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Barcelona reúne la obras maestras de Duchamp, Man Ray y Picabia

  • La exposición puede verse en el MNAC de Barcelona hasta el 21 de septiembre
  • Recoge obras dadaístas tan famosas como Rueda de bicicleta o La fuente
  • La muestra constata el estrecho vínculo de los tres artistas de vanguardia con Cataluña

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"El equilibrista" (1916), de Man Ray, una de las obras incluidas en la exposición "Duchamp, Man Ray, Picabia", en el MNAC de Barcelona.
"El equilibrista" (1916), de Man Ray, una de las obras incluidas en la exposición "Duchamp, Man Ray, Picabia", en el MNAC de Barcelona.

Barcelona se ha convertido en estos días en el centro mundial del arte de vanguardia del siglo XX con una exposición que recoge las obras maestras más conocidas de los impulsores del Dadaísmo Marcel Duchamp, Man Ray y Francis Picabia. La exposición "Duchamp, Man Ray, Picabia" podrá verse hasta el 21 de septiembre en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC).

Entre las obras que se exhiben pueden contemplarse El Gran vidrio, La fuente, Rueda de bicicleta, Molinillo de chocolate o La Mona Lisa con bigotes, todas ellas del francés Duchamp. En total son más de 300 obras entre pinturas, objetos, fotografías y filmes que muestran los principales temas que exploraron los tres artistas a lo largo de sus trayectorias vitales y creativas.

La exposición está organizada junto al Tate Modern de Londres, donde estuvo expuesta hasta mayo pasado, y, según la comisaria de la muestra y jefa de investigación de colecciones de este museo británico, Jennifer Mundy, el conjunto "refleja el universo compartido de los tres artistas", a la vez que constata el estrecho vínculo que los tres tuvieron con Cataluña.

De hecho, la famosa obra de Marcel Duchamp Desnudo descendiendo una escalera, núm 2 fue presentada por primera vez en la galerías Dalmau de Barcelona, antes incluso de ser expuesta en París en 1912. Además, Duchamp visitó Cadaqués (Girona) en 1933, y durante los últimos años de su vida pasó largas temporadas en la localidad, donde Man Ray lo visitó con frecuencia. 

Ray fotografió, de hecho, allí la última obra de Duchamp, Cheminée anaglyphe en 1968.

Francis Picabia, por su parte, formó parte de la colonia de artistas europeos que se instalaron en Barcelona durante la II Guerra Mundial y en la capital catalana publicó los cuatro primeros números de la revista vanguardista 391 y el libro de poemas Cinquante-deux miroirs, y en 1922 mostró en una gran exposición, también en la Dalmau, sus "españolas" junto a las "máquinas".

Influencia del ajedrez, el erotismo y la tecnología

La exposición explora la pasión que los tres sentían por el ajedrez, un juego para ellos fuente de inspiración artística, por la repercusión de las nuevas tecnologías en su obra, el potencial subversivo del erotismo, el desafío a la obra de arte única y el interés por el objeto fabricado en serie, ideas que les pone a principios del siglo XX en la prehistoria del pop-art.

La serie de La Mona Lisa con bigotes de Duchamp y la correspondiente de Man Ray El padre de la Gioconda, en la que aparece Leonardo fumando un puro de juguete, ilustran la práctica antiartística y la subversión del canon de la historia del arte que los tres compartían.

En el inicio de la exposición, se constata el interés temprano de Duchamp y Picabia por las máquinas, a las que reconocen como iconos potentes de una nueva época, evidentes en obras como Paroxismo del sufrimiento (1915) o Hija nacida sin madre (1916-17), de Picabia.

Mientras Duchamp veía las imágenes mecánicas como una manera de desarrollar un estilo voluntariamente impersonal y antiestético, Picabia se limitó a fusilar diseños industriales de libros científicos populares.

El espacio central examina el uso innovador que hizo Duchamp del vidrio como soporte, y en particular en su principal composición, La novia puesta al desnudo por sus solteros, aun (o Gran vidrio), obra que combina la parodia de la física con una historia de atracción sexual entre una "novia", en la parte superior, y nueve "solteros", escondidos abajo, en "moldes".

No menos conocidos son los objetos de Duchamp convertidos en obras de arte, los populares 'readymade', objetos sin mérito estético alguno a los que confirió los atributos habituales de la creación artística: un título, un autor, una fecha y un público o un propietario que los viera.

En el MNAC se pueden ver objetos, convertidos casi en universales, como Rueda de bicicleta (1913), Fuente (1917) -un simple urinario-, Percha para sombreros (1917), Peine (1916) o Portabotellas (1914).

En la misma línea se sitúan los "objetos de mi afecto" de Man Ray, quien creaba una obra nueva a partir de dos o más elementos combinados, muchas veces inmortalizados a través de la fotografía como Objeto matemático (1934) o Vénus restaurée (1936).