Greenpeace asalta la sede de una empresa a la que acusa de producir bombas racimo
- La armentística EXPAL asegura que no fabrica ese tipo de armamento
- Los ecologistas se han descolgado de la fachada de la compañía
- Según Greenpeace, pretendían concertar una entrevista con la dirección
Un grupo de activistas de la organización ecologista Greenpeace ha irrumpido esta mañana en la sede madrileña de la empresa de armamentística Expal -Explosivos Alavesas, S.A.- para denunciar la producción de bombas racimo y exigir su prohibición. Los activistas han sido ya desalojados por la Policía.
En una nota de prensa, Greenpeace asegura que su intención al asaltar la sede era reclamar "una reunión con los responsables de la empresa para expresarles su posición con respecto a este tipo de arma". Encuentro que, según los ecologistas, han propuesto en varias ocasiones y que siempre ha obtenido la negativa de la empresa.
Por su parte, EXPAL ha enviado un comunicado a RTVE.es el que afirma que "no lleva a cabo actividades ni comerciales ni industriales en productos que eventualmente pudieran ser incluidos en la denominación de bombas de racimo".
Además, la comñía armamentística ha resaltado que "cumplen estrictamente, bajo la supervisión del Gobierno español, todos los convenios nacionales e internacionales firmados por nuestro País sobre distribución, venta, fabricación y almacenaje de productos de defensa."
El barullo que los activistas han formado en el interior de las oficinas de la empresa ha sido importante. Varios escaladores se han descolgado en la fachada del edificio para desplegar una pancarta con el lema "Expal fabrica bombas de racimo que mutilian" sobre la imagen de un niño mutilado por las bombas racimo. Según los responsables de la organización ecologista, su intención era "representa a todas las víctimas inocentes que estas bombas causan por todo el mundo".
La pancarta, que también entregarán a los ministerio de Defensa y Exteriores, es sólo uno de los elementos promocionales de una camapaña con la que Greenpeace intenta hacer oír la voz de las víctimas de este tipo de armamento. Un joven de 18 años de Camboya llamado Sot, víctima de una de estas bombas racimo en 2002, ha grabado en vídeo su testimonio en el que exige la prohibición de estas bombas. Este vídeo también ha sido entregado a la empresa armamentística, quien no ha ofrecido detalles sobre cómo han accedido los activistas a la azotea de la sede de su empresa.