Japón ajusticia al 'monstruo de Saitama', autor del asesinato de cuatro niñas
- Los crímenes de Tsutomo Miyazaki conmocionaron al país a finales de los 80
- Otros dos reos han sido ejecutados en el país nipón, 10 en lo que va de año
El japonés Tsutomu Miyazaki, conocido como el monstruo de Saitama, ha sido ejecutado en la horca en Japón por secuestrar, mutilar y asesinar a cuatro niñas de 4 a 7 años entre 1988 y 1989.
Miyazaki, de 45 años, fue uno de los tres presos ajusticiados este martes en Japón, con lo que el número de reos a los que se les ha aplicado la pena capital en el 2008 asciende a 10, llegando a 13 desde que asumió el cargo el nuevo ministro de Justicia, Kunio Hatoyama, en el mes de diciembre.
El Ministerio japonés de Justicia ha confirmado el ajusticiamiento de Miyazaki, cuyos crímenes provocaron una fuerte conmoción en Japón a finales de los 80. Tsutomu Miyazaki fue condenado por el Tribunal Supremo a la pena de muerte en enero del 2006 tras un proceso judicial que duró 16 años, en el que se revisaron varias veces sus condiciones mentales.
Sin aviso previo
Según el juez Tokiyasu Fujita, Miyazaki asesinó a cuatro niñas, dos de 4 años, una de 5 y una cuarta de 7, "para satisfacer su propio deseo sexual y su apetito de poseer cintas de vídeo en las que grababa cadáveres". Miyazaki fue detenido en julio de 1989 por otro caso que incluía la comisión de abusos sexuales a una niña del oeste de Tokio, y entonces confesó el secuestro y estrangulamiento de las otras pequeñas, crímenes cometidos en un periodo de 10 meses.
Junto con Miyazaki fueron ejecutados hoy otros dos condenados, Shinji Mutsuda, de 37 años, quien mató a dos compañeros en el 2005, y Yoshio Yamazaki, de 73 años, que en 1985 y 1990 quitó la vida a dos personas para cobrar el seguro.
La pena de muerte se aplica en Japón siempre en la horca y sin aviso previo a los condenados a la pena capital, un sistema controvertido para los grupos de activistas, que, sin embargo, no es criticado por la población, que apoya mayoritariamente las ejecuciones en los casos de crímenes cometidos con espacial saña.