No hay nada en Rangún excepto desolación
- La mayoría de la ciudad sigue sin luz ni agua y los alimentos están por las nubes
- La situación límite en los barrios humildes podría llevar a episodios violentos
- El primer periodista español que llega a la zona la describe como "espeluznante naturaleza muerta"
"Hasta donde alcanza la vista, el paisaje es una espeluznante naturaleza muerta". De esta forma describe en ABC el periodista Pablo M. Díez, el primer corresponsal español capaz de acceder a Birmania tras el ciclón, la vista aérea de Rangún, que sigue paralizada cinco días después del desastre.
Aunque los generadores eléctricos han hecho que la luz y el agua vuelvan a algunas zonas del centro urbano, la mayoría de la ciudad sigue a oscuras, con unos alimentos básicos por las nubes y una escasa ayuda del ejército, vencido por las circunstancias.
La situación más paradójica se da en la sede del Ministerio de la Energía, que no tiene suministro eléctrico desde el sábado. "¡No hay energía!", se ha escuchado gritar a un taxista al pasar junto al edificio.
El ruido de los generadores invade el centro de la ciudad, donde las señales del ciclón siguen presentes. Al hotel Yangon le faltan la Y y la N. El cádillac de un importante diplomático norteamericano está atrapado entre los árboles. Todos los árboles que están junto a la embajada francesa se han caido, excepto uno.
Sin embargo, ellos tienen suerte. Los soldados están recogiando los restos de árboles que hay en las calles y los operarios arreglan los maltrechos tejados. En cambio, en los barrios más humildes siguen faltando la luz y el agua y el precio de los alimentos está por las nubes.
Tensión en los suburbios
Por este motivo, algunos diplomáticos han asegurado a The New York Times que, si la ciudad se mantiene sin comida ni electricidad durante muchos días más, la violencia podría estallar.
"Llevamos cinco días sin electricidad ni agua y tenemos que cocinar con carbón a la intemperie", le ha confesado Jun Thay, un ciudadano de Rangún, al periodista español.
"Por supuesto, de la carne y el pescado ya nos hemos olvidado estos días", le ha indicado Thay con resignación.