuos altamente contaminantes. Alguna, como la de la mina de Las Cruces, está a muy pocos kilómetros de la antigua mina de Aznalcóllar.
Cien veces peor que el Prestige
A las tres y media de la madrugada del 25 abril de 1998, una llamada telefónica a la Guardia Civil disparó todas las alarmas: un vecino había escuchado un fuerte estruendo, similar a una explosión, muy cerca de las minas de Aznalcóllar.
El dique de contención de una balsa de residuos tóxicos había reventado. Seis millones de metros cúbicos de agua ácida cargada de metales pesados se escapaban por la brecha hacia el río Agrio. Poco después, el vertido, cien veces mayor que el del Prestige, desembocaba en el río Guadiamar, afluente del Guadalquivir.
La ola de lodo envenenado recorrió 63 kilómetros de cauce y aniquiló todo a su paso: en los días que siguieron al desastre, se recogieron más de 37 toneladas de peces muertos.
De la lengua tóxica al Corredor Verde
Diez años después, la recuperación de la zona afectada por el vertido es un hecho: el Proyecto del Corredor Verde del Guadiamar, un plan que puso en marcha la Junta de Andalucía, ha conseguido un un doble objetivo: en primer lugar, restaurar los ecosistemas dañados por el lodo tóxico. Y en segundo lugar, crear un corredor ecológico con zonas recreativas, como el Jardín Botánico de Buitrago y una ruta entre Sierra Morena con Doñana, para practicar senderismo o cicloturismo.
La organización ecologista WWF/Adena considera "positivo" el plan, aunque no sufiente. En su informe ¿Una lección aprendida? pide medidas para evitar otra catástrofe. La más urgente: denegar el permiso de vertidos a la mina de las Cruces.
Y no son los únicos: desde la Estación Biológica de Doñana, su director, Fernando Hiraldo, que vivió la catástrofe desde dentro, avisa a navegantes: "Cuando veo algunos proyectos mineros, minería a cielo abierto, creo que no hemos aprendido lo suficiente. En minería las cuentas hay que hacerlas a muy largo plazo y teniendo en cuenta la parte medioamiental. Me da la sensación de que no hemos aprendido todo lo que debiéramos".