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Los médicos birmanos denuncian que los militares detienen a quienes auxilian a las víctimas

  • El Gobierno desconfía de los médicos, quienes ayudan clandestinamente a las víctimas
  • Varios monasterios budistas, obligados echar a la calle a quienes habían acogido
  • La ayuda de la ONU sólo ha llegado a 270.000 personas

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Reunión de la UE para aumentar la presión sobre la Junta birmana

Con otra nueva catástrofe humanitaria en Asia, tras el terremoto de magnitud 7,8 en la escala Richter, la Junta Militar de Birmania (Myanmar), rechaza la ayuda que ciudadanos birmanos desean prestar a las víctimas del ciclón "Nargis" en la región más afectada del país.

El Gobierno birmano, criticado por Naciones Unidas y los países de Occidente por obstaculizar la entrada de la ayuda y los equipos de expertos,  también impide que médicos, enfermeros y otros birmanos voluntarios asistan a los cerca de dos millones de damnificados acuciados por la falta de comida y las enfermedades.

La ONU ha hecho pública la cifra de personas asistidas en estas dos semanas. Apenas 270.000 personas, menos de un tercio de los birmanos más afectados por el devastador paso del ciclón, han podido recibir ayuda de la ONU y sus agencias.

"La ayuda que la ONU y sus socios han podido darles hasta ahora es muy rudimentaria", señaló la portavoz de la Oficina de la ONU para la Ayuda Humanitaria, Elisabeth Byrsseñaló Byrs, quien agregó que todavía se están evaluando los daños causados por la catástrofe.

La ONU calcula que un millón de personas han perdido sus casas tras el paso del ciclón, y que el total de personas que necesitarán ayuda en los próximos seis meses es de 1,5 millones.

En Nasingoo, un pequeño pueblo situado cerca de la costa este del delta del río Irrawaddy, en el sur de país, y apartado del camino principal, dos médicos birmanos con mochilas a la espalda, visitan una choza tras choza intentando no despertar la atención.

"Sí nos encuentran haciendo esto, tendremos un problema serio", advierte a  Aye, un médico de 39 años del hospital Shwe Pyi Tha de Rangún, y a quien acompaña otro doctor del mismo centro llamado Zaw, y dos años mayor.

Por propia iniciativa, y después de que el Ministerio de Salud Pública desestimara sus respectivas aplicaciones para prestar ayuda médica en este delta, Aye y Zaw dedican parte de su tiempo libre a visitar a las familias con enfermos y heridos.

"Además de mucha disentería, hemos encontrado unos cuantos casos de tifus y, como el periodo de incubación de la infección es de unos diez días, tememos que aumenten rápidamente", señala Aye.

En la pequeña mochila que uno de ellos porta a la espalda, dentro tan sólo hay dos frascos de 50 píldoras cada uno de un antibiótico denominado Fleroxacina, y otro de Ampicilina, que está casi vacío.

Según estos dos voluntarios, el Gobierno desconfía de los médicos de ciertos hospitales de Rangún y, por ese motivo, el personal sanitario que se ha desplazado al delta procede de los centros gestionados directamente por las Fuerzas Armadas o de la Cruz Roja y la Media Luna de Myanmar.

Por otra parte, fuentes de una organización internacional que presta ayuda humanitaria en la región del delta indicaron que las listas con los nombres del personal local que desean contratar para agilizar la distribución son examinadas por autoridades antes de dar su aprobación, lo que "puede demorarse varios días".

"Todas las organizaciones queremos desplegarnos en la zona, pero los permisos no llegan", denuncia el representante de una ONG con oficina en Rangún.

En muchos monasterios budistas, cuyos monjes asumieron tras el ciclón la tarea de asistir a las víctimas, están recibiendo la orden de las autoridades de echar a las personas a las que dan cobijo con la finalidad de que ingresen en los centros para damnificados bajo el control de los militares birmanos, según relatan algunos testigos.

El Gobierno militar cifró este lunes hasta casi 32.000 la cifra de víctimas mortales y situó en 30.000 la de personas que permanecen desaparecidas desde que, entre el 2 y 3 de mayo, el ciclón golpeó la región de Irrawaddy, y también Rangún, la mayor ciudad del país.

Naciones Unidas estima el desastre puede haber causado 100.000 muertos, e incluso muchos más si la Junta Militar continúa poniendo trabas a la entrada de la ayuda exterior y prescinde del apoyo logístico de las agencias con medios y experiencia en este tipo de catástrofes.

"Hay que recuperar también los arrozales que son su único medio de subsistencia, y para eso se precisa mucho dinero y expertos", explica Thet Thu, profesor de ingeniería agrícola de la Universidad Politécnica de Tanwa, en Rangún.